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CULTURA POLITICA

gusleon27 de Marzo de 2013

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Cultura politica 1396

Tratar de definir la cultura es una tarea compleja, sin embargo, nos referiremos brevemente a varios de los intentos que se han expuesto al respecto. Uno de estos intentos de definición se basa en la distinción de cultura y naturaleza:

“En un primer nivel, lo que caracteriza tradicionalmente a la cultura y la distingue de la naturaleza es el artificio, la costumbre, la convención. La cultura es una institución humana, y como tal corresponde al ejercicio de una voluntad, o, al menos, a un conjunto de intenciones de sentido: la cultura es un mundo donde se despliegan reglas y valores…En un segundo nivel, naturaleza y cultura han sido distinguidas desde el punto de vista de la libertad de la acción. Lo natural es, ante todo, lo espontáneo, lo instintivo, lo irreflexivo, o sea, la ausencia de la puesta en marcha del pensamiento deliberativo, del juicio, de la reflexión, que caracterizan por el contrario el despliegue de la acción libre, es decir, voluntaria”[1].

Con la distinción anterior, podríamos decir que la cultura puede ser definida en un sentido amplio, como todo lo cultivado por el hombre, tanto en el ámbito material como inmaterial. En un sentido restringido, la cultura estaría constituida por los diversos saberes que la humanidad ha alcanzado y recopilado a lo largo de la historia[2]. Pero el concepto de cultura no ha sido siempre el mismo. Desde la perspectiva de la cultura como formación de la persona, entre griegos y romanos el significado estaba relacionado con la educación de la persona a través de las artes, en lo que se conocía como paideia y humanitas respectivamente. En la Edad Media, la asociación entre cultura y religión era indisoluble; la Iglesia definía el rumbo cultural de la sociedad. En el Renacimiento la cultura se concibió como la formación que permite al hombre vivir del modo más perfecto en el mundo. Hasta entonces la cultura tenía en esencia un carácter aristocrático que sólo vino a ser replanteado durante la Ilustración, período en el comenzó a significar "enciclopedismo", o sea conocimiento general y conciso en todos los dominios del saber. Todo lo anterior, sin embargo, estaba concebido desde una mirada europea de la cultura[3].

En otra perspectiva, la cultura vista como producto de la formación del hombre, se piensa esta desde la vida colectiva y plural de un grupo social determinado cuyos símbolos, lenguajes, productos y hechos sociales lo definen a sí mismo. Es la concepción del relativismo cultural, que considera como productos culturales desde la forma de preparación de un alimento hasta una famosa obra pictórica[4].

En el desarrollo del concepto de cultura han sido muchos los autores que han expuesto tesis diversas. En el Siglo XVIII, J. J. Rousseau consideró la cultura como fenómeno distintivo de los seres humanos cuya característica principal era la universalidad. En el Siglo XIX, E. B. Tylor, sostenía que la principal tendencia de la cultura desde los orígenes a los tiempos modernos era el tránsito del salvajismo hacia la civilización; F. Boas hablaba de culturas e insistía en la necesidad de estudiar muchas culturas particulares y reunir una importante información etnográfica antes de aventurar leyes universales. B. Malinowski creía que todos los elementos de la cultura poseían una función (social, histórica, geográfica, etc.) que les daba sentido y hacía posible su existencia. De acuerdo con Lévi-Strauss, la cultura es básicamente un sistema de signos producidos por la actividad simbólica de la mente y que las asociaciones simbólicas no necesariamente son las mismas en todas las culturas.

Según Karl Marx, el dominio de lo cultural es un reflejo de las relaciones sociales de producción. La cultura es considera como uno de los medios por los cuales se reproducen las relaciones sociales de producción, que permiten la permanencia en el tiempo de las condiciones de desigualdad entre las clases. Antonio Gramsci llama la atención a la hegemonía, un proceso por medio del cual, un grupo dominante se legitima ante los dominados y los dominados terminan por naturalizar y asumir como deseable la dominación. Louis Althusser propuso que el ámbito de la ideología (el principal componente de la cultura) es un reflejo de los intereses de la élite, y que a través de los aparatos ideológicos del Estado se reproduce en él. Corrientes más contemporáneas como el neoevolucionismo (L. White y J. Steward), consideran la cultura como el producto de las relaciones históricas entre un grupo humano y su medio ambiente.

En nuestros tiempos, García Canclini en su texto “Diferentes, Desiguales y Desconectados”, en el capítulo I: “La cultura extraviada en sus definiciones”, pone énfasis en cuatro tendencias de lo que sería la cultura[5]. Estas tendencias engloban dimensiones contemporáneas de la cultura. La primera tendencia es la que entiende la cultura como la instancia en que cada grupo organiza su identidad. En la segunda tendencia, la cultura es vista como una instancia simbólica de la producción y reproducción de la sociedad a través de las prácticas sociales. La tercera tendencia observa la cultura como una instancia de conformación del consenso y la hegemonía, o sea de configuración de la cultura política, y también de la legitimidad. La cuarta tendencia interpreta la cultura como dramatización o representación de los conflictos sociales en el juego de las luchas de poder.

Pero si no es fácil llegar a un consenso acerca del concepto de cultura, tampoco lo es respecto a la definición de “política”. Cuando se piensa en “la política”, usualmente se hace una asociación con “la politiquería”, práctica que se desenvuelve en medio de maquinaciones individualistas, sin contenidos axiológicos, ni ideales, y que en gran parte es responsable del desprecio y distanciamiento hacia la política[6].

Las definiciones clásicas sobre la política apuntan a definirla como el "ejercicio del poder". Para Platón, la política es un arte, una ciencia y hay que estudiarla ya que en política no se improvisa; la política se subordina al ámbito ético como una vía efectiva para ejercer, no sólo una moral social sino también, una moral individual. Aristóteles analizó las ciudades (polis) griegas en su obra “La política”, considerando al hombre como un animal político que se socializa, así, la política sería una actividad inherente a la naturaleza humana y la ciencia de la organización y conducción de la polis.

La política puede ser comprendida o bien como una actividad que tiende al acuerdo y al consenso, o bien como una práctica que resalta los aspectos más conflictivos de la vida en sociedad. Las teorías políticas como la teoría liberal han entendido la política en ese primer sentido; igualmente, autores como H. Arendt entienden que vivir políticamente significa que todo es decidido a través de palabras y persuasión y no a través de la fuerza y la violencia. En el segundo sentido encontramos posiciones como la de las teorías postestructuralistas contemporáneas que entienden que el conflicto en política sólo puede tener una solución hegemónica basada no el consenso, sino en algún tipo de articulación política que no necesariamente está basada en un acuerdo, también autores como Carl Schmitt se han situado en esta comprensión: la política como juego o dialéctica amigo-enemigo que tiene en la guerra su máxima expresión. M. Duverger la asimila como lucha o combate de individuos y grupos para conquistar el poder que los vencedores usarían en su provecho.

La política puede ser considerada igualmente como el poder de trasladar, la ciencia de organizar y el arte de prever. En este sentido la política adquiere la doble dimensión de la conducción de seres humanos y la administración de las cosas. También puede considerarse como el arte de lo posible y el esfuerzo por hacer posible lo deseable.

Con lo anterior, es de aclarar que “la política” y “lo político” no es lo mismo. Desde los griegos se ha distinguido entre “la política” y “lo político”, para designar con lo primero, la actividad humana mediante la cual se organiza, dirige, jerarquiza y gobierna, y con lo segundo lo relativo a la organización, la dirección y el gobierno en términos estáticos[7].

Según el pensador griego contemporáneo Cornelius Castoriadis, "los griegos no inventaron lo político en el sentido de la dimensión de poder explícito siempre presente en toda sociedad, inventaron, o mejor dicho crearon la política como la ciencia que organiza dicho poder"[8]. Lo político (Politisch, le politique, il politico, Political) constituye la dimensión del poder explícito, y la política (Politik, la politique, la politica, Politics) la institución conjunta de la sociedad. De esta forma, lo político sería en términos de C. Schmitt, lo permanente, perteneciente a la esfera de la naturaleza humana; la política sería lo perecedero, la actividad del hombre para organizar lo político, pertenece al domino del hacer[9].

Chantal Mouffe presenta una diferenciación conceptual entre la política y lo político, refiriéndose a la primera como los mecanismos y formas mediante las cuales se establece un orden, se organiza la conflictiva existencia humana; la segunda es entendida como cualidad de las relaciones entre las existencias humanas y que se expresa en la diversidad de las relaciones sociales[10]. En este sentido, las siguientes líneas son aclarativas del concepto de lo político[11]:

Lo político es una cualidad que se construye, que emerge en

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