ARTE Y VIDA
GINASTEPHANYE29 de Junio de 2012
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ARTE Y VIDA
Alejo Urdaneta
“Y al ser el arte la única posesión verdadera,
es menos gratificante apoderarse de un ser
que recrearlo”
Margueritte Yourcenar
(El tiempo, gran escultor)
El arte nos coloca ante las emociones desnudas y perdurables, nos preserva de la sordidez de la existencia y nos permite acercarnos un paso hacia la perfección. Nada de lo que puede imaginarse es realizable totalmente en la realidad, tanto porque no es siempre digno de lograrlo, como por el hecho de que nuestras fuerzas físicas y emocionales no nos alcanzan en la búsqueda. Mediante el arte fingimos llegar a esa plenitud y forjamos vidas imaginarias, o con la poesía y la música damos materia a lo intangible. Toda forma palpable y presente a los sentidos tiene una existencia breve, fútil muchas veces, ya que nos es imposible fijar el instante de su realidad. Con la creación artística damos vida a emociones que no están ya en nosotros. Lloramos al escuchar una sonata para piano de Beethoven, nos afligimos ante la representación de una obra de teatro: Medea nos conmueve por su horror inenarrable en la vida real. El efecto de la obra de arte nos permite afligirnos sin que sea nuestra ni amarga esa pena. Catarsis que nos purifica de la pasión con la mediación del arte.
No deberíamos interpretar el arte como algo cuya existencia se perpetúa como un fin en sí mismo. Sería más bien, como lo dice Susan Sontag, un medio para lograr algo que quizá sólo puede alcanzarse cuando se abandona el arte. Lo que importa de la obra de arte no es ella en sí misma sino aquello que vislumbramos al percibirla, lo que nos insinúa, aunque sea el vacío. “El hecho estético es la inminencia de una revelación que no se produce; es una cercanía, no una aseveración”, nos dijo Jorge Luís Borges. Otra manera de expresar lo mismo es lo que Schiller nos dejó como impresiones literarias acerca de la variedad de la vida expresada mediante la creación de arte: “Triste es el imperio del concepto: con mil formas cambiantes. No fabrica, pobre y vacío, más que una. Pero la vida y la alegría exultan allí donde la belleza reina; el UNO ETERNO reaparece bajo mil formas”. Y esa certidumbre de la debilidad de los conceptos frente a la vida que vibra y palpita, nos habla del arte, de su posible existencia, innumerable y variada en forma y contenido, ante la inmutable eternidad del mundo. Las cosas que nos rodean constituyen una masa de presencias o datos sensibles; son apariencias que percibimos con la conciencia. Y cada individuo pertenece también a ese conjunto: recuerdo, imaginación, ideas, todo (la sustancia, la causa) son apariencias y sensaciones. La realidad es mi sensación y con ésta producimos arte, contingente, indefinible.
“La emoción por la emoción es la finalidad del arte, y la emoción por la acción es la finalidad de la vida”, nos dice el personaje de Oscar Wilde en su obra el Crítico Artista, y citó a Baudelaire. Decía Wilde, en favor de la melancolía, que en Saturno las almas no cantan ni sonríen. Sólo el amor nos da la esperanza y nos es concedida la alegría. Baudelaire, citado por Wilde, escribió "Madrigal triste" en su magna obra: Las Flores del mal:
¿Qué m'importe que tu sois sage?
¡Sois belle et sois triste! Les pleurs
ajoutent un charme au visage,
comme la fleuve au paysage
L'orage rajeunit les fleurs.
Puede traducirse así:
¡Qué me importa que seas sabia?
Sé bella y sé triste. Las lágrimas
añaden un encanto al rostro,
como el río al paisaje
la borrasca rejuvenece las flores.
Los poetas son adoradores de la tristeza porque llama a la ternura y desata sentimientos de alto lirismo. Nos da un sentido de la vida que la existencia
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