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Butoh, la danza del sacrificio extremo


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2015  •  Informes  •  1.833 Palabras (8 Páginas)  •  170 Visitas

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BUTOH, LA DANZA DEL SACRIFICIO EXTREMO

Por: Henrry Eduardo Buiza Cabello

«El butoh es la danza de la oscuridad que busca la irracionalidad», con estas palabras inicia la bailarina, coreógrafa e investigadora brasilera Simone Mello, en la conferencia realizada el día jueves 12 de noviembre del presente año en la sala de grados de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Esta ponencia se llevó a cabo en el marco de la semana de la Escuela Académica de Arte, dándole así un pequeño espacio interdisciplinario a los estudiantes de Danza, para realizar un conversatorio donde se pueda dar a conocer los puntos de vista de los invitados; ya que, no solo estaba dirigido a bailarines, sino también, a todos los miembros de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

El evento dirigido por la Licenciada estuvo dividido en dos partes; en la primera, da a conocer el origen, concepto y fundadores de la danza butoh; y en la segunda, muestra la relación que existe entre el butoh y las danzas contemporáneas, todo ello acompañado de una exposición de material fotográfico y audiovisual; y que fue recolectado a través de su investigación que la llevó a realizar su tesis: «Fluctuaciones del Butoh en el cuerpo del artista que danza: poéticas del mestizaje»

En la primera parte de la exposición dio a conocer cómo el butoh se ha ido transformando hasta llegar a ser lo que es ahora: «la danza del sacrificio extremo». Surge con Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata, conmovidos por los fatídicos bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, comenzando con la búsqueda de un nuevo cuerpo, el cuerpo de la pos-guerra. El butoh se inició como una danza política criticando y tomando conciencia de todo lo que había dejado este ataque, la devastación de la bomba atómica, da nacimiento a una conciencia de humanidad muy fuerte que echa sus raíces en este arte preocupado por las sutilezas del alma, un alma que no quiere agradar sino expresarse; luego pasó a ser una danza de gran expresividad que, paradójicamente, se nutre de la meditación intentando reflejar estados mentales. Esto se traduce en coreografías de movimientos lentos y a veces imperceptibles; ya que, la verdadera actividad se realiza en la mente. Otras veces sorprende por lo grotesco de sus imágenes, consecuencia de una ansiada libertad espiritual y corporal que huye de la belleza en pos de una estética feísta que refleja los estados internos.

        

La palabra «butoh» ha ido incorporando sufijos con el objetivo de enriquecer más su significado, pues butoh deriva de la palabra «bullo» que significa danza en japonés, luego pasó a ser «butoh», palabra compuesta por «bu» que significa lo que se eleva, y «toh» que quiere decir, lo que está dentro de la tierra, mostrando así las oposiciones del universo. Luego se empieza a formular un significado más trasgresor, pues expresa todo lo que está fuera del sistema, negando así la tradición japonesa.

En la segunda parte de la exposición, para dar a conocer la relación que existe entre el butoh y las danzas contemporáneas, menciona otro personaje muy influyente en esta técnica, Tadashi Endo. Él dice que: «El butoh existe en mí desde que conocí a Kazuo Ohno»; ya que al encontrarse con él en su taller se dedica a bailar influenciado en este nuevo estilo aprendido, pues le enseña a sacar a flote sus emociones sin tratar de copiar a su maestro. Esto es muy importante aplicarlo en la danza contemporánea pues uno no se debe basar solo en copiar sino crear su propio movimiento expresando sus sentimientos. «Tadashi Endo representa una de las líneas de acceso que nutren a la danza Butoh en América Latina. Sigue la línea del maestro Kazuo Ohno, la que se basa, fundamentalmente, en el trabajo de improvisación y exploración del mundo sensorial y emotivo, en un contexto de explosión de violencia y Eros», refiere la bailarina Mello (Luces, 2015).

Tadashi agrega el sufijo «ma» que significa vacío, así el «butoh-ma» quiere decir tornar visible lo invisible, pues su intención es encontrar su mundo más profundo para demostrar el «ma», es como estar entre el espacio y el tiempo o entre el cielo y la tierra. A Tadashi le gusta trabajar la simbología, pues en sus coreografías utiliza el número siete, de importante significación espiritual en el argot japonés tradicional.  

Tadashi también baila afuera de una alfombra como metáfora de que no se debe de bailar lo mismo, pues debemos descubrir nuestra propia danza para así poder experimentar otros nuevos estilos contemporáneos, teniendo en cuenta que la danza es efímera, expresada en un momento y tiempo determinado. El cardumen es una metáfora de cuerpos colectivos que evolucionan, pues en ello podemos apreciar que el individuo es uno mismo en tanto está influenciado por la sociedad.

El hijo de Kazuo Ohno, Yoshito Ohno, resume el pensamiento de su padre «los butohcas no pueden bailar en la alegría, sino en la tristeza» por ello menciona que todos pueden bailar butoh, porque alguna vez se han encontrado sumergido en la tristeza, la tragedia, la desesperación u otros problemas que pueden ayudar a sacar a flote estos sentimientos encontrados, en cada movimiento.

A estas alturas, es lícito hablar sobre uno de los ejes paradigmáticos de Mello, la cuestión del mestizaje, para el cual menciona los aportes de Mishel Serej en el campo de la interculturalidad. En el actual mundo globalizado, y en nuestra América idiosincrática, las concepciones de heterogeneidad adquieren connotaciones extra-vivenciales, que derivan en acalorados y apabullantes debates sobre la Identidad. La influencia de la cultura asiática en el mundo brasilero construye una nueva danza que recoge los rasgos más sorprendentes de ambos lados. Pero este traspase no se detiene en una mera anécdota de inmigrantes, sino que salta a los campos y niveles más íntimos de la interacción humana, promoviendo un salto, una transferencia de cuerpo a cuerpo, de sentimiento a sentimiento, para ir escalando de cultura a cultura, de realidad a realidad. Esta visión «inclusiva» es la que ha caracterizado a buena parte de los discursos culturales y políticos de la última mitad del siglo pasado, con la intención de romper el rígido dogmatismo de aquellos fijos relatos. «Tratamos de iluminar las experiencias del mestizaje de la cultura que desplazan información de un cuerpo a otro, de una cultura a otra, de un tiempo a otro, de un campo de investigación a otro, trabajando con los cuerpos de la danza desde el movimiento de ondulación, en constante vibración, propagación, alteración y metamorfosis», sostiene Mello.

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