Comercializacion

I) Introducción

Historia del Té...

Cuenta la leyenda que un día en el año 2737 a.C., el emperador de china, Sheng Nung, estaba descansando junto a un árbol de té silvestre cuando una ligera brisa agitó las ramas de algunas hojas que cayeron en un recipiente donde estaba hirviendo agua. El gusto y el aroma de aquel inesperado brebaje sorprendieron tan gratamente al emperador que lo adoptó como bebida; así fue como la novedosa infusión se esparció por todo el imperio.

Eso cuenta la leyenda, pero lo cierto es que si desde entonces los chinos disfrutaron del delicioso sabor del té, Occidente debió esperar hasta el siglo XVII para conocerlo. Desde entonces su expansión ha sido rápida y espectacular. Sobre todo en Inglaterra, donde el té se ha convertido en uno de los símbolos más representativos de su tradición. Tanto es así que se estima que en el Reino Unido, la media de consumo es de una taza de té cada cuatro horas.

En 1650 los holandeses estaban muy involucrados en el comercio hacia el mundo occidental. Gracias a ellos, el té hizo su entrada en Europa de la mano de la Dutch East India Company o Compañía Holandesa de las Indias Orientales, a principios del siglo XVII, y su popularidad subsecuente jugó un papel importante en la apertura de Asia al comercio con Occidente. Peter Stuyvesant llevó la primera carga de té a los colonos americanos en el asentamiento holandés de New Amsterdam (luego rebautizada New York por los ingleses). Los colonos eran bebedores de té; de hecho, al adquirir la colonia, los ingleses descubrieron que el pequeño asentamiento consumía más té en ese momento que toda Inglaterra junta.

Gran Bretaña fue la última de las tres grandes naciones que dominaban los mares en entrar en las rutas de comercio de China e India. Las primeras muestras de té llegaron a Inglaterra entre 1652 y 1654. En 1657 la British East India Company realizó la primera venta pública de té, mientras que ese mismo año Thomas Garraway comenzó a ofrecerlo en su famosa cafetería londinense. En 1662 el té recibió un gran impulso cuando la portuguesa Catalina de Braganza se casó con el rey Charles II e introdujo el té en la corte británica.

El té rápidamente reemplazó a la cerveza ligera como la bebida nacional. La moda se extendió por toda Inglaterra, como ya había sucedido con Francia y Holanda. La importación se quintuplicó hacia 1708, siendo esta bebida consumida por todos los estratos sociales. La política británica hacia el té también favoreció la revolución americana. Protestas sobre los altos impuestos que recibía llevaron a la masacre de Boston (1770) y a la Boston Tea Party (donde se tiraron al agua unos 240 millones de dólares actuales en té) tres años después. Para los colonos tomar té era antipatriótico. Tal vez por eso, aún hoy, el té ocupa

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