Patrimonio Cultural
laufehn19 de Marzo de 2014
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ENSAYO
Patrimonio cultural y la cultura como un todo
Después de haber leído el texto “Patrimonio cultural y la cultura como un todo” me di cuenta de muchas cosas: primeramente, que México es un país diverso y rico en cultura. Declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, muchísimos lugares en México le dan vida e identidad a este país.
El punto aquí, es que muchas personas (la mayoría de la población mexicana) no están conscientes de esto, por lo que nuestro patrimonio cultural casi siempre es ignorado o menospreciado.
Pero, como dice la lectura, el patrimonio cultural de nuestro país nos da identidad: desde simples canciones como “La cucaracha” o juegos como el “Voto”, hasta las grandes obras arquitectónicas como el Palacio de Bellas Artes o las grandes obras de Diego Rivera y Frida Khalo. Todo esto alimenta nuestro patrimonio y nos distingue como mexicanos.
La palabra patrimonio nos remite a los bienes que heredamos de nuestros padres y de nuestros ancestros. Herencia de nuestros padres y de los padres de nuestros padres, el patrimonio nos remonta hasta el tiempo en que la existencia de los individuos se difumina en la de las familias y ésta en la de los pueblos. "Patrimonio" ha pasado a significar una realidad muy vasta: todo aquello que, como testimonio de los valores y el trabajo de las generaciones pasadas, forma hoy parte de los bienes individuales o sociales que han merecido y merecen conservarse. En efecto, lo que unas generaciones transmiten a otras no son sólo cosas: son también ideas, conocimientos, representaciones del mundo, valores, costumbres y tradiciones, además de objetos, testimonios y documentos de otras épocas. En este sentido, el patrimonio de una sociedad es esencialmente cultural: lo constituyen bienes de suyo perdurables, poseedores de una vigencia intemporal y de un significado particular para esa sociedad desde el punto de vista de sus creencias, su tradición y su identidad. Y, por otro lado, esos " bienes " no son necesariamente materiales, dado que los valores y los símbolos de que éstos son portadores han surgido de la vida de las sociedades y se encarnan en ella, y no únicamente en obras físicas.
En la medida en que esos valores viven y se transforman de una generación a otra, puede hablarse también de un patrimonio cultural formado por las prácticas que expresan tradiciones, rasgos simbólicos e inclinaciones de largo o reciente arraigo en el grupo social. Por ello, en los enfoques actuales del patrimonio cultural, esta última precisión tiende a ocupar un sitio sobresaliente.
El patrimonio cultural de una nación no se restringe a los testimonios materiales del pasado, que dan cuenta de un rico proceso histórico de formación de valores, sino que comprende también las formas vivas en que esos valores encarnan en la actualidad. Por eso, aunque distintas en la naturaleza de su acción y en su complejidad, pero confluyentes en sus propósitos, la preservación del patrimonio cultural tangible y la del patrimonio intangible dan su justa dimensión al patrimonio cultural de un pueblo como el gran acervo de obras, testimonios, valores y tradiciones que forman su cultura viva y actuante, y que habrá de ser enriquecido con la creatividad del presente para constituir, a su vez, el legado para las generaciones futuras.
Hoy más que nunca, ante la plena conciencia de la vastedad y pluralidad de nuestro patrimonio cultural, y frente al acrecentamiento del sentido de pertenencia, de compromiso hacia las generaciones futuras y del símbolo permanente que ese patrimonio es de nuestra aspiración a subsistir como una nación unida en la diversidad, y consciente de su historia, su conservación entraña una participación colectiva, democrática, que refleje puntos de vista plurales y, sobre todo, los de las comunidades a las que por tradición y proximidad pertenece
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