Antes de introducirnos en este ensayo, se hace necesario e idóneo definir la evaluación institucional

Antes de introducirnos en este ensayo, se hace necesario e idóneo definir la evaluación institucional, para ello es importante retomar el planteamiento de Florez Ochoa (1999) quien define como “el estudio interdisciplinario de una organización o conjunto de organizaciones con el fin de mejorar su desempeño o actuación con relación a sus objetivos”

En relación a la evaluación institucional, podemos hablar de evaluación interna y evaluación externa. Mientras la primera es una herramienta para que cada Institución Escolar observe y analice sus procesos y resultados; la segunda hace referencia a la evaluación a partir de agentes externos y ajenos al Establecimiento Educativo evaluado.

La evaluación institucional puede ser entendida, como el modo de proporcionar reglas claras entre los actores y los aspectos a evaluar. Requiere la inclusión de todos los actores comprometidos en la situación a evaluar, e implica tener una visión totalizante de la Institución (toda evaluación debería expresar posibilidades y necesidades de transformación en la totalidad de la institución, la cual no debe ser parcelada en algunos ámbitos).

Existen, en palabras de Harf y Azzerboni (2008), funciones que se le adjudican a la evaluación desde diversos supuestos epistemológicos y/o teóricos institucionales e individuales.

Veamos cuáles son: 1) función social, porque está relacionada con la idea de adquisición y acreditación de determinados saberes o capitales culturales que los alumnos deben lograr, gracias a que la Escuela como institución Educativa, garantiza, haciendo caso a su mandato fundacional, de educar; 2) función ordenadora, ya que ésta se relaciona con la funcionalidad o no, de los saberes circulantes en la Escuela; 3) función de control de poder, quién intenta delimitar el papel de los evaluados y de los que evalúan- este poder se lleva a cabo en toda la práctica educativa-; es más o menos manifiesto de acuerdo a cómo se lo ejercite; 4) función pedagógica, porque se encarga de legitimar la práctica evaluativa y se relaciona de forma directa, con la calidad de los aprendizajes.

Si releemos lo anterior, podemos afirmar que estamos hablando de evaluación relacionada con la calidad educativa, entonces debemos agregar algunas cuestiones más.

Con referencia a las vinculaciones existentes entre evaluación institucional y de los aprendizajes para ilustrar un poco más esto, es preciso menciona lo que señalan, Sanjurjo (2003) y otros autores. Según ellos, la evaluación constituye un proceso amplio, complejo y profundo que abarca todo el acontecer de un grupo.

Es un proceso continuo de reflexión sobre los procesos realizados en la construcción de aprendizajes significativos.

En palabras de Álvarez Méndez (2001), la evaluación es una actividad de aprendizaje que debe ser: a) democrática (porque alude a la participación necesaria de todos los sujetos involucrados y porque en ella se incluye la negociación entre los sujetos pedagógicos); b) Transparente, porque debe ser en todo momento de público conocimiento de todos los involucrados lo criterios que se han de aplicar; c) procesual y continua, porque está integrada en el currículum y con él, en el aprendizaje.

Retomando a Sanjurjo (2003) la evaluación debe ser: continua, porque se deben integrar y confundir en el proceso de aprender; integral, para que se rescaten y promuevan en el alumno todas sus potencialidades; cualitativa, porque debe reunir todas las evidencias posibles, interpretar fenómenos, buscar causas, etc.; formativa, porque debe posibilitar la toma de conciencia de los procesos realizados, de los errores, de las dificultades, de los modos de aprender. Según esta autora la evaluación tiene connotaciones ideológicas, porque tiene relación con concepciones histórico-sociales predominantes en un contexto determinado; psicológicas, porque selecciona y etiqueta; c) pedagógicas, porque los alumnos aprenden solo aquellos que será evaluado y técnicas, porque es necesario evaluar todo el proceso a través de instrumentos idóneos y confiables.

Patricia Villalonga (2001), señala

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