Burbuja Inmobiliaria Segun Marx Y Keynes
rlcruz25 de Mayo de 2013
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"¿Cuál es la naturaleza de la crisis? El estallido de la burbuja inmobiliaria ha producido grandes pérdidas para todos los que compraron activos respaldados por hipotecas; estas pérdidas han dejado a muchas instituciones financieras con demasiada deuda y muy poco capital para proporcionar el crédito que necesita la economía. ¿Qué se puede hacer frente a la crisis? La ayuda a los propietarios, aunque es deseable, no puede impedir las grandes pérdidas ocasionadas por los préstamos fallidos, y en cualquier caso, sus efectos serán demasiado lentos para mitigar el pánico existente. Lo natural sería, entonces, buscar la solución adoptada en muchas crisis anteriores, que es enfrentar el problema del inadecuado capital financiero haciendo que los gobiernos proporcionen a las instituciones financieras más capital a cambio de una parte de las empresas".
Marx y Keynes
Mientras la crisis arrecia, los neoliberales se esconden y los "heterodoxos" ofrecen estas tibias salidas, donde ni siquiera hay un salvavidas para los que pierden sus casas, algunas otras noticias nos llaman la atención.
Ambos, Marx y Keynes, comparten algo que los hace atractivos. Demostraron, cada uno en su momento y con distintas herramientas teóricas, la realidad de la crisis en el capitalismo, frente a los que creían que se la podía exorcizar simplemente haciendo como si no existiera. Los dos, también, se mostraron escépticos frente a lo que siempre se vendió desde la ortodoxia económica: la mano invisible del mercado como mejor asignador de los recursos. La reaparición de estos viejos íconos es un verdadero cross en la mandíbula a tantos economistas del establishment que se autodefinían como "la" economía.
La propuesta de Keynes
Pero ambos también interpelan a la heterodoxia. Una lectura básica del gran economista inglés llenaría de vergüenza a los hoy de moda Krugman o Stiglitz. Hay un abismo entre sus tibios planteos y las propuestas intervencionistas de Keynes, sus planes de obras públicas, su desparpajo para afirmar "que se hagan pozos de día y se los tape de noche" como afirmación de que lo fundamental era reactivar la demanda efectiva, e incluso su respuesta cínica a quienes dudaban de la consistencia de sus propuestas ("en el largo plazo estamos todos muertos"). Salvar a los bancos, bajar la tasa de interés de referencia, ampliar el crédito sirve para poco, nos dirían Keynes, cuando reina la incertidumbre y caemos en la preferencia por la liquidez, donde nadie se desprende de su propio dinero y así se ahonda la depresión. Keynes no se fijaría en "cómo financiar" la obra pública, o cuán prolijas quedan las cuentas públicas.
El fantasma de Marx
Pero Keynes no es "socialista". Su imagen brilla ante la palidez de los nuevos heterodoxos. Pero debemos tener cuidado con el riesgo inverso. El embellecimiento del inglés puede llevarnos a creer que se trata simplemente de imponer un conjunto de medidas más "radicales" que las actuales, pero que finalmente existe un capitalismo "bueno", "productivo", que puede imponerse a otro "especulativo", "de exclusión", "neoliberal". Y aquí es donde emerge, con todo, la sombra barbada del viejo Marx. ¡Enhorabuena la "moda" de volver a leer El Capital! Allí, el alemán afirma, blanco sobre negro, que el capitalismo engendra siempre, inevitablemente, crisis, miseria y opresión. Que es el escándalo de la pobreza y el hambre en medio de la opulencia y el despilfarro. Y que eso no es producto de los "excesos", sino que está en la lógica misma de un sistema que se mueve en base a la mayor ganancia y la acumulación del capital.
Keynes no era socialista. Sus medidas tenían como objetivo salvar a un sistema que el veía, en medio de la crisis del '30, seriamente
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