Psicologia
francisca.garry31 de Enero de 2013
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MANUAL TEÓRICO-PRÁCTICO PARA APOYAR Y PROMOVER LA RESILIENCIA DE LOS NIÑOS Y NIÑAS VICTIMAS DE LOS MALOS TRATOS Y DE LA VIOLENCIA
Dr. Jorge Barudy Labrin
Maryorie Dantagnan Dantagnan
El concepto de resiliencia aplicado a la infancia nace de la constatación que algunos niños, niñas y adolescentes resisten mejor que otros los avatares de la vida, los malos tratos, la adversidad y la enfermedad.
Lo que expondremos a continuación, es que la resiliencia infantil, es una capacidad que los niños y los adolescentes pueden desarrollar cuando sus recursos naturales se desarrollan y se potencian gracias a las competencias y habilidades de adultos significativos que satisfacen sus necesidades y les respetan como sujetos de derechos. En este sentido, hablaremos de resiliencia primaria, para referirnos a aquella que se constituye en los primeros cuatro años de vida y que tiene que ver con un desarrollo sano, gracias a los cuidados, la estimulación, la protección y el afecto que los adultos proporcionan a los niños
Los estudios sobre el impacto positivo de los buenos tratos a la infancia, para el desarrollo infantil, nos ponen en contacto con el ingrediente básico de la resiliencia primaria. Es decir, el maravilloso mundo del desarrollo de un apego seguro, empatía, habilidades, conocimientos, destrezas y comportamientos sociales altruistas, a través de los cuales los niños y niñas van ganando competencias, hasta alcanzar la madurez. Este desarrollo sano es lo que proporcionará a los niños y a los adolescentes la capacidad de hacer frente al desafío de existir y de desarrollarse, haciendo frente a experiencias difíciles y traumas de diferentes tipos, sin dañarse irremediablemente. El entorno inmediato de los buenos tratos infantiles lo constituyen, las madres y los padres, cuando estos gracias a historias de vida suficientemente adecuadas y contextos sociales suficientemente justos y solidarios pudieron desarrollar competencias parentales.
Las competencias parentales que facilitan la resiliencia primaria, son aquellas que permiten una vinculación sana y empática con los hijos e hijas, unos intercambios afectivos y relacionales de calidad, una comunicación que les trasmite casi siempre un respeto incondicional, la integración de modelos educativos, una integración de valores constructivos y solidarios y una identidad, así como una autoestima sana.
Nuestras experiencias e investigaciones nos permiten afirmar sin ninguna duda que los hijos e hijas de padres y madres competentes, pueden enfrentar mejor el contenido traumático de los contextos de pobreza, de la violencia organizada de las guerras, las represiones políticas, o las persecuciones sexistas, religiosas u otras. Esto no quiere decir que no sufran, sino que son capaces de seguir creciendo y desarrollándose de una forma suficiente adecuada, integrando incluso estas experiencias difíciles de una forma constructiva. Los padres y madres competentes, pueden ser considerados como tutores de desarrollo que permiten el desarrollo de esta resiliencia primaria
Por otra parte, los que hemos optado por consagrar nuestras vidas personales y profesionales para contribuir al bienestar, de aquellos niños y niñas que son hijos de padres y madres que no pudieron desarrollar competencias parentales, nos asombran constatar las capacidades de estos menores para sobrevivir y salir adelante.
Estos hijos hijas de madres y padres que por sus incompetencias maltratan a sus hijos, han podido desarrollar lo que llamamos la resiliencia secundaria, porque encontraron en su entorno próximo, en las instituciones y en la sociedad en general, los nutrientes y los recursos necesarios para transformar sus dramas y tragedias en un proyecto de vida, suficientemente sano y muchas veces productivo tanto para personas que les ha tocado vivir algo parecido, como para la sociedad en general.
La resiliencia tanto primaria como secundaria son dos conceptos que nos orientan a la hora de diseñar programas de prevención y de tratamiento del sufrimiento infantil, sobre todo aquel originado por la incapacidad de los adultos para crear entornos nutritivos y no violentos para los niños y niñas. En ellos no basamos para desarrollar los programas terapéuticos destinados a víctimas infantiles de descuido y negligencia afectiva, maltrato físico y psicológico y abusos sexuales intrafamiliares. Pero también, para trabajar con el sufrimiento de las víctimas infantiles de la violencia institucional, cultural, social y económica.
Nuestras experiencias e investigaciones nos han permitido comprobar la lista de factores que se relacionan con lo que nosotros llamamos la resiliencia secundaria. En primer lugar hay que mencionar la resiliencia primaria que emerge de los contextos de buenos tratos. Además están los factores protectores del temperamento de los niños, los recursos existentes en la familia nuclear y extensa en tantos sistemas sociales, el apoyo afectivo y el reconocimiento de sus sufrimientos y la injusticia que los niños pueden encontrar en sus redes sociales, especialmente en la escuela. Cuando el niño o la niña se siente apoyado y comprendido por lo menos por un adulto – tutor o tutora de resiliencia – las investigaciones han demostrado cómo el auto-concepto que integra estas experiencias permiten al niño consagrar sus esfuerzos a buscar alternativas a su situación y no repetir los modelos de malos tratos en el futuro. Las capacidades de entenderse a uno mismo y poner los límites respecto a los factores de estrés familiar a largo plazo, así como explicarse la enfermedad mental y/o comprender las incompetencias de sus padres, refuerzan una autoestima positiva como resultado de las competencias para adaptarse a las circunstancias de la vida y para respetarse a sí mismo.
Las investigaciones sobre la resiliencia han orientado en gran medida nuestra labor clínica e investigativa. Creemos que el reconocimiento de este fenómeno en los adultos y sobre todo en los niños y adolescentes es un aporte fundamental para que los profesionales orienten sus intervenciones creando contextos que apoyen la resiliencia primaria y faciliten la emergencia de la resiliencia secundaria. El concepto de resiliencia nos sirve no sólo como guía para establecer criterios de actuación preventiva con los niños y los adultos, en el sentido de apoyar sus recursos naturales para afrontar el daño, sino que además son criterios para que los profesionales pongan sus propios recursos resilientes al servicio de la reparación terapéutica de las víctimas.
EL CONTENIDO DE LAS INTERVENCIONES SOCIALES, EDUCATIVAS, LEGALES Y TERAPÉUTICAS QUE FACILITAN LA EMERGENCIA DE LA RESILIENCIA SECUNDARIA.-
Las investigaciones, así como nuestras propias constataciones clínicas, nos han permitido establecer el contenido de las experiencias relacionales que favorecen la emergencia de la resiliencia secundaria en los niños, adolescente y adultos.
§ Las vinculaciones afectivas seguras, fiables y continuas por lo menos con un adulto significativo, de preferencia de su red familiar o si no de la red social incluyendo a los profesionales.
§ Procesos relacionales que les han permitido tomar consciencia de su condición de víctimas, dándole un sentido a las experiencias traumáticas. Esto equivale a facilitar la elaboración y la simbolización de las experiencias traumáticas por muy duras que éstas hayan sido.
§ Vivir experiencias de apoyo afectivo y social, es decir, el apoyo incondicional, de calidad y perseverante de por lo menos un tutor o una tutora de resiliencia.
§ Participar en actividades que por su contenido valórico y espiritual les permitieron acceder a una visión trascendente de lo humano, así como a un compromiso social, religioso o político altruistas para lograr sociedades más justas, solidarias y sin violencia.
§ Experiencias que promuevan la alegría y el humor.
§ Actividades que permiten desarrollar la creatividad y el arte.
En este sentido, la propuesta de los talleres educativos terapéuticos con niños y niñas, son parte de lo que llamamos resiliencia secundaria, que a continuación describiremos.
PROPUESTA DE TALLERES EDUCATIVO-TERAPÉUTICOS PARA NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES PARA APOYAR Y FACILITAR LA RESILIENCIA.
MARCO DE TRABAJO
Los talleres educativos-terapéuticos para apoyar y promover la resiliencia dirigidos deberían conformar parte de un modelo de trabajo integral con los niños y sus familias. Esta atención se complementa con otras actividades, como por ejemplo: grupo de padres para la promoción de la parentalidad sana y competente, acompañamiento psico-social y terapéutico a las familias, así como atención psicoterapéutica individual a estos niños y niñas.
Incorporando los talleres al trabajo que los profesionales ya realizan en diferentes ámbitos de la infancia, pueden convertirse en un espacio de intervención terapéutica y de apoyo social. Además, es una posibilidad de conocer experiencias reparadoras y correctivas para los niños que han sufrido también de modo directo o indirecto las consecuencias de la violencia en sus familias.
El momento para la incorporación de los talleres en vuestras prácticas debería ser evaluado, por ejemplo, sería muy pertinente si existe previamente una experiencia positiva en los niños y un vínculo afectivo con los animadores, lo que les permite poder ir desarrollando las bases para integrar recursos importantes, como son
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