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Comercio En América Latina


Enviado por   •  13 de Marzo de 2015  •  1.309 Palabras (6 Páginas)  •  192 Visitas

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El hombre en su condición natural y con su inteligencia, ha empleado desde la antigüedad el intercambio como una actividad en función de satisfacer sus necesidades vitales, marcando de esta manera el origen del comercio, el cual es conocido actualmente, según la enciclopedia libre “Wikipedia” (2008) como: “…la actividad socioeconómica consistente en la compra y venta de bienes, sea para su uso, para su venta o para su transformación”.

El comercio aunque por una parte representa el progreso y garantiza el bienestar de la sociedad, por otra parte puede representar la ambición, trayendo consigo consecuencias desastrosas. Tal como se ve reflejado en el cuento “Mister Taylor” de Augusto Monterroso (1959) en su libro “Obras completas (y otros cuentos)”, en el que dicho autor relata la historia de un mísero hombre norteamericano, quien establece su residencia en la región de Amazonas, en donde le obsequian una cabeza reducida a un mínimo tamaño (manifestación cultural de una tribu oriunda de la región, que empleaban para su elaboración cabezas de hombres decapitados por delitos o cuyo deceso no fuera provocado) dando inicio a un negocio con su tío Mister Rolston (residenciado en Estados Unidos) a quien le pareció interesante la pieza, con la cual se volvieron ricos y que dado el caso de la escasez de cabezas humanas para la producción, emitieron leyes y decretos con el fin de fomentar la pena de muerte y solventar esta necesidad. Pero como todo negocio ambicioso declino en el fracaso, causando la muerte de Mister Taylor en ausencia de materia prima para la industria de cabecitas y el suicidio por parte de su tío, quien viendo la cabecita de Mister Taylor reducida y envuelto en el dolor, la culpa y la caída de su negocio, no encontró otra salida más que la muerte.

Hoy en día el comercio ha ejercido una influencia trascendental, tanto en la cultura de nuestra sociedad latinoamericana, como en la explotación de nuestros recursos naturales; pues por medio de esta actividad se han transferido los mismos de un lugar a otro, favoreciendo la obtención de beneficios económicos, vitales por parte de los países desarrollados.

Tal es el caso de los Estados Unidos, un país que frecuentemente ha necesitado de nuestros recursos naturales para elevar aún más su economía. Por consiguiente han creado industrias trasnacionales que los transforman en nuevos productos, a los cuales le asignan un valor económico y un nombre comercial, que con el tiempo adoptamos cuando ellos los comercializan. Según Mario Briceño Iragorry (1950) en su ensayo “Mensaje Sin Destino”, señala que: …nosotros desalojamos las costumbres de nuestros mayores, para adoptar alegremente las que nos imponen los explotadores forasteros”.

Esta situación se ha convertido en una cotidianidad para nosotros los venezolanos, quienes dependemos de ese intercambio comercial en gran manera. Pero, ¿Por qué? Quizás porque a través de dicho intercambio comercial, obtenemos equipos tecnológicos indispensables en nuestro quehacer cotidiano y que por nuestro espíritu consumista, se convierten en productos nocivos que van en detrimento del desarrollo económico nacional.

Razón esta, por la que desde nuestra infancia nos han inculcado un pensamiento de inferioridad frente a los países desarrollados, en vez de enseñarnos todo lo contrario, es decir, a aprovechar nuestras riquezas para el propio bienestar de la sociedad venezolana, disminuyendo así la dependencia de tecnologías extranjeras y de otros servicios que no promueven nuestro desarrollo sociocultural y económico, sino que lo reprimen.

Así es señalado en el cuento Mister Taylor de Augusto Monterroso (1959) en su libro “Obras completas (y otros cuentos)”, cuando “…el indio se sintió terriblemente disminuido por no hablar bien el inglés…” y le obsequió una cabeza reducida a Mister Taylor, en vez de conservarla para el beneficio suyo y de su tribu. Con la que este norteamericano de inmediato concertó una sociedad en la que “…se comprometía a omitir y remitir cabezas humanas reducidas en escala industrial, en tanto que Mr. Rolston (su tío) las vendería lo mejor que pudiera en su país”. Sin embargo, como todo en todo negocio, existen tiempos buenos y tiempos

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