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Antologia

maleris23 de Septiembre de 2012

4.256 Palabras (18 Páginas)289 Visitas

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5 FABULAS:

La zorra y el leñador

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.

El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.

Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.

La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada.

Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:

Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras

El águila y los gallos

Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro. Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.

Mas no tardó un águila en caerle encima y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedo con todo el gallinero

A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate

El caballo y el asno

Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:

Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.

El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:

¡ Qué mala suerte tengo ! ¡ Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima !

Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a tí mismo

Las cabras montesas y el cabrero

Llevó un cabrero a pastar a sus cabras y de pronto vio que las acompañaban unas cabras monteses. LLegada la noche, llevó a todas a su gruta.

A la mañana siguiente estalló una fuerte tormenta y no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro. Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó el pastor de ingratas, por abandonarle después de haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:

Mayor razón para desconfiar de tí, porque si a nosotras recién llegadas, nos has tratado mejor que a tus viejas y leales esclavas, significa esto que si luego vinieran otras cabras, nos despreciarías a nosotras por ellas

Nunca confíes en quien pretende tu nueva amistad a cambio de abandonar a las que ya tenía

El caballo, el buey, el perro y el hombre

Cuando Zeus creó al hombre, sólo le concedió unos pocos años de vida. Pero el hombre, poniendo a funcionar su inteligencia, al llegar el invierno edificó una casa y habitó en ella.

Cierto día en que el frío era muy crudo, y la lluvia empezó a caer, no pudiendo el caballo aguantarse más, llegó corriendo a donde el hombre y le pidió que le diera abrigo.

Le dijo el hombre que sólo lo haría con una condición: que le cediera una parte de los años que le correspondían. El caballo aceptó.

Poco después se presentó el buey que tampoco podía sufrir el mal tiempo. Contestóle el hombre lo mismo: que lo admitiría si le daba cierto número de sus años. El buey cedió una parte y quedó admitido.

Por fin, llegó el perro, también muriéndose de frío, y cediendo una parte de su tiempo de vida, obtuvo su refugio.

Y he aquí el resultado: cuando los hombres cumplen el tiempo que Zeus les dio, son puros y buenos; cuando llegan a los años pedidos al caballo, son intrépidos y orgullosos; cuando están en los del buey, se dedican a mandar; y cuando llegan a usar el tiempo del perro, al final de su existencia, vuélvense irascibles y malhumorados

Describe esta fábula las etapas del hombre: inocente niñez, vigorosa juventud, poderosa madurez y sensible vejez

5 ADIVINANZAS:

Sube llena, baja vacía,

y si no se da prisa, la sopa se enfría

*La cuchara

Te lo digo y no me entiendes no tengo boca y si tengo dientes

*El peine

¿Quién pensaréis que yo soy,

que cuanto más y más lavo

mucho más sucia me voy?

*El agua

Y lo es, y lo es

y no me lo adivinas

en un mes.

*El hilo

Me hacen reír,

me causan placer,

si bien me las haces

me las dejo hacer.

*Las cosquillasel padre de este y el abuelo

Es la reina de los mares, su dentadura es muy buena,

y por no ir nunca vacía, siempre dicen que va llena.

*La Ballena

¿Qué parentesco tendrás con la hija de una dama

que está con papá casada?

*Hermana

5 CHISTES:

1. Mi suegra es como un eclipse de sol…

si la miras de frente te hace daño a la vista!

2. Un hombre le comienza a contar a su amigo:

-Oye, fíjate que ayer iba caminando con mi suegra por el parque. De pronto, se acercaron dos tipos y se tiraron sobre ella. La golpeaban salvajemente… yo tuve que apartarme.

-¿Cómo? Y por qué no te metiste?

-Ah no, ya era abusivo pegarle entre tres…

3. Va un niño y le pregunta a su mamá: Mamá, mamá, ¿cuál es la fecha de mi nacimiento? Y dice la mama: El 22 de abril... ¡Que coincidencia, el mismo día de mi cumpleaños!

4. ¿Sabes cómo dejar a un tonto intrigado?

Mañana te lo cuento

5. Dos amigas hablando: María, ¿Qué me darías por mi marido? Nada. Trato hecho.

5 MITOS

ANTROPOMORFISMO

Como norma general, las deidades de los pueblos de América Central tienen las mismas cualidades y características que sus moradores, aunque ninguna de las desventajas de éstos les son atribuidas. Por ejemplo, necesitan alimentarse y están sujetos al desgaste y al cansancio físico pero, sin embargo, nunca mueren. Y, además, tienen poderes sobrenaturales y habitan en lugares inaccesibles para los simples mortales. La similitud con la mitología clásica es palpable, sin que por ello pueda hablarse de plagio, puesto que cada pueblo, civilización o cultura, tiene sus propias peculiaridades, las cuales proyecta tanto en lo trascendente -consideración de sus diversas deidades y seres superiores-, como en lo inmanente -que lo hace único y, por lo mismo, diferente de los demás grupos sociales-.

Entre las tribus indias que se asientan en la zona noroeste centroamericanas, sobresalen los lacandones, cuyas deidades guardan relación con todos los aspectos más sencillos y primarios de la vida. Su mitología se funda en sus propias necesidades y vivencias. Existe un dios más poderoso que todos los demás -algo parecido a Zeus, el rey de los dioses y de los mortales entre los clásicos-, y que tiene su morada en el espacio inmenso. Aunque, en ocasiones, su presencia se deje sentir en los lagos, en las profundas oquedades y cavernas naturales de la tierra, en las ruinas de los recoletos templos que construyeron los antepasados, en las selvas de compacta y densa vegetación...

EL MAL Y EL BIEN

Las regiones abisales y ocultas de la tierra sirven de morada a dos deidades enemigas, que se hallan en perpetua discordia y lucha. Uno de estos dioses detenta todos los poderes malignos que imaginarse pueda, y es el causante de los temblores de tierra; también hace que los volcanes apagados se vuelvan activos, y entren en erupción para expulsar grandes cantidades de fuego por su inmenso cráter. Además, es el responsable de que los mortales sean atacados por incurables enfermedades y epidemias terribles. Esta deidad maligna se sirve de unos dardos invisibles que lanza con acierto, para enviar el mal a todas las criaturas y lugares; no hay escapatoria posible, ni refugio alguno.

Para contrarrestar el daño que infringe a los mortales y a la tierra esta deidad maligna, está el dios del bien. Este permanece en lucha continua contra su rival y, en muchas ocasiones, le vence; pues, de lo contrario, no existiría ya criatura alguna sobre la tierra. Además, el dios del bien es amigo de la luz y la claridad y, como tal, acompaña al Sol en su recorrido por el camino del cielote y recupere energías, y así salir de nuevo por el Este -por eso siempre sobreviene la aurora, que preconiza el día-.

En cambio, el dios subterráneo, que personifica el mal, es amigo de la sombra y de la noche y, por lo mismo, no ayuda nunca al Sol. Además, exige de los mortales adoración y presentes, por lo que es corriente que los lacandones le ofrezcan los mejores granos de su maíz, o las mejores hojas de su cosecha de tabaco.

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