Bigrafia Juan Rulfo
katita_ri_975 de Abril de 2015
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Este ensayo discute la temporalidad en la narrativa de Juan Rulfo a través de los recursos que utiliza para exponer las tramas de sus personajes. La temporalidad del fantasma Rulfiano es determinante en los enigmas que devienen del campo simbólico en el que se desarrolla la obra. Estos personajes plantean fronteras móviles en su actuación pues la muerte les da un carácter ilimitado de acción perdiendo la secuencia histórica del presente-pasado-futuro. Asimismo se plantean algunas relaciones hipotéticas entre el autor y su obra señalando la polisemia resultante del uso de la metáfora. La estructura de la obra y la suspensión de las tramas hacen del lector un co-autor. A través del ensueño Rulfo inventa una manera de leer y escribir la muerte a través de su fantasmagoría.
A Roxana Andrade...
"La novela, como todos ustedes saben,
es un mundo donde el ensueño se
confunde algunas veces con la vida..."
(Aparicio, 1994, p. 169.)
El carácter fantasmático de la obra rulfiana, invita a habitar lo imaginario; este universo en el que se desarrolla la obra es la dimensión temporal del ensueño. Este ensayo se desarrolla a partir de algunas preguntas centrales en las que se delinean relaciones hipotéticas entre los personajes literarios de Juan Rulfo y su vida; en tanto que toda obra artística está hecha a partir de lo biografico y lo imaginario del autor. ¿Qué sentido tuvo para Rulfo el desarrollo de su creación literaria? ¿De qué material imaginario de su biografía están animados sus personajes y fantasmas?. Esta dimensión literaria de Rulfo provoca, en quien sigue la trama de la obra, una participación activa de la construcción de la historia narrativa; En este sentido, el carácter fantasmático de los personajes se convierte en un ensueño del tiempo. De Juan Rulfo y del lector.
Para comenzar a poner en juego estas hipótesis, quisiera señalar algunos momentos importantes de la obra: Desde la presentación la compilación hecha por el autor en libro "OBRAS" (Rulfo, 1987), Rulfo se describe en primera persona como una entidad imaginaria refiriéndose a un doble, de modo que se confunde intencionalmente a la persona real y al personaje: "Ahí tienes que había una vez un muchacho más loco, que toda la vida se la había pasado sueñe y sueñe... Y a veces soñaba ser un zopilote y volar, muy suavemente como vuelan los zopilotes hasta dejar atrás aquel pueblo donde no sucedía nada interesante" ( Rulfo, 1987, p. 11). Este fragmento es al mismo tiempo un comienzo de la obra y una descripción del escritor, pues ya en sí mismo contiene un carácter que se articula en la frontera entre la historia y la ficción; además; podemos señalar tres dimensiones diferentes: (1) Rulfo al describirse como un niño, (2) que sueña que es zopilote, (3) un tiempo indeterminado que puede, por tanto, ser cualquier tiempo del pasado y no es narrado como un suceso localizable cronológicamente, sino en el modo del "había una vez"; de esta manera, la escritura de Rulfo nos lleva a un espacio-tiempo del sueño de un niño imaginario que deja en suspenso a quien lee. Cabe entonces preguntarnos ¿De qué niñez?, ¿De que sueño?. Esta falta de claridad, lejos de ser un factor de confusión, exige del lector una respuesta histórica, es decir; temporal y secuencial, para dar sentido al texto; así, Rulfo se convierte en un provocador de ensueños.
Inmediatamente después, corroborando esta invitación, partimos a otro viaje de este niño imaginario, del autor: "Una vez vinieron los reyes magos y le trajeron un libro lleno de monitos donde se contaban historias de piratas que recorrían las tierras y los mares más raros que tú o yo hayamos visto. Desde entonces no tuvo otro quehacer que estarse leyendo aquella clase de libros donde él encontraba un relato parecido al de sus sueños." (Rulfo, 1987, p. 11) En este otro fragmento aparece otra vez este espacio del sueño y la invención. El niño Rulfo produjo sentido en su vida en la intersección entre la literatura, lo imaginario y el ensueño. Así, desde la presentación de sus obras, Rulfo invita al autor a un espacio imaginario, una dimensión literaria donde el tiempo y el espacio pierden sus referentes absolutos. Un tiempo ilimitado del fantasma en el cual, lejos de ser un acontecimiento, se convierte en una realidad psíquica; efectivamente, como señala el autor: un relato parecido al de los sueños.
La relación entre la obra y su autor se muestra en el último fragmento de la presentación en la cual el autor revela otro carácter de la obra que parece demostrar una manera de elaboración a través de la escritura; como si este acto de simbolización permitiera, al mismo tiempo, poner en circulación un fantasma literario en un proceso de psíquico de elaboración, en el que el fantasma aparece como aquello imaginario que regresa en forma casi delirante, la cual la simbolización busca atrapar a una imagen que persigue: "Y tú sabes que el estarse sentado y quieto le llena a uno la cabeza de pensamientos. Y esos pensamientos viven y toman formas extrañas y se enredan de tal modo que, al cabo del tiempo, a la gente que eso le ocurre se vuelve loca. Aquí tienes un ejemplo: yo" (Rulfo, 1987, p. 11). Este fragmento es especialmente importante, pues alguna vez Rulfo señaló que él daba la vida a un personaje y lo dejaba por su propia cuenta. Es entonces pertinente preguntarnos: ¿Cuál es la locura literaria de Rulfo? ¿De qué manera se alimentó la obra del autor, de estos pensamientos enloquecedores? Esta pregunta no puede tener una respuesta definitiva sin el autor, pero en toda su obra, podemos señalar algunas aproximaciones entre su vida y su universo imaginario. Al igual que Rulfo, Proust y Joyce parecen mostrar un carácter analítico de la escritura la que el autor pretende resignificar un fragmento de su historia a través de las metáforas encarnadas en sus tramas y personajes. Desde la narrativa, Rulfo inventa una temporalidad que faltaba en su cotidianidad.
La estructura del fantasma literario: Un efecto de lo imaginario del tiempo
La temporalidad narrativa a la que nos referimos, es sólo posible en el contexto de la temporalidad psíquica. Este fenómeno intrínseco al ser, es radicalmente diferente al tiempo cronológico, cuyo principal objetivo es lo cíclico y la uniformidad de su transcurso. La temporalidad psíquica está regida por una lógica diferente del tiempo de lo sucesivo; desde Freud (Freud, 1915/1976), se señalaba que lo inconsciente tenía un carácter atemporal. Pero esto no resolvió la cuestión, pues este tiempo freudiano parecía situarse en un tiempo cronológico, secuencial; noción que parecía excluir a los procesos psíquicos de todo orden temporal. Esta visión no siempre fue aceptada, ya que el psicoanalista francés Jacques Lacan tuvo otra visión del tiempo que fue central en el desarrollo de su clínica y su teoría y desarrolló la noción del tiempo lógico, cuya primera alusión tuvo lugar en el discurso de Roma. Posteriormente, formaliza este concepto en su artículo "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. un nuevo Sofisma" (Lacan, 1971); trabajo que lo llevó a desarrollar algunos conceptos inéditos en torno a la temporalidad de los procesos psíquicos. Este trabajo continuó toda su vida, hasta el ultimo seminario titulado "La topología y el tiempo" ( Lacan, 1978).
Estos planteamientos teóricos tuvieron efectos fundamentales en el espacio de la sesión, pues la duración de las sesiones seguía una temporalidad psíquica y no cronológica, asimismo, al término de éstas había un efecto de escansión. Es decir, un señalamiento, una pauta al nudo sintomático del tiempo. Este tiempo lógico se refiere a los procesos inconscientes; por eso, las formaciones de lo inconsciente como el sueño, tienen un carácter temporal, mas no en la lógica de la sucesividad, sino; en el campo del proceso primario en el cual precisamente tiene su origen el fantasma. En la temporalidad psíquica no todo el tiempo lógico se sitúa en lo inconsciente, pues falta resolver el campo de lo historizable en el sujeto, ya que este tiempo inconsciente, no le es aprehensible en sí mismo, tiene que pasar a formar parte del proceso secundario para constituirse en una relación simbólica, histórica. En este sentido, la interpretación de los sueños es una muestra del pasaje de un material inconsciente, hasta derivar en un evento histórico, a la manera de un proceso de construcción narrativa del cual deviene un sentido. Por ello, la temporalidad subjetiva no se puede pensar sólo como efecto de la historia consciente; es un ser en todos sus tiempos, en un juego de lenguaje entre el pasado, presente y futuro. Fenómeno en el que los sueños son una ventana al tiempo de lo inconsciente, como un enigma que hace imagen del deseo. Y precisamente en estas fronteras, se juega el tiempo del fantasma invocado por Rulfo.
Sobre los recursos de su temporalidad narrativa
Lo genial de este autor es que las tramas son estructuradas como una serie calculada de fragmentos en los que el lector da sentido a posteriori. Esto lleva a pensar en una estructura similar al sueño, en el cual están atrapadas escenas fragmentarias de los tiempos. Es decir: Reproduce la estructura de lo imaginario (Kristeva, 1996.). Este orden lógico implica la creación de un estilo narrativo, un realismo "mágico" en el que la invención de una nueva estructura narrativa, produce las condiciones necesarias para que la fantasmagoría de Rulfo y del lector sean participantes activos en formar las tramas de
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