CAMBIO SOCIAL
omarlopezu212 de Abril de 2013
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Las reflexiones que siguen quieren dar testimonio claro de la necesidad de enfrentar los
cambios, de la importancia y necesidad del pensamiento abierto para hacerlo, y de la
búsqueda, balbuceante por momentos, de contenidos que expresen nuestra realidad y
nuestras posibilidades. Aun cuando estas reflexiones tienen como telón de fondo la práctica
de los proyectos de desarrollo rural, están orientadas a ubicar un clima ideológico en el cual
se desenvuelven las propuestas de desarrollo rural, y el entorno teórico, fundamentalmente
de las ciencias sociales, que los acompañan.
Quieren mostrar la relación entre las teorías del cambio social y el desarrollo rural. Para ello,
centraré mi atención en tres de las preguntas sugeridas por el temario: ¿Qué se quiere decir
cuando se habla de desarrollo? ¿Cómo se encara la concepción de desarrollo una vez
adoptada la oposición tradicionalidad/modernidad en las opciones concretas? ¿En qué
medida estos proyectos pueden convertirse en políticas nacionales?
Mi acercamiento a las preguntas es una aproximación conceptual a las propuestas del
desarrollo rural, en sus líneas y características generales, más que en sus connotaciones
específicas. Con esta aproximación intento mostrar los elementos básicos compartidos por
ellas y explicitar algunos de sus supuestos.
Desarrollo, cambio social y temporalidad
Toda noción de desarrollo1 involucra una teoría del cambio social. La interpretación del
contenido, los agentes, la direccionalidad, los instrumentos y los medios para lograr el
cambio están directamente relacionados con posiciones ideológicas2.
Pero además toda teoría del cambio, considerada desde las representaciones colectivas
(conciencia, cultura e ideología) contiene, y está atravesada, por nociones específicas de
tiempo, y por horizontes temporales más o menos explícitos y más o menos concientes.
Estos horizontes temporales son los que proveen de elementos, contenidos y profundidad a
las teorías del cambio, y según cómo los consideren y elaboren, tendrán mayor o menor
fuerza interpretativa.
1 La noción de desarrollo tiene como antecedente la de progreso, originada en la época de la Ilustración y cuyo uso se
generalizó con la consolidación del capitalismo y sus concomitantes procesos de industrialización y urbanización, a partir del
supuesto, aceptado por las disciplinas naturales y sociales del siglo XIX, que la razón permitiría descubrir las leyes generales de
la naturaleza y del orden social.
2 Esto entre otras razones, debido a que el desarrollo supone opciones con respecto a cómo lograr los cambios, hacia dónde
dirigirlos y a quiénes beneficiar.
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No hay teoría del cambio sin noción de tiempo, pero la temporalidad, en las
representaciones colectivas, según la densidad y sedimentación de los fenómenos, tiene, por
decirlo de alguna manera, distintos grados de conciencia para los sujetos. La temporalidad
en las representaciones colectivas no tiene que ver sólo con lo cronológico, como sucesión
de acontecimientos, sino con la densidad y huella que adquiere en la experiencia individual y
social, y en éstas se puede mezclar el pasado y el deseo de futuro; lo que el grupo social ha
experimentado y las objetivaciones de las experiencias de otros; el tiempo social de la propia
sociedad y el tiempo social amplio.
Por esto es que en las teorías del cambio se entremezclan cuando menos tres horizontes
temporales:
a) El referido a la coyuntura en la que se realiza la interpretación del cambio. La
coyuntura no solamente se refiere al tiempo cronológico en el que se desenvuelve la
interpretación, sino también al tiempo social. El tiempo social se refiere a la
intensidad, a la direccionalidad y a la velocidad de los procesos que atraviesan la
sociedad. La coyuntura puede cristalizar transformaciones radicales de la sociedad.
Este fue el caso en el s. XIX en países de Europa occidental cuando se pasa
definitivamente de la sociedad feudal a la capitalista; o en el Perú actual en que
procesos que se originan hace cuatro siglos y que aceleran su intensidad y velocidad
desde los años 20, se hacen más visibles en los años 80, lo cual produce una
coyuntura sumamente rápida y dinámica que dificulta la interpretación sistemática. La
reflexión actual sobre el desarrollo rural está fuertemente teñida por la coyuntura y por
ello debe considerar los contenidos sociales, la situación socioeconómica, la
ideológica y las fuerzas políticas actuantes.
b) El de la historia, entendida como proceso de larga duración y construcción de
sociedad (lo cual puede llevar al error de entenderla como un proceso evolutivo
unilineal). La historia debe entenderse como campo de acción de las clases y de las
personas, y no sólo como la sucesión de acontecimientos y transformaciones de las
instituciones. La historia es una marcha y contramarcha de procesos y apuestas
exitosas o pasmadas. Este horizonte temporal, fundamental para cualquier teoría del
cambio, muchas veces -sobre todo en la sociología- es ignorado o mal interpretado
cuando se pretende explicar los acontecimientos actuales exclusivamente por su
génesis.
c) El de la condición humana, que incluye la historia de una sociedad y la coyuntura por
la cual ella atraviesa, pero que las coloca frente a los hallazgos, fracasos, logros y
propuestas del conjunto del género humano, independientemente de nacionalidades
y temporalidades. El horizonte de la condición humana especifica nuestra manera de
estar en la historia a escala planetaria y nos hace partícipes de ésta; permite, por
ejemplo, la apropiación de construcciones sociales de la realidad que no sólo
dependen de las características del país sino que provienen de otras sociedades y
tiempos3. El tiempo de la condición humana permite comprender que los seres
humanos no son una construcción definitiva, acabada y determinada por sus
condiciones inmediatas, sino que son una construcción social que abarca
3 Por ejemplo, la noción de persona, no depende sólo del logro y afirmación de valores en un país determinado, sino que es
una construcción lograda a través del tiempo, en distintas latitudes y sociedades.
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experiencias múltiples. Muestra que los seres humanos son perfectibles a partir de su
capacidad para construir las condiciones sociales que los posibiliten, y que logran su
individualización a través de esa construcción.
La noción de cambio también supone una aproximación a la naturaleza de la sociedad y a la
naturaleza humana. Con respecto a la segunda los polos de interpretación ubican al hombre
como un ser en permanente pugna con sus semejantes o como un ser naturalmente bueno
que es corrompido por la sociedad4.
Con mayor o menor precisión estas dos tendencias se relacionan con interpretaciones de la
sociedad. Así, por ejemplo, la visión del hombre como enemigo para sus semejantes
corresponde a una imagen de sociedad en la que campea la guerra de todos contra todos,
lo cual exige instituciones que eviten que los hombres se acaben entre sí. Ambas
aproximaciones a su vez, guardan correspondencia con posiciones ideológicas, progresistas
o conservadoras5. Las progresistas, si bien reconocen que las instituciones son imperfectas,
afirman y confían en las posibilidades de los individuos para mejorarlas. Las conservadoras
son pesimistas con respecto a la naturaleza humana y confían en las instituciones para frenar
sus imperfecciones.
En las teorías del cambio es necesario ubicar el papel y la definición de la noción de razón -
base del pensamiento científico- y la definición de racionalidad. Max Weber6 por ejemplo, al
analizar la historia de la humanidad, ubica tres tipos de poder tradicional, carismático y
burocrático. Este último basado en la adecuación de medios a fines y por lo tanto racional, y
el cual corresponde a la época y sociedad capitalistas. El mismo Weber identifica la empresa
capitalista con lo racional en economía, lo cual ha llevado a que muchos autores identifiquen
«lo racional» con la organización capitalista.
La razón es definida como cualidad específica del género humano, se ubica en la esfera
cortical, y se la vincula
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