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CUENTO DE TERROR NUESTRO AMIGO MUERTO


Enviado por   •  21 de Agosto de 2013  •  668 Palabras (3 Páginas)  •  369 Visitas

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Nuestro amigo muerto

Estábamos en la casa de un amigo que acabábamos de enterrar. Éramos cinco. El salón donde nos hallábamos era sumamente amplio y frío, y estaba mal iluminado. En el exterior de la casa hacía un tiempo horrible: era una noche tormentosa, llovía y había viento. No muy lejos de allí, después de un jardín bastante extenso que se veía en parte desde la ventana del salón, se encontraba la cripta familiar donde se hallaba ahora el cuerpo inerte de Mauricio.

El sacerdote que había oficiado el entierro nos acompañó un buen rato luego de que se marcharan los otros, eso fue al final del día. Lo noté algo turbado, preocupado tal vez, y antes de irse nos dijo que no nos quedáramos mucho allí, aunque no supo explicarnos por qué. Seguramente él no estaba seguro, pero probablemente presentía algo, o había sentido algo extraño, porque mientras pronunciaba unas oraciones miraba de reojo el ataúd de Mauricio.

Habíamos encendido la chimenea y conversábamos frente a ella:

- ¿Y la mujer que andaba con Mauricio, no se habrá enterado…? -preguntó Ramón, dirigiéndose a mí.

- Ni idea -le contesté-. Apenas la vi un par de veces, y no se acercó ni a saludar. La primera vez fue hace poco, una noche de carnaval, y la segunda fue hace unos días, la iluminé con el auto cuando venía por este camino. No le habrá hecho mucha gracia, porque se cubrió el rostro y volteó como si la hubiera encandilado, aunque andaba con las luces bajas. Supongo que había andado por aquí, ya era tarde de la noche.

- Esteban, ¿era tan linda como dice Ramón o no? -me preguntó esta vez Pablo, otro de mis amigos.

- ¡Oh sí!, pero también era extraña, muy pálida para mi gusto, y sus ojos eran tan negros como su pelo.

- Pálido estaba Mauricio estos últimos días -comentó Javier, y todos asintieron con la cabeza -. Sería por la anemia esa que le dio.

Después quedamos en silencio, recordando a nuestro amigo. Todos miraban las llamas de la chimenea. Mauricio no tenía parientes vivos, sólo tenía a sus amigos, y su última voluntad fue que nos quedáramos con su propiedad, un gesto típico de él; aunque sus últimos días estuvo bastante distanciado de todos. Se debilitó rápidamente por una anemia cuya causa no pudo explicar el único médico que vio, y murió repentinamente. Pensando en eso se me ocurrió algo que me hizo estremecer:

- Muchachos -les dije-. Todo esto me hace recordar un cuento de terror que leí, y varias películas que vi. No importa si se ríen, pero, a veces la realidad supera a la ficción y…

- Deja de andar con vueltas -dijo de pronto Sebastián, que hasta el momento había permanecido en silencio-. Creo que todos estamos

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