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“Ukiyo-e”,​ ​“Arts​ ​and​ ​Crafts”,​ ​“Art​ ​Nouveau”​


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  6.615 Palabras (27 Páginas)  •  427 Visitas

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En un mundo donde nos invade la tecnología y el caos, la mejor escapatoria sería encontrar a una persona con cualidades diferentes, un individuo que no ve la maldad en nadie, mejor dicho una persona que ve el mundo diferente, donde todo es amor y pureza,; por este motivo quiero que se adentren en esta revista. Conozcan este mundo tan excepcional, lleno de alegría, donde siempre estando al lado de una persona asi vas a tener una sonrisa. Si te intereso lo que te contamos sumate a nuestros lectores y asi podras estar al tanto de este maravilloso mundo que es el Sindrome de Down

Luego de dejar constancia de la evolución del hombre y su escritura a lo largo de la historia y de los avances industriales que este último consiguió con el desarrollo de la imprenta de Gutenberg, nos proyectaremos en la idea de tratar de develar el misterio que envuelve al artesano, al artista y sus métodos de trabajo para poder llegar así al diseñador gráfico que, sin duda alguna, deberá formarse no en todas las áreas pero sí tener conocimiento concreto de cada una de ellas para exponer su trabajo. Es así que nos incursionaremos en esta primera etapa en tres de los distintos tipos de movimientos que se suscitaron entre el siglo XVII y principios del siglo XX. Más específicamente en la Estampa japonesa, Arts and Crafts y Art-Nouveau. Sus semejanzas y características, algunos de sus exponentes y la influencia de los mismos en el diseño gráfico.

Grabado tradicional japonés ukiyo-e[1] manifestación del período Edo[2] entre 1615 y 1868 son una mirada a la historia de Japón ya que en ellos se contemplan características del carácter, sus valores y costumbres. Son una enciclopedia viva de la tradición japonesa[3] y una de las patas fundamentales del arte contemporáneo una vez instaurado el comercio en la segunda mitad del siglo XIX con el Oriente. Apertura comercial y política que se consolida con la restauración Meiji en 1868 ya que hasta ese momento Japón se encontraba gobernada por los samuráis y su política de aislamiento internacional.  No tardó en comenzar a llegar manufacturas hacia Europa y América y junto con ellas, el arte nipón.  Al principio como envoltura de vajillas luego, en objetos dignos de colección; como lo eran: las porcelanas, los esmaltes, las sedas, pero la estampa japonesa fue más allá y destacó por sus aspectos formales y compositivos siendo una cuna de inspiración para impresionistas y artistas lo que hizo que grandes maestros de la estampa como Okusai, Hiroshige y Sharaku se convirtieran en referentes para Monet, Toulouse Lautrec, Van Gogh entre otros. Su fervor y admiración era tal que llegaban a copiarlas y exponerlas junto con ellas.  

[4]El Ukiyo-e es la expresión suprema, la esencia concentrada de las escuelas, una corriente artística cuyos orígenes hay que rastrear en la India, Persia y China. Durante siglos estuvo constreñida en estrechos canales por la aristocracia altanera y exclusivista; sin embargo, nunca dejó de crecer, y sus ramas por fin se unieron y arrastraron en su alegre corriente a gente común de Japón que, amantes intuitivos del arte, siempre habían anhelado una ráfaga de vitalidad. Ahora podían verse reflejados en toda la naturalidad de su vida cotidiana, e incluso con una representación espiritual (…).

La palabra ukiyo-e se compone de tres caracteres o kanji que significa: “flotante” (o “efímero”), “mundo” y “pintura”. Eran impresos comerciales que representaban la vida cotidiana y las diversiones mundanas del Japón tradicional, el mundo de las clases medias y sus gustos. Su técnica se basa en un grabado de estilo xilográfico cuya matriz son planchas de madera combinadas de distintos colores para formar la estampa de una imagen (nishiki-e). La mayor producción tiene lugar en Edo, allí se desarrollan diversas empresas cuyo cometido eran los libros y las estampas. Su eficacia es proporcional a su compromiso con cada paso de la producción. Es un trabajo que se compone de tres patas estrechamente relacionadas. El artista, el grabador y el impresor; donde los editores eran los encargados de dirigir a los gremios involucrados y de contratar a los artistas. Si bien muchos de los pintores[5] que pasaron por esos talleres hoy son artistas reconocidos en ese entonces no tenían ni prestigio ni dinero pero sí poseían una noción de proceso preindustrial[6]. Luego de varias boceto y varias pruebas de color, el artista pasaba el boceto elegido al grabador (horishi); éste era un artesano especializado capaz de manipular diferentes utensillos (cuchillos, gubias, escoplos[7]) y maderas duras y de grano fino donde realizaría la plancha de las siluetas (omo-han).  Una vez que eran cortadas y se aprobaba la muestra de color por parte del artista, se procedía a tallar las planchas de color (irohan), una para cada color diferente. El estampador (surishi) era el encargado de entintar y estampar con suma precisión (lo que se sigue haciendo hoy en día con las marcas de registro) sobre un papel absorbente de muy buena calidad para hacer las líneas con tinta sumi[8] (papel que tenían un formato estandarizado, aunque en ocasiones se usaba dípticos o trípticos para representar escenas más apaisadas)[9]. Presionando a mano en cada una de las planchas de color y ayudándose con un bareno almohadilla (proceso de bruñido), hecha de cuerda de cáñamo o de fibras de bambú trenzadas y envueltas en una vaina de bambú. Pero el trabajo no estaba terminado hasta que llegaba a la tienda de grabados donde acudían los compradores. Esto pareciera una tarea sencilla de producción, pero no tenemos que olvidarnos que estamos en un período militar por lo que éstos obligaban a llevar un estricto control de impresión, registro de piezas, autor, editor, títulos, lugares y personajes allí representados. Las estampas presentaban a su vez sellos de censura[10] que servía para datar las obras. Los editores eran los encargados de controlarlas para evitar multas y penas de cárcel. Más allá de las restricciones o censuras, muchos artistas se incursionaron en las estampas de guerreros (Musha-e)[11] en donde la actualidad se camuflaba en parodias de cuentos de samuráis de otras épocas los cuales eran más atractivos para las personas que el actual, al encontrarse en el período pacifista (Edo). Todo esto sin olvidar que los samuráis marcaron una huella profunda en los aspectos de la sociedad nipona. Su entrega, el sentido del honor y el espíritu están presentes en el carácter de los japoneses y en su manera de contemplar al mundo. Asia Oriental toma a la naturaleza como estandarte para sus manifestaciones artísticas. La estampa japonesa no escapa a ella pero se encuentra estrechamente vinculada a la filosofía del samurái. En muchas escrituras se compara la vida del samurái con la flor del cerezo y el pez carpa. Con la flor por ser valientes y crecer aún en invierno y delicada y volátil por caer ante el mínimo viento y con el pez carpa ya que nadan contra corriente con tal de continuar su camino. Asociándolo al fortalecimiento del carácter y a la preparación para las adversidades de la vida.

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