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Consejos De Una Madre Azteca A Su Hija, Y De Un Padre Azteca A Su Hijo


Enviado por   •  23 de Julio de 2012  •  1.227 Palabras (5 Páginas)  •  12.900 Visitas

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CONSEJOS DE UNA MADRE AZTECA A SU HIJA

Hija mía, nacida de mi sustancia, alimentada con mi leche, he procurado criarte con el mayor esmero, y tu padre te ha elaborado y pulido a guisa de esmeralda, para que te presentes a los ojos de los hombres como una joya de virtud.

Esfuérzate en ser siempre buena; porque si no lo eres, ¿quién te querrá por mujer?. Todos te despreciarán.

La vida es trabajosa y es necesario echar mano de todas nuestras fuerzas para obtener los bienes que los dioses nos quieren enviar; pero conviene no ser perezosa ni descuidada, sino diligente en todo.

Sé aseada y ten tu casa en buen orden.

Da agua a tu marido para que se lave las manos y haz el pan para tu familia.

Donde quiera que vayas, preséntate con modestia y compostura, sin apresurar el paso, sin reírte de las personas que encuentres, sin fijar las miradas en ellas, sin volver ligeramente los ojos a una parte y a otra, a fin de que no padezca tu reputación. Responde cortésmente a quien te salude o pregunte algo.

Empléate diligentemente a hilar, en tejer, en coser y en bordar; porque así serás estimada y tendrás lo necesario para comer y vestirte. No te des al sueño, ni descanses en la sombra, pues la inacción trae consigo la pereza y otros vicios.

Cuando trabajes, no pienses mas que en el servicio de los dioses y en el alivio de tus padres. No te ofrezcas nunca a lo que no puedas hacer.

Evita la familiaridad indecente con los hombres, y no te abandones a los perversos apetitos de tu corazón, porque serás el oprobio de tus padres y ensuciarás tu alma, como el agua con el fango. No te acompañes con mujeres disolutas, ni con las embusteras, ni con las perezosas; porque infaliblemente infectarán tu corazón con su ejemplo.

No entres en casa ajena sin urgente motivo, porque no se diga o se piense algo contra tu honor, pero si entras en casa de tus parientes, salúdalos con respeto y no estés ociosa, sino toma inmediatamente el huso o empléate en lo necesario.

Cuando te cases respeta a tu marido y obedécelo diligentemente en lo que te mande; acógelo amorosamente en tu seno, aunque sea pobre y viva a tus expensas.

Sigue hija mía, los consejos que te doy; tengo muchos años y bastante práctica del mundo. Soy tu madre y quiero que vivas bien. Fija estos avisos en tu corazón, pues así vivirás alegre.

Si por no escucharme o por descuidar mis instrucciones, te sobrevienen desgracias, culpa tuya será, y tú serás quien lo sufra.

Hija mía, que los dioses te amparen.

CONSEJOS DE UN PADRE AZTECA A SU HIJO

“Hijo mío, has salido de tu madre, como el pollo del huevo, y creciendo como él, te preparas para volar por el mundo, sin que nos sea dado saber por cuanto tiempo nos concederá el cielo el goce de la piedra preciosa que en ti poseemos; pero sea lo que fuere, procura tu vivir rectamente.

Reverencia y saluda a tus mayores y nunca les des señales de desprecio. No estés mudo para con los pobres y atribulados; antes bien date prisa a consolarlos, con buenas palabras.

Honra a todos, especialmente a tus padres, a quienes debes obediencia, temor y servicio. Guárdate de imitar el ejemplo de esos malos hijos, que a guisa de brutos, privados de razón, no reverencian a los que les han dado el ser, ni quieren someterse a sus correcciones: porque quien sigue sus huellas tendrá fin desgraciado y morirá lleno de despecho, o lanzado en un precipicio, o entre las garras de las fieras”.

“No te burles de los enfermos o de los quien tienen alguna imperfección en su cuerpo. No te mofes del que veas cometer

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