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Comida


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2014  •  Informes  •  2.376 Palabras (10 Páginas)  •  166 Visitas

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"Freud, reconoció, durante su larga experiencia en el tratamiento psicoanalítico, que para el éxito terminante y para la duración del mismo no existían atajos, ya que debía de proseguir su curso ininterrumpido hasta su conclusión y resolución final.

"Freud, también habló a sus seguidores, de no alear el oro de ley del psicoanálisis con el oropel de otras formas de terapia.

"Quizás Freud, sin saberlo, cuando reflexionaba, tenía asimismo en sus pensamientos, el tratamiento de la obesidad". FEFL en La Gordura Terminable e Interminable: Los Métodos para Adelgazar y el Futuro de una Ilusión

Mientras la carencia y el hambre castigan al mundo, es incomprensible que la calidad de la comida que en el supermercado adquirimos, no haya mejorado. Teniendo como resultado que paralelamente nuestra dieta haya igualmente empeorado. Es incongruente que el consumidor actual, desee que su comida sea suculenta (perjudicial para su salud), económica, conveniente, repleta de aditivos artificiales y que, asimismo sea "sana". --- lo que no es posible.Uno de los grandes misterios que hoy existen en nuestro medio es cómo explicar por qué la comida dominicana, otrora saludable, se haya transformado en los desatinos que hoy consumimos. En poco tiempo, nos desplazamos, de poseer el único "pan" conocido, que no engorda (el casabe); a tener (por causa de lo que ahora comemos) una cadena de enfermos que esperan en línea a que sus estómagos sean reducidos para combatir la obesidad… Aquí estamos hablando de médicos, políticos, niños y de todos… Porque la gordura es epidémica en el mundo, del que (aunque a veces no lo parezca) constituimos parte.

La esposa dominicana no puede ser tachada de ser responsable de lo que en la casa se come… la esposa dominicana, generalmente, ni sabe dónde queda la cocina. Lo que en la casa se come resta exclusivamente en el genio (o en el "fantaseo") de "la cocinera". Repetimos: la responsabilidad enorme de la nutrición familiar resta en los hombros de Fefa, Jesusa o de alguna otra empleada cuya maestría del uso del salero, acoplado con su generosidad en el uso del azúcar y su empleo de las sopitas, la torna experta en la abominación local, conocida como el "como en mi casa comemos".

¿Qué pasó con los sancochos que se guisaban con yerbas aromáticas, y se preparaban con carnes magras y víveres en abundancia; siempre acompañados de arroz blanco, aguacates y casabe (sin adulterantes)? ¿Dónde fueron a parar los plátanos asados, machacados con ajo, y rociados con un poco de aceite verde, servidos con huevos pasados por agua? Y la tayota cuya reputación proverbial fuera: "La tayota (o chayote), engorda tanto a quien la coma… como a quien la vea comer…" Éstas y muchas otras costumbres de la gastronomía típica de este país fueron abandonadas a favor de las invenciones exóticas que nos garantizan un futuro residual de penurias y males de salud. Por esa razón, el dominicano sigue engordando…

Pero, lo mismo está sucediendo al portorriqueño, argentino, chileno y a todas las víctimas de esa epidemia metabólica cuyo agente infeccioso se reconoce con el nombre de fast food.

Y engordando seguiremos --- todos --- toditos...

El azúcar, en el hogar dominicano del pasado, nunca fue ofrecido en abundancia. Nuestros mayores no creían en su uso ilimitado por el niño. Mi abuela, centenaria, me amonestaba: "el azúcar da bichos" --- parásitos. El café se consideraba (a menos que no fuera una gota, del mismo, en la leche con café --- no en el café con leche) una bebida de rito o de iniciación --- el varón tenía que demostrar por lo menos un sueño mojado, y la hembra su menstruación, antes de que a ellos se lo sirvieran. La gordura, entonces se consideraba como algo que fuera, a la vez, extraordinario y grosero: "Mira a fulanita, parece una vaca…" Y, aunque el merengue lamenta el prospecto indeseable de casar con mujeres delgadas ("yo no me enamoro, de mujeres flacas… no voy a llevar la muerte a mi casa"). Nadie ha vivido para ver una Miss Universo dominicana que fuera gorda… por seguro, no durante el concurso --- de hecho, las mujeres de sangre libanesa se veían con recelo injusto en Santiago, porque se temía que ellas poseyeran tendencia "natural a ser gordas". "Mira la mamá y verás qué te espera…"

Debido a los cambios drásticos que han resultado de la transformación universal de lo que se come en los últimos 30 años, el problema con la desnutrición se ha convertido en lo opuesto: el problema de la híper-nutrición --- problema que sigue avanzando inexorablemente y sin conclusión visible.

Por la importancia central que ocupa en nuestras vidas (y en nuestras culturas) la comida. Ésta se ha imbuido de aspectos emocionales así como también de económicos. La comida es importante en toda celebración religiosa (obleas y vino católicos, halal mahometano, kosher judío, etc.) Por eso es que no podemos relegarla a un sitio secundario en el desarrollo de nuestras estrategias de bienestar social.

Algunos pocos economistas pensantes y sensitivos (cosa rara) entienden que la comida es también un elemento de estabilidad económica nacional (los subsidios agrícolas norteamericanos se basaban en esas premisas). Los sociólogos y los expertos en demografía conciben que su presencia adecuada garantice la estabilidad y el equilibrio social.

En los últimos años dos fuentes de ansiedades han surgido en relación a lo que comemos: La Enfermedad de la Vaca Loca (Encefalopatía Espongiforme Bovina) --- menos peligrosa que una noche viajando en las carreteras dominicanas, con un padre embriagado, y la otra es la obesidad --- todavía más letal que el viaje por nuestras carreteras, combinados con la encefalopatía espongiforme bovina.

Este veneno reemplaza el agua, bebida natural…

Aunque nuestros gobiernos latinoamericanos (y sus primeras damas, reales o por poder) lo ignoren, la Organización Mundial de la Salud nos advierte que la obesidad es una epidemia. Así lo repetía el, pasado, Cirujano General de los Estados Unidos, David Satcher, cuando nos alarmaba con la advertencia de que la obesidad muy pronto sería la causa de muerte de tantas personas como lo es el tabaco (y no, porque la gente esté dejando de fumar).

Los monopolios internacionales de la comida rápida, favorecen el engaño, como de antes lo hicieran las compañías tabacaleras. Argumentando que fue la falta de ejercicio y no la cantidad de comida ingerida innatural lo que nos engordara a todos. Sin embargo, la cantidad de calorías que ingiere el americano en su dieta cotidiana aumentó

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