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CAMBIAR LAS RELACIONES EN LA EMPRESA


Enviado por   •  4 de Enero de 2014  •  1.606 Palabras (7 Páginas)  •  207 Visitas

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CAMBIAR LAS RELACIONES EN LA EMPRESA: APRENDER DEL CASERIO GIPUZKOANO

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2013 Dejar un Comentario Escrito por Mariano Iriarte

Nuestras empresas están posicionadas en una tendencia de baja competitividad, lenta pero cierta, atenazadas entre los productos de bajo coste provenientes de Asia y los productos de alto valor añadido provenientes de otros países europeos.

Hoy, en esta situación, la empresa no puede ir hacia la competitividad si no es en base a la cooperación; la cooperación con las empresas del entorno, la cooperación con las universidades y centros de formación, pero sobre todo la cooperación de sus trabajadoras y trabajadores. Ellas y ellos detienen el saber y el querer en las empresas, aquello que moviliza el aprendizaje, la pasión, la iniciativa y la cooperación y que hace que los procesos sean más eficaces y más eficientes y los productos de mayor valor añadido.

La empresa necesita ese querer y ese saber pero arrastra un modelo trasnochado que cierra las puertas a la confianza. Porque para que los trabajadores y las trabajadoras cooperen tiene que haber unas bases de confianza que den ganas de cooperar.

La confianza tiene múltiples aspectos (transparencia de información, coherencia entre las palabras y los actos, competencia en las acciones) pero hay uno en particular que es el hecho de “saberse tenido en cuenta” y de que la empresa “se hace cargo de mi”. Y ¿Cómo la empresa “se hace cargo de mi” y de mi situación?

Evidentemente que la empresa no se hace cargo de mi cuando vende el 51% de las acciones a multinacionales o a fondos de pensión. A lo largo de 2012 y en el primer trimestre del 2013 tenemos el ejemplo de empresas de renombre y de larga trayectoria en el País Vasco, como Ramon vizcaíno, Formica, Catelsa, Permesa, Perot Wangner que después de haber sido compradas por multinacionales han sido o están siendo cerradas en nombre del ROI y de la estrategia internacional de competitividad. Otras empresas gipuzkoanas de renombre, vendidas recientemente a multinacionales, seguirán probablemente la misma trayectoria. Al tiempo!

Está claro que si la propiedad tiene su sede en Suecia o en USA donde se toman las decisiones, en función de la subida o bajada de acciones, no puede haber confianza por parte de los trabajadores y trabajadoras. Pedir la participación y la cooperación en estas condiciones es demandar un sometimiento. Participar y cooperar sin confiar es una quimera o una pena para la persona. No puede haber confianza si no existe entre la propiedad y el trabajo una manera de entender la empresa y unas relaciones contractuales que les implican mutuamente: “Yo me implico porque se que la propiedad se implica conmigo”.

Hoy la empresa debe repensar las relaciones contractuales entre la propiedad y el trabajo porque la competitividad depende de ello.

¿Qué formas puede tener esta relación contractual ente la propiedad y el trabajo para mejorar la confianza?

El cooperativismo gipuzkoano es un caso claro y ejemplar que demuestra, en tiempos de crisis su robustez (aunque haya algunas cooperativas que tratan a sus filiales como las multinacionales tratan a las nuestras). El cooperativismo es, si duda, un tesoro socio-económico para Gipuzkoa y para el País Vasco. Pero hay, actualmente, en cooperativas y en empresas SA de nuestro entorno, esfuerzos para encontrar formas a través de las cuales las personas trabajadoras evidencian que la empresa “se hace cargo de mi”. Conozco algunas, donde los dirigentes se empeñan en crear las condiciones contractuales de implicación mutua entre la propiedad y el trabajo y también en ese sentido son ejemplares.

Pero para abordar esta cuestión, desde las raices de la cultura vasca y a sugerencia de un amigo de una empresa de Ermua, me he dado un paseo por el caserío gipuzkoano, por ese arquetipo social que ha sido el “basarri” en el País Vasco y en Navarra desde los siglos XVI hasta la industrialización. La intención es de escuchar lo que hicieron nuestros mayores y establecer una relación con lo que se podría aprender de ellos para un modelo de empresa vasca asentada en la originalidad de su tradición y en la innovación.

El caserío es un lugar hecho para durar más allá del que lo habita, por eso es indivisible y por eso la invención del mayorazgo como medio para su continuidad. La empresa debería recuperar ese espíritu de perennidad y de indivisibilidad. Tanto la propiedad como el trabajo deberían estar a su servicio porque su continuidad es sinónimo de la propia continuidad. Optar por la continuidad de la empresa es evidente cuando se la reconoce como un instrumento de bienestar social y no hay divorcio entre la organización

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