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Enviado por   •  4 de Diciembre de 2012  •  7.470 Palabras (30 Páginas)  •  336 Visitas

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Muchos estilos y pocas acciones…la complejidad del aprendizaje

La profesión docente enfrenta diversos retos y demandas educativas. Es un clamor social que la tarea del profesor no se restrinja a una mera transmisión de información, pues no es suficiente con dominar una materia o disciplina. El acto de educar implica interacciones muy complejas, las cuales involucran aspectos cognitivos, afectivos, comunicativos, sociales, de valores, etcétera. De manera que un profesional de la docencia debe ser capaz de ayudar propositivamente a otros a aprender, pensar, sentir, actuar y desarrollarse como personas.

Frida Díaz-Barriga y Gerardo Hernández (2002) mencionan que el docente debe constituirse en un organizador y mediador en el encuentro del alumno con el conocimiento, es decir, no podemos limitarnos a presentar la información que poseemos en torno a la temática que se aborde en una determinada clase, ya que nuestros alumnos no son agentes pasivos o bodegas donde sólo es necesario depositar el conocimiento, para que, de forma automática, lo procesen y lo transformen en aprendizaje que incorporaran en sus estructuras cognitivas.

Indiscutiblemente, los requerimientos de la sociedad cambiante en la que vivimos nos obliga a generar un ambiente educativo donde el alumno juegue un rol activo que lo lleve a construir su propio conocimiento, pero lo anterior también impacta en el rol del maestro, quien para ser eficiente en su desempeño tiene que conocer los intereses de los estudiantes, sus diferencias individuales, los estímulos de sus contextos familiares, comunitarios y escolares, sus necesidades educativas, etcétera. De igual manera, como menciona Modesto Ñeco Quiñones (2005), sin importar la asignatura que se imparta, ni el nivel de enseñanza, el docente debe tener siempre presente las siguientes destrezas cognitivas, que son aspectos medulares para la construcción del conocimiento:

1. Enseñar a pensar: desarrollar en los educandos un conjunto de competencias cognitivas que le permitan optimizar sus procesos de razonamiento.

2. Enseñar sobre el pensar: estimular a los alumnos a tomar conciencia de sus propios procesos y estrategias mentales (metacognición) para lograr controlarlos (autonomía), mejorando el rendimiento y la eficacia en el proceso personal de aprender a aprender.

3. Enseñarle sobre la base del pensar: esto es incorporar objetivos de aprendizaje relativos a las habilidades cognitivas, dentro del currículo escolar.

Sin duda, la tarea del docente es compleja, porque el aprendizaje implica un proceso constructivo interno, autoestructurante y en este sentido, es subjetivo y personal (Ausubel, 1983), pero al mismo tiempo el estudiante no construye el conocimiento en solitario, sino gracias a la mediación de los otros y en un momento y contexto cultural particular.

Por lo anterior, es evidente que, tal como opina Maruny (1989), enseñar no es solo proporcionar información, sino ayudar a aprender, y para ello el docente debe tener un buen conocimiento de sus alumnos: cuáles son sus ideas previas, qué son capaces de aprender en un momento determinado, su estilo de aprendizaje, los motivos intrínsecos y extrínsecos que los animan o desalientan, sus hábitos de trabajo, las actitudes y valores que manifiestan frente al estudio concreto de una tarea, etc.

Atendiendo a la complejidad del proceso de aprendizaje, en este documento se aborda uno de los tantos factores que influyen en el logro de mejores resultados escolares: los estilos de aprendizaje del alumnado; dicho trabajo busca mostrar la importancia de este aspecto en la estructuración de las clases y en la toma de decisiones dentro de la planificación didáctica de cada profesor, mostrando los resultados de la aplicación de un cuestionario que sirvió para conocer qué estilo de aprendizaje predomina en los alumnos del primer grado de la Escuela Telesecundaria “Leona Vicario” de la localidad Cerro Alto, perteneciente al Municipio Felipe Carrillo Puerto; también se empleó una entrevista basada en un cuestionario utilizado por Willing (1988) y otro de Ibarra (2001); de igual forma, en este trabajo se destaca cómo se utilizó esta información dentro de la práctica de enseñanza. De manera específica está centrado en la asignatura de Lengua extranjera (Inglés), pues en ella, el alumnado con el que trabajo, presenta complicaciones para el logro de aprendizajes efectivos, por ello, consideré necesaria la exploración de una de las variables que entra en juego en el logro de resultados favorables o desfavorables que el alumnado obtiene en dicha asignatura.

Particularmente, el grupo que atiendo es pequeño (ocho alumnos), al ser estudiantes de telesecundaria, compartimos toda la jornada de trabajo, esto me permite tener mayor acercamiento con los educandos e ir conociendo algunas características de su proceder escolar y explorar cómo visualizan las actividades educativas. Sus edades oscilan entre 12 y 14 años, son jóvenes tranquilos y sus familias se dedican a actividades del campo; sus padres no cuentan con la primaria completa y forman parte de familias de escasos recursos económicos; gran parte del alumnado tiene dificultades para comprar material educativo, por ello, los requerimientos deben estar acordes a esta característica o, en su defecto, proporcionarles lo necesario para llevar a cabo algunos trabajos y actividades educativas.

Después de conocer las generalidades del grupo que se exploró y hacia dónde va estar dirigido este trabajo, es primordial tener claro qué son los estilos de aprendizaje:

Rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven como indicadores relativamente estables, de cómo los alumnos perciben interacciones y responden a sus ambientes de aprendizaje, es decir tiene que ver con la forma en que los estudiantes estructuran los contenidos, forman y utilizan conceptos, interpretan la información, resuelven los problemas y seleccionen medios de representación visual, auditivo y kinestésico (Manual de estilos de aprendizaje, 2004:4).

Es importante destacar que la noción de que cada persona aprende de manera distinta a las demás permite buscar las vías más adecuadas para facilitar el aprendizaje, sin embargo, hay que tener cuidado de no “etiquetar” a nuestros alumnos, considerando que, por el hecho de poseer una tendencia hacia alguno de ellos, éstos sólo serán capaces de aprender a través de un solo canal (visual, auditivo o kinestésico).

La trascendencia de conocer los estilos de aprendizaje de nuestro alumnado radica en la mayor adecuación que podemos propiciar entre los materiales y procedimientos de la práctica de enseñanza y las necesidades de aprendizaje

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