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Arequipa en los 40


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2016  •  Tareas  •  2.127 Palabras (9 Páginas)  •  97 Visitas

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El avance incontenible de la urbe

[pic 1]

Recuerdos de mi niñez

A pelando al caudal de mis recuerdos de la niñez que adrede no he querido completar ni contrastar con los de personas de mi época - esbozar algunos rasgos de cómo era la vida en los cuarenta en Arequipa, de los cambios que se percibía, de lo que se fue perdiendo, de lo nuevo que pugnaba por imponerse...

La ciudad, cuya población entonces debe haber sido algo así? como un décimo de la actual, asentada en una reducida área de límites precisos, llevaba una vida muy apacible; acostumbrada a madrugar, recogerse en cambio muy temprano, de modo que desde las siete de la noche, con pocas excepciones, ruidos y movimientos terminaban. Bullicio había mas aún no el estruendo del tránsito vehicular en contadas zonas de aglomeración: Plaza de Armas, las calles centrales, las zonas del mercado y de la estación. Solo las fechas importantes del calendario cívico-religioso concitaban la formación de muchedumbres; ocasionalmente la causa lo era algún evento deportivo (como las carreras automovilísticas de 1940), o uno de los esporádicos mítines políticos. También algún sepelio de persona prominente. Las distancias, en una ciudad poco extensa y de ritmo pausado, eran reducidas y, si no se cubrían a pie, lo eran usando el único medio de transporte colectivo que entonces existía: el tranvía eléctrico, que gozaba del monopolio. Sus vehículos cubrían las rutas urbanas Yanahuara, Estación (de FF.CC.), Miraflores y Antiquilla y las interurbanas a Tingo y Paucarpata con desvío al Cementerio, desde Dolores. Unas decenas de autos de alquiler ofrecían sus servicios en contados paraderos del centro; los autos particulares no eran, creo, más numerosos. Caballos y burros eran aún parte de los medios de locomoción para quienes vivían en distritos aledaños o en zonas más lejanas. Algunas carretas tiradas por caballos y mulos rodaban estruendosamente sobre el empedrado ya desde la década del 30 fueron siendo desplazadas por camiones que ostentaban llamativos nombres. [pic 2]

El corazón de la ciudad lo formaban la Plaza de Armas y sus calles adyacentes, las calzadas allí solo en parte estaban pavimentadas. Adornaban la Plaza, además del imponente "Tuturutu", de rancia prosapia, cuatro inmensas y palmeras, que dominaban los jardines y enmarcaban las inmensas torres. Los portales tenían dos plantas: la baja constituida por las arquerías y las tiendas, y la alta formada por viviendas, desaparecidas en posterior reconstrucción. La catedral, parte principal de este conjunto, no tenían aún entre sus torres el frontispicio que hoy se ve: éste fue construida años después, luego de polemicas estetico-arquitectonicas muy vivas. Hacia el lado opuesto, en antiguo y modesto edificio se situaba la Municipalidad, en cuyo portón hacían guardia permanente dos estatuas de bronce con sendas lámparas,[pic 3]

Arequipa era una urbe casi plana, de edificios bajos si se exceptúan las iglesias y uno que otro mirador generalmente de bloques de sillar, muchos con bóvedas asentadas en recios muros. Pocos eran en mi niñez los edificios de dos pisos, con balcones y verjas de hierro. La Blanca Ciudad, por lo menos en el sector central y en los interiores de claustros y casas tenía, recuerdo, más colorido que ahora; algunas fachadas, pero sobre todo patios, zaguanes y paredes interiores estaban estucados con colores azul, ocre, amarillo intenso. Recién lustros más tarde es que se impuso la corriente arquitectónica y estética (por así llamarla) del "sillar cara vista" con muros, cielos rasos y bóvedas sin enlucido ni color. Sin embargo, ya desde los días cuatricentenarios las murallas claustrales de Santa Teresa y Santa Rosa y algunos edificios civiles perdieron sus coloridos estuques, dando vista al nudo sillar.

El núcleo urbano tenla un perímetro limitado por muros; así, al final de Deán Valdivia, San Camilo, San Juan de Dios, Jerusalén, Goyeneche, etc., había tales paredones; tras ellos se extendían los "extramuros" o "suburbios" a que aludían las ordenanzas municipales. Esas designaciones, claro está, perderían su vigencia a medida que avanzaba el proceso urbanizador.

La Arequipa anterior al 1940 era una ciudad de transito libre para recuas de acémilas y rebaños de camélidos americanos u ovinos, para caballos y carretas. En su mayor parte las calzadas estaban empedradas con cantos rodados y, sus aceras, embaldosadas con piedras rectangulares tal como subsisten en S. Pedro, Villalba, el filtro o San Lázaro; en otros casos estaban formadas por sillares planos que, cono en Calle Nueva y Corbacho entonces mi vía forzosa al colegio el uso había corroído, formando peligrosos surcos. En cambio, la avenida Goyeneche y alguna otra "moderna" tenía aceras de losas cuadrangulares, con estrías transversales, hoy muy deterioradas.[pic 4]

También era Arequipa ciudad de amplias acequias, que cruzaban la ciudad y sus alrededores: canalizadas en sus tramos centrales, se abrían como grandes y hondos canales irregulares hacia las afueras: como aquella que atravesaba el callejón del Buen Retiro (donde quedaba el antiguo Seminario de San Jerónimo), o aquella que, cruzada por puentecillos de piedra, atravesaba toda La Palma; y otras por San Lázaro, La Ronda, la Antiquilla, etc.

De la presencia de parques y plazas depende mucho la fisonomía de una ciudad.

Por aquella ?poca hab?a algunos de ellos: la Plaza Espa?a, la Plazoleta Lira, el parque Col?n, el parque Melgar, el entonces muy conocido parque Bolognesi y otros. Uno, de mucho encanto para quienes ?ramos ni?os, era al Parque 28 de Febrero, despu?s de su remodelaci?n conocido como Parque de San Francisco. En aquellos d?as su centro lo ocupaba un peque?o monumento conmemorativo a la Revoluci?n del 28 de febrero de 1866, protagonizada por Mariano Ignacio Prado contra el gobierno de Pezet. Lo sombreaban enormes jacarand?s, que a?n existen y ornaban sus jardines numerosas fuentes. Era un paraje muy interesante: las gradas y atrio hoy situados delante de la Iglesia de la Tercera Orden, estaban ocupados por un edificio de doble planta: el Teatro Arequipa, sede, adem?s, me parece, de la Asociaci?n Orquesta] y de la Uni?n Fraternal de Artesanos. Un muro en ?ngulo separaba el parque de esa iglesia y de la de S. Francisco y se continuaba en larga verja de hierro, que circundaba el atrio de ?sta. El Fundo El Fierro, con su sobria capilla, era entonces local de la C?rcel Central de Varones, lugar permanentemente custodiado. Era entonces el parque lugar de juegos para los ni?os, de cita para los enamorados y escenario de retretas semanales, pero tambi?n, en horas tenebrosas, refugio de fantasmales frailes descabezados...[pic 5]

Acaso ya a partir de 1936 y 37 mis recuerdos son al respecto muy obscuros pero s? y muy decididamente desde el 38 y 39 se puso en marcha un acelerado proceso de cambios en la fisonom?a de la urbe y en su ritmo de vida y que, desde nuestra perspectiva actual; puede tomarse como una cesura o punto crucial en el desarrollo de la ciudad. Con no poco asombro y bastante curiosidad la fuimos viendo expandirse y transformarse por todos sus costados, rompiendo las barreras de los muros lim?trofes: se trabajaba febrilmente en el adoquinado y en la construcci?n de aceras en Jerusal?n, Bol?var, Sucre, San Juan de Dios, Zela, Gran, Pi?rola, Rivero, etc. Grandes masas de tierra y cemento, as? como rimeros de adoquines se acumulaban en las calles; en otros casos se opt? por el asfalto, que en labores penosas y esforzadas y con ayuda de incipiente maquinaria, fue preparado y extendido, desplazando definitivamente al empedrado.

Simult?neamente se trabajaba en otras importantes obras: el tendido del puente de Selva Alegra sobre la torrentera de San L?zaro; la construcci?n del Hotel de Turistas en medio de verdes campos, que luego ser?an ocupados por el inmenso parque de Selva Alegre y la urbanizaci?n de igual nombre; el Estadio Melgar, el nuevo local del Colegio Independencia, el nuevo mercado de San Camilo, el Teatro Municipal y la Biblioteca Ateneo, ?sta en los terrenos que antes fueron el cuartel de los Ejercicios; la Plaza 15 de Agosto; el Barrio Obrero N' 1, a orillas del Chili, y qui?n sabe que otras obras m?s. La prosecuci?n de esta fase constructiva, impulsada a un ritmo acelerado, no s?lo fue derribando los antiguos muros lim?trofes, cavando zanjas y abriendo calles, sino que tambi?n fue devorando parcelas cada vez mayores de la ub?rrima campi?a alfalfares, trigales, maizales, as? como casas de campo y huertos tradicionales tuvieron que ceder el paso al avance incontenible de la urbe. Las vegas arequipe?as, motivo proverbial de nuestros vates, vieron cercenados sus dominios en aras del progreso.

Un hecho al parecer de orden secundario, pero que contribuy? a transformar el ambiente rural, casi aldeano (dicho esto sin ?nimo peyorativo) de muchos barrios de la ciudad fue la prohibici?n municipal del tr?nsito de ac?milas (y otros cuadr?pedos de carga) por el ?rea urbana. Hasta entonces buena parte del aprovisionamiento de alimentos, cuando los veh?culos automotores eran muy raros, se hac?a con ayuda de bestias de carga que, adem?s, tra?an hasta las puertas de las casas, en los cl?sicos "serones" de recio lloque, la leche, el pan, las menestras y hasta le?a, producto ?ste que, junto con el "carb?n de palo" era la base de la combusti?n en casi todos los hogares. Despu?s de eso, ya no ser?amos despertados por las voces cantarines de las lecheras (como las que pint? N?nez Ureta) en las fr?as madrugadas, teniendo que acostumbramos a recoger el blanco l?quido en las nacientes lecher?as. As? fue rompi?ndose para bien o para lo que fuere un v?nculo muy estrecho e inmediato de la ciudad con su entorno rural, pero tambi?n con lugares m?s lejanos, especialmente situados en las zonas altas, desde las que ven?an recuas de mulas, cargadas con ccapo y yareta, y reba?os de gr?ciles llamas, con productos del interior. Esos reba?os y sus conductores, normalmente ind?genas, se hospedaban en algunos de los numerosos "tambos" que exist?an dispersos por la ciudad.[pic 6]

Lo que pudi?ramos llamar sistema de informaci?n escrita consist?a en aquellos d?as de tres peri?dicos: el matutino "Noticias" y los vespertinos "El Pueblo" diario noticioso e independiente y "El Deber", ?rgano del (entonces) obispado. Un semanario, "Justicia" armado a mano, sal?a de un l?brego taller en S. Agust?n. Se contaba tambi?n una que otra revista, de vida m?s o menos ef?mera. Una de ellas, muy importante en esa ?poca, fue TEXAO, si no me equivoco, ?rgano del conocido y muy influyente N?cleo Ariquepay

Hoy, que es f?cil comunicarse con los lugares mas apartados y emprender viajes a lugares remotos, casi ya olvidamos que hace menos de medio siglo las cosas eran muy distintas, exist?a solo servicio telef?nico local. El interesado deb?a llamar a "la central" indicar a la telefonista el n?mero deseado y esperar la conexi?n. Desde y hacia el exterior se pod?a enviar y recibir cables (la West Coast ten?a sus oficinas frente al arzobispado). Si bien exist?an servicios ferroviarios bastante bien establecidos, hacia el interior y Bolivia, en lo que respecta a las l?neas a?reas ellas hab?an iniciado hac?a poco tiempo vuelos regulares: en fr?giles aparatos de Faucett o Aerov?as, se cubr?a la distancia a Lima en 6 ? 7 horas. Y pocos eran los que se arriesgaban a tal viaje. Antes de la apertura de la carretera Panamericana, se pod?a ir a la capital tambi?n por barco, v?a Mollendo, en un largo viaje de ocho d?as. El grado de aislamiento de Arequipa con respecto a Lima y a la costa en general era, pues, muy acentuado.[pic 7]

La radiodifusi?n, entonces poco extendida (relativamente pocas familias dispon?an de aparatos receptores), experiment? un notable avance con la instalaci?n de las radioemisoras Continental y Arequipa poco antes del cuatricentenario (Radio Landa, si mal no recuerdo, exist?a desde antes). Con la multiplicada capacidad de radiofundir y recibir programas, se incrementaron las posibilidades de comunicaci?n con el exterior. El desarrollo de estas seguramente fue estimulado por el crecimiento econ?mico, pero tambi?n por los sucesos b?licos: se viv?a justamente en plena Segunda Guerra Mundial desde 1939. Recuerdo con claridad la avidez con que escuch?bamos m?sica e informativos noticiosos a trav?s de Radio Nacional, de emisoras argentinas, a?n de la BBC de Londres. Nos impactaron poderosamente los sucesos de la invasi?n de Polonia, Dinamarca, Noruega y el progresivo avasallamiento de Europa por las tropas nazis. Indescriptible consternaci?n nos produjo la rendici?n de Francia, tras la ca?da de Par?s. Todas estas informaciones eran reforzadas por los noticiarios que pasaban en los cuatro cines que, en esa ?poca, hab?a en el centro: Olimpo, F?nix, Variedades y Real. Me parece a?n sentir que esos sucesos tan lejanos en alguna medida afectaron el ?nimo de las celebraciones cuatricentenarias, pues no todo fue puro regocijo.

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Walter Garaycochea Villar

La Ciudad
Revista de Ciencias, Artes y Cultura
A?o 1 N?4 - Diciembre 2003

Todas las fotosincorporadas han sido tomadas de:

Arequipa fue as?
Arequipa en blanco y negro

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