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PRINCIPALES ECOSISTEMAS

kory3318 de Abril de 2013

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PRINCIPALES ECOSISTEMAS

No obstante, el concepto de ecosistema ha demostrado su utilidad en ecología. Se aplica, por ejemplo, para describir los principales tipos de hábitats del planeta. Ecosistemas terrestres: árticos y alpinos, propios de regiones frías y sin árboles; bosques, que pueden subdividirse en un amplio abanico de tipos, como selva lluviosa tropical o pluvisilva, bosque mediterráneo perennifolio, bosques templados, boreales y bosques templados caducifolios; praderas y sabanas; y desiertos y ecosistemas semiáridos. Ecosistemas de agua dulce: lagos, ríos y pantanos. También hay ecosistemas híbridos, terrestres y de agua dulce, como las llanuras de inundación estacionales. La gama de ecosistemas marinos es amplísima: arrecifes de coral, manglares, lechos de algas y otros ecosistemas acuáticos litorales y de aguas someras, ecosistemas de mar abierto o los misteriosos y poco conocidos sistemas de las llanuras y fosas abisales del fondo oceánico.

El término ecosistema puede también utilizarse para describir áreas geográficas que contienen un espectro amplio de tipos de hábitats mutuamente vinculados por fenómenos ecológicos. Así, la región del Serengeti-Seronera, en África oriental, una de las regiones salvajes más espectaculares del mundo, suele considerarse como un único ecosistema formado por distintos hábitats: llanuras herbáceas, sabana arbórea, espesuras, manchas de bosque, afloramientos rocosos (localmente denominados koppies o kopjes), ríos, arroyos y charcas estacionales. Asimismo, las zonas más productivas de los océanos se han dividido en una serie de grandes ecosistemas marinos que contienen hábitats muy variados. Son ejemplos de grandes ecosistemas marinos de características muy distintas: el mar Negro, el sistema formado por la corriente de Benguela, frente a la costa suroccidental de África, o el golfo de México.

ECOSISTEMAS TERRESTRES

Bosque templado

Tipo de bosque que representa más o menos la mitad de la superficie forestal del planeta y cubre unos 1.400 millones de hectáreas. La mayor parte de los bosques templados, junto con los bosques boreales situados más al norte, se encuentran en Rusia, América del Norte y Europa, y hay áreas significativas en Australia, Nueva Zelanda, Chile, Argentina, el norte de Asia, el norte de África y las costas de Suráfrica. Hay muchos tipos diferentes de bosques templados, incluyendo los de coníferas y bosques de hoja ancha, tanto perenne como caduca. Su biodiversidad suele ser inferior a la de los bosques tropicales, pero varía mucho. Ciertos bosques boreales contienen tan sólo cuatro o cinco especies de árboles, incluyendo varios tipos de picea (Picea) y abedul (Betula), mientras que la diversidad de los bosques templados húmedos se aproxima a la de los bosques tropicales. Otros grupos comunes de especies presentes en los bosques templados incluyen el roble (Quercus) y el haya (Fagus). Desde la más remota antigüedad, los seres humanos han utilizado los bosques templados para obtener leña, materiales de construcción, alimento, plantas medicinales y refugio; además constituyen un elemento común a muchas religiones, mitos y folclores.

Tras una larga historia de deforestación, que se remonta a tiempos prehistóricos, la superficie que ocupan los bosques de la zona templada del planeta está hoy estabilizada y, a través de los procesos de conservación y gestión forestal, incluso puede estar aumentando, al contrario de lo que ocurre con los bosques tropicales. No obstante, cantidad no significa calidad. Se siguen talando bosques templados naturales y seminaturales (llamados también bosques vírgenes) en todo el mundo, que son reemplazados por medios naturales (a través del proceso llamado sucesión) o, cada vez más, por plantaciones de árboles diseñadas con la producción maderera en mente. Si bien las plantaciones producen madera, aportan pocos de los beneficios ambientales y los bienes sociales derivados de los bosques naturales. Por ejemplo, sólo una pequeña proporción de las plantas y animales silvestres pueden vivir en las plantaciones, a menudo monocultivos de especies foráneas. La pérdida del bosque autóctono está poniendo en peligro la supervivencia de ciertas especies, como el búho moteado (Strixoccidentalis) en Norteamérica y el pico dorsiblanco (Dendrocoposleucotos) en Escandinavia.

En términos de bosques naturales, las pérdidas en las regiones templadas han sido aún más dramáticas que en los bosques tropicales. En Europa occidental y Estados Unidos sólo queda un 1% del bosque original, y el resto es repoblado o bosque regenerado por medios naturales. Cuando se tala totalmente un bosque (es decir, cuando se cortan de una sola vez todos sus árboles), los árboles que vuelven a crecer en él son muy distintos de los originales. Hoy se debate el futuro de los bosques vírgenes en muchos lugares, incluyendo el noroeste de Estados Unidos; Columbia Británica, Alberta y Ontario en Canadá; y el norte de Laponia.

Tundra

Terreno abierto y llano que ocupa la mayor parte de la tierra que se extiende entre el límite septentrional del bosque y las regiones polares de hielo y nieves perpetuas. La superficie presenta un aspecto pedregoso o pantanoso, y la vegetación dominante se compone de ciperáceas, ericáceas, musgos y líquenes, así como, en algunas zonas más restringidas, sauces del Ártico. En las montañas de la zona templada aparece un tipo de planicie parecida, por encima del límite altitudinal de los árboles, a la que se denomina tundra alpina. En la región antártica también existen algunas zonas de tundra.

CLIMA Y FORMACIÓN DEL PAISAJE

El clima de la tundra se caracteriza por sus duros inviernos, bajas temperaturas, escasas precipitaciones de lluvia o nieve y veranos cortos. Por ejemplo, la media mensual de las temperaturas en la Tierra de Baffin oscila entre los 7 °C y los -31 °C y la media anual es de -12 °C. En el interior de los continentes las temperaturas tienden a extremarse, por lo que no hay variación en las medias anuales. El permafrost —suelo permanentemente helado— cobra especial importancia en la tundra ártica. La superficie de estos suelos se descongela en verano hasta profundidades variables. La combinación de suelo helado y superficies llanas de la tundra impide el drenaje del agua, que se estanca en la superficie o satura la capa superior del terreno. Se forman lagunas y ciénagas que proporcionan humedad a las plantas, lo que compensa las escasas precipitaciones.

Las periódicas congelaciones y deshielos del terreno en los lugares mejor drenados producen grietas regulares en el suelo que forman polígonos. Donde el drenaje es peor aparecen formas rugosas, irregulares, con montículos, nódulos congelados y cordones de tierra. En verano, el deshielo de las laderas puede provocar que los suelos se deslicen y se produzcan aterrazamientos originados por solifluxión o corrimientos de tierra. Todos estos modelos descritos para la tundra ártica aparecen en menor escala en la tundra alpina. También es común el paisaje de roca pelada cubierta de líquenes al que se llama páramo. Estas formas de relieve propician una serie de pequeños hábitats que dan variedad al paisaje de la tundra.

VIDA VEGETAL

El número de especies vegetales de la tundra es pequeño y su crecimiento escaso. El periodo vegetativo de las plantas es corto y se suelen reproducir asexualmente, por división o por yemas, en vez de hacerlo por polinización.

La vegetación típica del Ártico la componen hierbas ciperáceas y arbustos enanos de la familia de las ericáceas, junto con asociaciones de musgos y líquenes. Estas comunidades vegetales están adaptadas a los fuertes vientos y a las alteraciones producidas por el hielo en los suelos. Todas pueden realizar la fotosíntesis a bajas temperaturas y con poca intensidad de luz durante los largos periodos de luz diurna de la tundra.

Las comunidades vegetales de montaña están integradas por plantas enmarañadas que no se dan en el Ártico. Estas plantas se adaptan a los vientos racheados, las fuertes nevadas y las grandes fluctuaciones térmicas. Realizan la fotosíntesis bajo una luz muy intensa durante los cortos periodos de luz solar.

VIDA ANIMAL

Las especies salvajes que viven próximas al polo norte son las mismas o muy parecidas en todo el mundo. Al mismo tiempo, la dureza de este difícil ambiente limita la variedad de vida animal que aparece. Los grandes rumiantes más habituales agrupan al buey almizclero, al caribú y al reno, que se alimentan de hierbas como las juncias, líquenes y sauces. La liebre ártica o conejo de las nieves y el lemming se alimentan también de especies herbáceas. Como depredadores aparecen el lobo, el zorro ártico y el búho de las nieves. También se ven osos polares y, en ocasiones, osos pardos. Durante el verano, muchas aves anidan entre los matorrales de la tundra y se desplazan hacia climas más cálidos antes de que llegue el invierno. Los invertebrados no son habituales, a excepción de ciertos insectos como la mosca y el mosquito. Entre los animales de montaña destacan el rebeco blanco, el muflón de las Rocosas, la liebre silvadora, la marmota y la perdiz nival. Aunque en este hábitat no abundan las moscas, sí las mariposas, escarabajos y saltamontes.

Carnero de Dall El carnero de Dall, emparentado con el buey almizclero y con el rebeco blanco, habita en las regiones rocosas de la tundra alpina

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