COMUNICACIÓN

COMUNICACIÓN Y EDUCACIÓN

La comunicación social en un país se sustenta en el grado de identificación cultural que exista en él. Ésta última depende no sólo de que existan valores trascendentales a la gran mayoría de los habitantes de la nación, sino de que las élites de poder no hayan perdido los vínculos afectivos con los sectores populares, entre otros.

Las nuevas formas de vida, incompatibles con la tradición, no generan una mitología susceptible de procesamientos interiores, de elaboración poética y los hombres se ven sumidos en la competencia que reditúa el reconocimiento sólo en función de merecimientos externos.

Así la sociedad genera un individuo objetivamente débil; todo se ha vuelto intercambiable. Vivimos el tiempo de la carencia de convicciones, propicio al fanatismo, ya que nadie puede vivir sereno vaciado de creencias.

Teoría y Praxis: interrelaciones en el campo comunicador.

No hay mejor práctica sino la que procede de una buena teoría. El modo de conocer artístico, es radicalmente diferente al modo de conocer científico. Se llama a ese conocimiento del comunicador por connaturalidad. Se trata de un conocimiento orientado a la actividad, de un conocimiento orientado a la actividad, de un conocimiento práctico, uno que dirige lo que debe hacerse.

Hay ciertas cosas que el entendimiento puede separar, pero que no pueden ser separadas en la realidad. Así, cuando la inteligencia considera una cosa operable y distingue solamente elementos que en la realidad no se pueden separar, no hay conocimiento práctico, ni en acto ni en hábito, sólo conocimiento especulativo. El conocimiento por connaturalidad es un conocimiento orientado a la vida y la vida es un continuo, algo que no se puede descomponer. La inteligencia pura, el intelecto, en cambio, tiende a la descomposición, a la fragmentación.

El objeto del comunicador es hacer llegar su mensaje y hacerlo de tal suerte que provoque todo el efecto que ese mensaje pueda producir.

El comunicador social es, un traductor. Esta es su esencia, su característica formal propia ante la cual se subordina su carácter secundario de emisor y primario de receptor crítico.

Una tercera idea consiste en concebir al comunicador como alguien que, teniendo algo que expresar, debe recoger una suerte de valores y situaciones objetivas, propios de la situación que quiere comunicar y otros valores y situaciones objetivas, propios de la situación que quiere comunicar y otros valores y situaciones que atañen a las personas o a la multitud o muchedumbre, participantes en dicha situación. A esta idea añádese otra: el comunicador tiene, ante todo, que informar.

Por otra parte, se ha afirmado que el demonio en nuestro tiempo es el exceso de información que atenta contra varias necesidades del ser humano:

1. Armonía entre su yo y su entorno.

2. Dominio de su espacio material.

3. Ideas claras y distintas sobre el mundo y sobre la vida, es decir, un cierto grado de armonía y de correspondencia entre sus ideas y sus creencias.

Se debe tener en cuenta que la sociedad de masas ha roto, de modo definitivo, con un mundo antaño estructurado por la religión y, posteriormente por ella y la cultura civil que irrumpe con los nacionalismos. Esta cultura mosaico exige la facultad de componer, de superponer montajes hasta ordenar y dominar, la percepción que es, en una primera instancia, preconciente.

Si el comunicador es un traductor, frente a un texto, tiene que entender qué se dice y comprenderlo, o vivenciarlo y ser conciente de ello hasta el punto

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