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ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACION CIENTIFICA

dianatp26 de Agosto de 2013

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Antecedentes de la investigación científica, tecnológica y humanística en México

La investigación científica en México tiene raíces antiguas que se remontan a las contribuciones precolombinas en astronomía y botánica medicinal. Las monumentales construcciones que aún se conservan son testimonios fehacientes de importantes desarrollos en ingeniería y arquitectura; y en nuestros actuales hábitos alimentarios subsisten ancestrales contribuciones a la tecnología de alimentos. Sin embargo es poco lo que sabemos sobre la relación entre la búsqueda de conocimiento, el desarrollo de nuevas técnicas y las instituciones educativas en la antigüedad de Mesoamérica.

Desde inicios de la época colonial, la investigación científica quedaba separada del desarrollo tecnológico; los logros académicos se producían ligados a las cátedras de la Real y Pontificia Universidad, fundada en 1551; sin embargo, los avances tecnológicos como la extracción de metales preciosos ocurrían en el lugar del trabajo, como también sucedía en Europa. La investigación que se realizó en México durante esta época fue insignificante.

Una vez consumada la independencia y debido a la traición del movimiento popular, los grandes conflictos sociales y políticos ocasionados provocaron una serie de luchas armadas en la cuales se tuvo que centrar la atención y los esfuerzos. Consecuentemente la actividad científica se vio obstaculizada sustancialmente, así como los logros creados hasta entonces.

Poco fue lo que se avanzó en la naciente república. Se reestructuró la Universidad, se crearon establecimientos con cátedras modernas a cargo de personalidades sobresalientes del mundo intelectual, pero no llegaron a realizarse contribuciones científicas y tecnológicas de consideración

La segunda etapa se ubica a partir del último tercio del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, con el triunfo de la revolución popular nacional y liberal, y con el establecimiento de las Leyes de Reforma, se suprimen los fueros eclesiásticos y militares y se establece la administración civil de la justicia, se desamortizan las propiedades del clero y se separa a la Iglesia del Estado, instaurándose la libertad de cultos. Se declara gratuita y obligatoria la enseñanza primaria, mejora sustancialmente la escuela secundaria y se apoya a la educación superior. En esta época se fundan varios institutos de investigación y se forman varias asociaciones científicas, motivos por los cuales se favorece el desarrollo científico en nuestro país y de hecho se inician procesos de investigación que permiten ser utilizados como insumos a futuras investigaciones, dándole a la ciencia un carácter sistemático y ordenado.

Los grupos educados en universidades europeas comienzan a trasmitir las tendencias empiristas del positivismo, las ideas cientificistas se propagan en busca de postulados objetivos y experimentales. Sin embargo, una pauta era común: la desorganización prevaleciente en los planteles educativos menguaba las actividades de investigación y la calidad docente de los institutos y colegios que se habían distinguido como centros generadores de intelectuales e investigadores destacados.

Justo Sierra, subsecretario de Justicia e Instrucción Pública de 1901 a 1905, y posteriormente responsable de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes hasta 1911, promovió la reforma integral de la educación mexicana. En esta época existían en todo el país únicamente 90 bibliotecas, 26 museos y 40 instituciones científicas.

Ante las circunstancias de la Revolución la investigación científica, que apenas se organizaba y daba sus primeros resultados fue violentamente obstaculizada y frenada.

La tercera etapa del desarrollo de la investigación científica es un producto de la Revolución Mexicana y de la situación mundial durante esa época. En esta etapa, es pertinente, hacer una presentación más detallada dado que la rápida expansión económica, la industrialización acelerada y el desarrollo científico y tecnológico en nuestro país datan únicamente de la década de los treinta, cuando la educación universitaria se pone como prioridad junto con el apoyo oficial a la industrialización, y se crean condiciones propicias para algunas investigaciones científicas; caracterizada principalmente porque los hombres de ciencia de nuestro país, logren participar activamente en la producción del conocimiento científico, y no se supediten únicamente a mantenerse informados sobre el desarrollo científico de los países más desarrollados.

El propósito revolucionario en este sentido, era bastante claro: impulsar decididamente el desarrollo de nuestro país para mejorar el nivel de vida de los mexicanos; por lo tanto, se implantan una serie de acciones dirigidas al logro de este objetivo, la enseñanza elemental se fortalece y se extiende, el nivel medio se mejora y la educación superior se favorece con la ampliación de instituciones de este nivel.

Por otro lado se crean muchos centros de investigación científica, se implementan acciones para capacitar y adiestrar a los investigadores, aumentando sus salarios, y se incrementan sustancialmente los recursos financieros dedicados a la investigación, de esta manera surgen condiciones bastante propicias para que la investigación científica adquiera las características mínimas requeridas planteadas con el rigor y seriedad que el mundo científico exige y, sobre todo, se dan las primeras contribuciones a diversas disciplinas científicas que consecuentemente producen una respuesta favorable de nivel internacional.

El fomento a la educación superior se consolida como política de Estado. La importancia de preparar técnicos es reconocida por el gobierno de Venustiano Carranza, creándose la Escuela Nacional de Artes y Oficios, la Escuela Práctica de Ingenieros Mecánicos y Eléctricos, la Escuela Técnica de Constructores y el Instituto Técnico Industrial y Comercial. El Artículo 3o responsabilizó al Estado de la instrucción pública.

Fue bajo la influencia de José Vasconcelos (primer secretario de la Secretaría de Educación Pública —SEP— en 1921) y la difusión de una filosofía vitalista y dinámica que se provoca una transformación radical en la educación y en los estudios superiores, puso en práctica su mística cultural. La patria se liberaría del estado de crueldad y barbarie en el que se encontraba. La educación contenía una idea de la nacionalidad capaz de despertar al país a su verdadera libertad.

Mención especial merece la fundación de la Universidad de Guadalajara en 1925, bajo el gobierno de José Guadalupe Zuno, quien definió una política populista acorde al modelo gubernamental vigente en el que se perfilaba un conflicto entre la Iglesia y el Estado, que provocó la pérdida considerable de los bienes del clero y una reducción de sus servicios entre los que se contaban los educativos. En este mismo año se establece el Departamento de Psicopedagogía e Higiene, dependiente de la SEP, para investigar las constantes del desarrollo físico y mental de los niños mexicanos.

En 1929, se consolida la investigación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con el decreto de autonomía a cuatro centros de investigación antes dependientes del gobierno federal: el Observatorio Astronómico Nacional, la Comisión de Biología, la Comisión Geológica y la Biblioteca Nacional y, posteriormente, en 1937 se funda el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Ambos desde las últimas décadas y hasta la fecha han asumido el liderazgo en la educación superior y en la investigación científica y humanística de nuestro país.

La clara visión que tenía el presidente Lázaro Cárdenas sobre el futuro de México estaba apoyada en las funciones educativas del Estado. En especial, la enseñanza superior sería la responsable de proveer los cuadros técnicos y los servicios profesionales que apoyarían la producción nacional.

Para Cárdenas, la única posibilidad de vencer nuestra dependencia tecnológica del extranjero era el conocimiento, y la capacitación técnica era el medio básico de control industrial, ambos acompañados de la firme convicción social de que la producción determina el destino de un país como el nuestro. Si las limitaciones docentes y la incipiente investigación científica contribuyeron a determinar los planes de estudio a partir de la dependencia del extranjero, ahora el adiestramiento de la población para manejar adecuadamente los recursos y consecuentemente transformar el medio para adaptarlo a las necesidades regionales era una norma bien definida.

La expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938 marcaron indudablemente un impulso sui generis a la investigación científica y tecnológica a fin de acelerar el desarrollo nacional, creándose en 1935 el Consejo Nacional de la Educación Superior y la Investigación Científica (CONESIC), sustituido en 1942 por la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica (CICIC), y posteriormente por el Instituto Nacional de la Investigación Científica (INIC) en 1950, así como la fundación del Instituto Politécnico Nacional en 1937, el Instituto Mexicano de Investigaciones Tecnológicas en 1946 y los Laboratorios del Fomento Industrial (LANFI) en 1948.

En los años cincuenta se crean en las instituciones de educación superior condiciones laborales para los investigadores, por primera vez intervienen ciertos lineamientos normativos en el perfil del investigador, cuando en 1958 se crea la Academia de la Investigación Científica, que marca como un requisito de ingreso la dedicación completa a la labor científica y la producción sostenida en investigación.

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