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COMPONENTES DEL DESARROLLO LINGÜÍSTICO DE LOS NIÑOS: FONOLÓGICO, LÉXICO-SEMÁNTICO, MORFOSINTÁCTICO Y PRAGMÁTICO

christabellsanchEnsayo24 de Septiembre de 2014

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COMPONENTES DEL DESARROLLO LINGÜÍSTICO DE LOS NIÑOS: FONOLÓGICO, LÉXICO-SEMÁNTICO, MORFOSINTÁCTICO Y PRAGMÁTICO

Este capítulo trata de los aspectos pragmáticos del lenguaje hablado, es decir, de las formas en que el lenguaje se utiliza en la comunicación social. La atención se centrará en el niño como comunicador. El acento se sitúa en la naturaleza social del lenguaje, especialmente durante el proceso de adquisición. Se considera que el niño ha completado o casi completado el desarrollo del lenguaje cuando su habla se parece a la del adulto que, irónicamente, con frecuencia es juzgado a partir de las capacidades de lectura y escritura, no del uso coloquial del lenguaje en situaciones cotidianas).

Los niños, en especial los muy pequeños, probablemente comprenden mucho menos del lenguaje hablado que se les dirige de lo que hemos supuesto. Comprenden palabras y frases clave, apoyándose muy fuertemente en el contexto para tratar de extraer lo que se les dice, produciendo frecuentemente errores de interpretación. CLARK y CLARK presentaron como ejemplo un niño que decía que los microbios son “algo con lo que juegan las moscas”, como resultado de haber oído a su madre decir “Tenemos que tener cerrada la puerta alambrada, cariño, y así no entrarán las moscas. Las moscas traen microbios a casa”. El niño intenta interpretar el lenguaje que oye de forma activa y darle significado. El niño usa el contexto del lenguaje para extraer su significado. Lo esencial de este proceso interpretativo es la comunicación entre el niño y otra persona.

Se establece una distinción entre las habilidades y los procesos de comunicación. Las habilidades del lenguaje son aquellas habilidades lingüísticas que el niño desarrolla a medida que se hace más competente con el habla, mientras que los procesos de comunicación se refieren a cómo el niño se convierte en un conversador activo, obedeciendo todas las convenciones sociales que rigen el uso apropiado del lenguaje. Si bien ahora nos centraremos exclusivamente en el lenguaje hablado, hay algunas implicaciones importantes para la lectura y la escritura.

De muchas maneras, el niño continúa aprendiendo aquellas convenciones sociales atendiendo a los usos del lenguaje que comienzan en la primera infancia. Ahora describimos el desarrollo de las habilidades comunicativas en los niños desde los dos o tres años de edad hasta los ocho o nueve años. Centraremos nuestro interés en la estructura del lenguaje y en los tipos de lenguaje utilizados en la conversación eficaz. Las habilidades comunicativas serán consideradas en tres contextos, la casa, el preescolar (o escuela maternal) y el aula de la escuela primaria.

La comunicación temprana

La interacción madre-hijo y el desarrollo de la comunicación Está claro que cuando el niño empieza a hablar ya es un participante activo en las interacciones sociales. El niño contribuye a la interacción, usando sus ya existentes recursos comunicativos. Emplea estrategias particulares para comunicarse con los adultos, estrategias que sientan las bases para el futuro uso del lenguaje. WELLS (1981) enfatizó la importancia de la conversación, entre las madres y sus niños.

Algunas de estas características se aprenden prelingüísticamente, posibilitando que las posteriores conversaciones estén más centradas en el lenguaje. Por ejemplo, el niño debe aprender acerca de la toma

de turnos; es decir, debe saber cuándo es apropiado hacer una contribución a la conversación y cuándo no. El niño puede aprender las pistas no-lingüísticas que se utilizan para indicar el principio o el final de un turno en una conversación. Estas de hecho pueden ser aprendidas antes de aprender el lenguaje.

FRENCH y WOLL (1981) sugirieron que el papel del lenguaje en las conversaciones era constitutivo. Con esto querían decir que el lenguaje y el contexto en que se emite están muy relacionados y que cada uno es creado por el otro. Diciendo que el contexto constituye el lenguaje quisieron decir que durante la conversación los participantes se apoyan en el uso del contexto para extraer el significado de las producciones del otro. En otras palabras, el significado del lenguaje se extrae en y de la situación en que tiene lugar la conversación. También quisieron decir que el contexto es constituido por el lenguaje de los participantes en la conversación. Es decir, la conversación y la situación en que tiene lugar toman significado a partir del lenguaje utilizado. Mantuvieron que los niños llegan a aprender acerca del lenguaje a través de esas interacciones en las que ambos participantes utilizan pistas contextuales lingüísticas y no- lingüísticas.

French y Woll ofrecieron ejemplos de cómo el niño utiliza estrategias en la conversación para acceder a ella, captar la atención de otro para la misma y finalizarla. El uso de la interrogativa, como “¿Sabes qué mamá?”. Creían que el niño aprendía primero estrategias infantiles para la conversación y que el uso de una interrogativa es una forma de acceder a la conversación aceptable para un niño. Si el niño hace una pregunta como “¿Sabes qué?”, el adulto responde con una pregunta (“¿Qué?”), retornando la conversación al niño y permitiéndole participar. Las interrogativas por lo general llevan finalmente a una respuesta del adulto, en lugar de ignorar al niño. De este modo, la conversación se convierte en el contexto para la constitución del lenguaje.

El lenguaje del niño no se desarrolla tan sólo en términos de un aumento del vocabulario y de una gramática cada vez más compleja, sino que también se da un mayor aprendizaje acerca del mundo. El niño busca constantemente expresarse y comprender el lenguaje de los otros. El medio a través del cual puede lograr un mejor desarrollo del lenguaje es la interacción, con un adulto, normalmente la madre. Ella ofrece la contextualización necesaria para el desarrollo del lenguaje.

Actualmente se reconoce que pueden existir importantes diferencias entre los tipos de conversación que los niños mantienen en casa y aquellos que mantienen, por ejemplo, en la escuela. Esta afirmación implica que un factor principal que contribuye al fracaso educativo es que el lenguaje del hogar se diferencia del de la escuela, tanto en su estructura gramatical como en los usos con los que se asocia.

Comparación entre las conversaciones en casa y las conversaciones en la escuela De cara a establecer comparaciones entre el lenguaje usado en casa y en la escuela, es necesario describir las condiciones sociales existentes en los dos entornos, condiciones que influyen en la naturaleza y el tipo de conversación posible. La casa y el preescolar. TIZARD y HUGHES (1984) llevaron a cabo un estudio en el cual compararon directamente el habla de niñas de cuatro años en casa y en preescolar (o jardín de infancia, como ellos le llamaron). Si bien la descripción del jardín de infancia lleva a pensar que es preescolar, los autores se referían a él como “escuela”. De hecho el primer objetivo del estudio era esclarecer el importante papel que las madres, en comparación con las instituciones educativas de preescolar, jugaban en el desarrollo lingüístico y cognitivo de sus hijos. Tizard y Hughes concluyeron que “el hogar ofrece un entorno de aprendizaje muy poderoso” Los autores consideraron que cinco factores contribuían a que los hogares fuesen un entorno de aprendizaje tan eficaz en comparación con el jardín de infancia.

1º En el contexto familiar tiene lugar un amplio abanico de actividades (lavar, ir de compras, ir a la biblioteca, visitar amigos y parientes, ir al cine, a la piscina, etc., así como viajar en coche, pasear, hablar por teléfono, mirar la televisión… Estas actividades permiten al niño experimentar aspectos de la cultura en la cual está siendo socializado.

2º Los niños y las madres pueden hablar acerca de sus experiencias compartidas sobre el mundo y, a través de esa habla, los niños pueden integrar su creciente conocimiento acerca del mundo y sus gentes.

3º Con el descenso de la tasa de natalidad, hay un menor número de niños haciendo demandas en el tiempo de que dispone la madre. En ese contexto se hace posible la conversación extensa uno a uno entre la madre y el niño.

4º Las actividades en el entorno de aprendizaje que constituye el hogar son significativas para el niño de cuatro años en la medida en que el propósito de actividades está claro para él. Frecuentemente las madres sitúan sus actividades en un contexto para sus hijos, hablando acerca de lo que están haciendo y por qué lo están haciendo. Esas actividades se vuelven interesantes para el niño en edad preescolar y su relevancia se hace evidente. Esto contrasta con el entorno escolar, donde el significado de las actividades dirigidas por el maestro frecuentemente no está claro para el niño (DONALDSON, 1978).

5º La intensa relación emocional entre madre e hijo caracteriza el hogar como entorno de aprendizaje, esta estrecha relación permite que el interés de la madre por que su hijo domine habilidades se traduzca en expectativas y logros eficaces.

Por el contrario, el jardín de infancia es una preparación para la escuela. Tizard y Hughes sostuvieron que los profesores de jardín de infancia ven su papel como de socializadores de los jóvenes preescolares en cuanto a aspectos de la escuela. A diferencia del mundo de la escuela, más formal, el jardín de infancia se interesa por el juego del propio niño. En el estudio de Tizard y Hughes esto significaba que los adultos no dirigían ni establecían objetivos para los niños, de modo que no apoyaban ni andamiaban al niño de forma sustancial.

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