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Cambiando Mente

sinforeano13 de Abril de 2015

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CAMBIANDO MENTE, ALMA, CORAZÓN Y CUERPO.

Madre hay una sola, dicen, pero eso no parece aplicarse en el mundo animal.

Desde mamíferos a insectos, pasando por reptiles o moluscos, la naturaleza ofrece innumerables ejemplos del más abnegado instinto maternal.

Hembras que cuidan con extrema dedicación sus huevos, otras que actúan de cebo para alejar a los predadores de sus cachorros.

Unas son capaces de sacrificar partes de su cuerpo por sus crías, otras como los elefantes los mantienen bien cerquita durante años.

Y semejante esfuerzo es fundamental para la supervivencia de sus hijos en el mundo natural, que también puede ser muy hostil.

Grandes y pequeñas, cada una con su estilo, y así mismo es el amor de una madre en los seres humanos aunque, a veces, hay excepciones.

Sin embargo es fantástico como una mujer transforma su vida para convertirse en madre, se olvida de ser mujer, amiga, amante, esposa, hija, hermana solo por lograr el bienestar de la vida que está creciendo en su vientre, es una lucha constante contra el egoísmo, la inseguridad, la vanidad, el orgullo, el aplazamiento de los sueños y la realización profesional. Todo por ser madre…

Hay mujeres que planean tener sus hijos, deciden en qué tiempo quieren que nazcan, para elegir su nombre hacen una votación democrática en la familia donde los candidatos van desde nombres bíblicos hasta el ídolo del momento por cuestiones de honra o de buena suerte, su educación siempre va encabezando la lista de prioridades, incluso, saben en qué guardería van a estudiar y se empiezan a contemplar los países opcionados para su universidad.

Ser madre quizá, es una de las labores que la sociedad no valora o que le parecen tan del común que muchas personas no dimensionan lo que hay detrás de una mujer que se transforma en madre. Ser madre no significa haber engendrado un hijo, ser madre; es una labor que se asume desde el momento que se concibe a un hijo, pues desde allí comienzan los cuidados, hasta que la muerte alcanza. Aconsejando, guiando y apoyando a los hijos en cada proyecto con palabras sabias y oportunas a lo largo de su vida.

Muchas recordarán cuando aun siendo niñas jugábamos con nuestras muñecas, vistiéndolas con vestidos hermoso porque siempre debían estar bellas alimentándolas, bañándolas, dándoles de comer, e incluso hasta reprendiéndolas porque no siempre se comportaban como nosotras queríamos y luego de un par de discusiones las apapachábamos tal como lo hacía mamá con nosotras.

Ese juego lo repetíamos muchas veces y es que aun siendo pequeñas y sin dimensionar muchas cosas de la vida como por arte de magia surge en cada una ese amor maternal, el querer realizarse como madre, pero la realidad es otra cuando pasas por ese momento.

Hay otras mujeres que no planeamos tener nuestros hijos, no planeamos tener que cambiar nuestro cuerpo para construir el que será su hogar por nueve meses, no planeamos tener que vomitar 3 veces en la noche porque la comida nos cae mal, tampoco en nuestros planes está tener que aplazar muchos sueños y empezar a construir unos nuevos, pensando en dos, pensando en ese nuevo pedacito de vida. En mi caso, cada semestre estaba marcado en el calendario el día en el que empezaban la universidad, porque mi prioridad era terminar mi carrera y por nada del mundo la quería parar, ¡Ah¡ y obvio la de mi fecha de aniversario. Sin ni siquiera pensar que la fecha que quedaría marcada para mi vida, era el día de su nacimiento, el día que sentí tanto dolor que podría compararse con el que siento cada vez que él se aporrea. Su nombre es Federico, todos los días me cuenta que hay 8 planetas y un exoplaneta y todas las noches me recuerda que soy su luna, un pequeño de cuatro años al que amo inmensamente y por el que daría mi vida sin pensarlo, es mi fuerza, mi dirección, mi polo a

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