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Analogias


Enviado por   •  21 de Agosto de 2015  •  Informes  •  3.586 Palabras (15 Páginas)  •  296 Visitas

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Enseñar con analogías

Las analogías y metáforas forman parte de nuestra vida cotidiana. Están presentes en nuestras conversaciones, en medios de comunicación como la radio y la televisión, suelen aparecer en  noticias y publicidades, y son muy frecuentes en los ámbitos educativos.[pic 2]

En la enseñanza de las ciencias es muy común la utilización de modelos, analogías y metáforas con el objeto de facilitar en los estudiantes la comprensión de conceptos y procesos complejos.  Frases del tipo: “se parece a”, “es como si”, “es similar a”, “funciona como” son frecuentes en los libros de textos y en el aula.  

Raviolo y col. (2011) consideran que el empleo de este recurso produce en los alumnos interés y motivación, apreciación compartida por Harrison (2008) quien menciona que el interés por las analogías radica en su capacidad para explicar ideas abstractas en términos familiares. Así, las y los docentes frecuentemente dicen que una arteria o vena es como un tubola tierra es redonda como una pelota, los ojos funcionan como una cámara fotográfica y las plantas, animales y microorganismos están clasificados en grupos funcionales, tal como en un supermercado se clasifican los productos en comida fresca, comida para almacenar o elementos de limpieza.  En palabras del autor “parece fácil ver cómo las analogías y modelos son importantes maneras de describir y explicar objetos y procesos, especialmente aquellos que no pueden ser vistos, como átomos y moléculas”.

Las analogías son utilizadas por autores y docentes asiduamente, muchas veces sin tener conciencia de ellas y sin conocer o reflexionar acerca de cuáles son los modelos mentales a los que recurren los estudiantes cuando las evocamos. Como plantea Gutiérrez (2004), al poner en juego ese modelo mental se establece una correspondencia entre el conocimiento simulado en la mente y el comportamiento real del concepto, objeto o proceso modelizado.

En este punto sería conveniente establecer qué es una analogía. Felipe, Gallareta y Merino citan en su texto del 2006 una frase de Ruhl: “una analogía es una comparación de una cosa familiar con otra no familiar con el objetivo de interpretar o aclarar una característica compartida”.  Algo similar plantean Raviolo y colaboradores definiendo al razonamiento analógico como una actividad de comparación de estructuras y/o funciones entre dos dominios: un dominio conocido (análogo) y un dominio nuevo (objetivo).

También puede definirse como la comparación entre dos campos semánticos diferentes: el campo fuente y el campo blanco. El primero de ellos es conocido y al ser familiar y comprendido nos permite “iluminar” algunos aspectos  (elementos y funciones) del otro campo o dominio que es complejo o desconocido (el campo blanco). Ares y colaboradores (2002) refieren que dos situaciones son  análogas cuando presentan una cierta simetría. Al utilizarlas como herramienta educativa, deciden llamar Análogo Base (AB) a la situación que facilita el aprendizaje del Análogo Objetivo (AO), la situación cuyos contenidos se desea enseñar.

Por su parte Glynn (1990) señala que “una analogía es la similitud que presentan en algunos aspectos, conceptos que, en otro sentido, son disímiles”.  El autor hace referencia al análogo como el concepto a partir del cual se plantea la comparación.  Menciona además que los términos analogía y metáfora se usan frecuentemente en forma indistinta pero que el primero suele utilizarse en contextos técnicos y científicos mientras que el segundo es propio del ámbito literario.

[pic 3]

Ahora bien, analogías y  metáforas ¿son entidades similares y con igual significatividad en los procesos de enseñanza y aprendizaje de las ciencias?

Linares e Izquierdo (2006) establecen diferencias entre estos conceptos utilizando como ejemplo un diálogo presente en  “Schrek” una película infantil. En cierta escena, el personaje en cuestión, un ogro verdoso y solitario,  le comenta a su amigo, un burro muy “conversador” que “los ogros somos como las cebollas”.  Las autoras utilizan esta simpática historia para dar cuenta de que analogías y metáforas difieren en su estructura y su interpretación. Si bien en ambas se comparan dominios distintos, en la metáfora no se especifican los detalles de los elementos que se están relacionando, mientras que en la analogía sí. En el ejemplo que nos ocupa, “los ogros son como las cebollas”  ¿en qué sentido? ¿Apestan, hacen llorar, tienen pelos?  No, “las cebollas tienen capas, los ogros tenemos capas” aclara Schrek.  La analogía explica por qué son similares los dos sistemas que se comparan, las metáforas o símiles no.

Por su parte Harrison menciona en su texto otra forma de clasificación de las analogías a partir de una revisión de libros de texto hecha por Curtis y Reigeluthen 1984 quienes consignaban que la analogía más común presente en esos libros era la analogía simple, del tipo “Una célula es como una pequeña caja”, o “la energía de activación es como la cuesta de una montaña”, sin explicar cuál es la asociación hecha entre ambos campos. En este tipo de analogías los estudiantes deben entender de qué manera se establece esa semejanza.  Harrison menciona que muchas de estas analogías se utilizan para describir similitudes estructurales como por ejemplo: una molécula de gas es como una pelota de goma”, “una arteria es como una manguera” o “los estratos de roca son como las capas de una torta”. 

Al utilizar este tipo de analogías las y los docentes asumen que los estudiantes comprenden el sentido en el cual dichas comparaciones se han hecho.  En el primer ejemplo, el docente tiene en mente la idea que una molécula de gas es elástica, y cuando colisiona con otra molécula o la pared de su recipiente, rebotará aproximadamente con la misma velocidad y energía que tenía antes de la colisión. Si esta relación no se explica, algunos estudiantes pueden visualizar que la molécula es como un objeto redondo mientras otros pueden pensarla como una esfera elástica móvil.  Es decir que pueden prestar más atención a los atributos estructurales de la analogía y tener menos en cuenta a los efectos de la interacción. 

En cambio, si las relaciones se hacen explícitas, el autor habla de analogías enriquecidas.  Tomando el ejemplo anterior podría decirse que la energía de activación es como la cuesta de una montaña porque es necesario agregar energía a las sustancias reactivas para comenzar la reacción.  Enriquecer la analogía es más que decir a los estudiantes bajo qué condiciones la analogía es válida, es mostrarles que tiene en cuenta los procesos y las funciones dinámicas y no se limita a las estructuras superficiales. En realidad, la diferencia radica en que la analogía simple es descriptiva mientras que la enriquecida es más explicativa.

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