¿Qué hago con mi hijo, mi hija? Guía práctica de auto-ayuda para padres y docentes
roustxoEnsayo16 de Diciembre de 2018
4.303 Palabras (18 Páginas)332 Visitas
¿Qué hago con mi hijo, mi hija?
Guía práctica de auto-ayuda para padres y docentes
¿Qué hago con mi hijo, y qué no hago?
¿Dónde están las lecciones para mí como padre, docente, educador?
¿Qué es educar para empezar? ¿Quién educa a quién?
“Me siento desafiado, desafiada ante mi hijo, mi hija. Siento que se me van de las manos, no sé qué hacer. Se me acaba la paciencia. No me obedecen. Me siento impotente. Los niños y jóvenes de hoy ¡son tan diferentes! En mi época, nosotros, no hacíamos estas cosas. Ahora son muy complicados. No les entiendo. Temo que no sé atenderlos correctamente, darlos lo que necesitan de verdad. Siento que no estoy suficientemente preparado, preparada”.
Este libro de auto-ayuda es muy sencillo y, si lo deseamos, nos va a ayudar mucho en nuestra vida cotidiana, a conseguir paz y armonía en el hogar y con nosotros mismos. [pic 1]
Aflojamos los hombros,… la nuca. Inspiramos profundamente y soltamos todo el cuerpo. Nos echamos cómodamente en la cama o en el sofá. Cojamos el librito sin presión, ni tensión. Relajamos nuestros ojos y mandíbulas.[pic 2]
Continuamos con el primer ejercicio y las trece pautas que se presentan a continuación:
- Vamos poco a poco.
- Empecemos a interiorizar una pauta a la vez.
- Cuando ya esté asimilada y practicada, se convierte en un hábito de vida.
- Y pasamos a la siguiente.
- Pidamos ayuda a nuestro corazón, a nuestros guías interiores y a los mismos niños, niñas y jóvenes.
¿Y yo? Primer ejercicio
E1 primer ejercicio es sencillo. Sentémonos cómodos[1]. Podemos poner una música suave que nos guste, o nos quedamos en silencio. Tomamos un cuaderno y un lápiz. Ahora inspiramos y expiramos tranquilamente, en paz. Nos relajamos. Alojamos todas tensiones. Estamos relajados. Poco a poco regresamos mentalmente cuando teníamos 13 años, 10 años, 5 años, 4 años. Regresamos a la casa de nuestra infancia, nuestra mamá, papá, abuelos, hermanos, hermanas, tíos y tías. ¿Había un perro, un gato? ¿Cómo era el olor de la cocina? ¿La hora del almuerzo? ¿La cena? Ingresamos a nuestra escuelita, nuestro colegio, nuestra clase, nuestro profesor o profesora. Los amigos, las amigas. Los paseos, los días de campo, las fiestas. Damos una mirada a nuestro propio pasado. Revivimos nuestra propia infancia ¿Cómo ha sido nuestra propia educación? ¿Cómo ha sido? ¿Nuestro propio crecimiento personal?
Tomamos un tiempo. Vivimos, sentimos, vemos, olemos, escuchamos. Emociones, sentimientos, frustraciones, cariño, ira, ternura, lágrimas, risas… Cuando me siento listo, lista, escribo en mi cuaderno:
- Por un lado, todo lo que no nos gustó de nuestra experiencia vivida.
- Por otro lado, todo lo que, si, nos gustó.
No nos apuremos, escribimos varias páginas si fuera necesario, por lo menos diez renglones de los que no nos gustaron, y diez cosas que sí, nos gustaron.
¿Listos?
Ahora, tenemos dos tareas:
- Todo lo que no nos gustó, lo liberamos, ahora. Lo soltamos. Lo dejo ir. Lo perdonamos y me comprometo a no repetirlo con nuestros hijos e hijas (aún si otros miembros de nuestra familia o amigos nos dicen que así se educa a los niños). Tenemos la valentía de seguir a nuestro corazón, tenemos la valentía de romper los viejos esquemas de educación, tenemos la valentía de educar y convivir con conciencia.[pic 3]
- Todo lo que nos gusto, agradecemos y prometemos que lo vamos a brindar a nuestros hijos e hijas, y les daremos más aun.
Si hemos realizado honestamente todos los pasos del ejerció, un buen paso está dado. Felicitaciones.
Si aun deseamos algunas pautas de cómo convivir mejor con nuestros hijos e hijas, o nuestros alumnos y alumnas, podemos seguir leyendo. A veces necesitamos leerlo para re-afirmar lo que ya estábamos intuyendo y confirmar que estamos haciendo bien.
Veamos primero cuales son las características de los niños, niñas y jóvenes del Tercer Milenio. Indudablemente han cambiado. Sus formas de ser, de pensar, de percibir, de aprender son diferentes de las nuestra. Así lo confirman los pediatras, antropólogos, psicólogos y educadores. Por lo tanto el educar a nuestros hijos requiere de un cambio profundo también.
Las nuevas características de los niños, niñas y jóvenes del Tercer Milenio
Los niños, niñas y jóvenes del Tercer Milenio (y en menor grado algunas personas adultas) presentan en general las siguientes características.
- Mayor percepción y sensibilidad. Tienen talentos innatos excepcionales de mayor percepción y sensibilidad en los ámbitos fisiológicos, afectivos, emocionales, éticos, conductuales, cognitivos, sociales, psicológicos, para-psíquicos[2] y espirituales.
- Nuevas pautas de aprendizaje. Presentan en general (especialmente si son niños menores de 10 años):
- Tendencias muy marcadas de auto-desarrollo y de auto-realización. Por lo tanto son autónomos y excelentes autodidactas.
- Amplio uso de su hemisferio cerebral derecho en armonía con el izquierdo, lo que genera rapidez, creatividad, originalidad, flexibilidad, fluidez, intuición, gran sensibilidad artística y espontaneidad.
- Inteligencia Emocional super-desarrollada. ¡Perciben todo y tienen soluciones inmediatas, así como una gran confianza en si mismo!
- Alta sensibilidad, tanto física (en sus cinco sentidos y metabolismo) como emocional, social, ética y espiritual.
- Talentos para-psíquicos[3] y una gran empatía[4].
- Pautas de aprendizaje diversificadas, significativas, aplicadas y productivas. Incluye las nueve inteligencias múltiples descritas por los doctores Gardner y Armstrong[5].
- Destrezas de una décima inteligencia, la “inteligencia energética”.
[pic 4]
Entonces ¿Cómo se educa a alguien que posee una percepción y sensibilidad mucho mayor, que es auto-didacta y que tiene otras pautas de aprendizaje?
La buena noticia es que “casi no se educa”. La nueva educación es mucho más fácil, porque el nuevo niño y niña se desenvuelve bien solito. Bueno, a condición que su entorno sea de paz y de conciencia desde que esté muy pequeño/a (de cero a tres años), e incluso desde el periodo pre-natal.
Reflexionamos
¿Cuánto contribuimos al desarrollo de la autonomía de nuestros hijos? ¿Cuán autónomos somos nosotros mismos?
¿Cuánto contribuimos a crear un ambiente de paz y armonía en nuestro hogar y aula escolar? ¿Cuán tranquilos somos nosotros mismos?
¿Cuánto educo con responsabilidad y conciencia? ¿Cuán responsable y conciente somos en la vida?
¿Cómo contribuimos a la auto-estima de nuestros hijos, hijas, en el día a día? ¿Tenemos nosotros auto-estima?
¿Cómo es el ambiente en las horas de nuestras comidas? ¿Cómo el la calidad del sueño? ¿Del niño, de nosotros?
¿Cuán cortés y respetuoso somos con nuestros hijos? ¿Cuánto nos amamos a nosotros mismos? ¿Cómo nos tratamos?
¿Somos tolerantes con nuestros hijos? ¿Cuando es necesario, sabemos ser firmes sin enojarnos?
¿Disfrutamos estar juntos? ¿Disfrutamos de la vida?
¿En qué medida hablamos las cosas de frente y con maneras? ¿Cuán manipuladores somos?
¿Cuán incondicional es nuestro amor?
A continuación, algunas recomendaciones para convivir en paz y armonía.
Trece pautas importantes para la Educación del Tercer Milenio
- Autonomía. Mientras más dejamos los nuevos niños y niñas a ser autónomos y autodidactas, mejor los educamos, porque ellos aprenden por la experiencia y la convivencia.. Brindemos el mayor espacio para su desarrollo integral, es decir su desarrollo físico, emocional, cognitivo o mental, social, intercultural, ético, estético, psíquico y espiritual. Se trata de dejarlos crecer en paz, con curiosidad y cariño. Confiemos en ellos. Dejemos que los niños hagan las cosas por si solos (aun si toma más tiempo, por ejemplo vestirse), obviamente dentro de los limites de seguridad y ética apropiados.
- Paz y tranquilidad. Seamos capaces de sostener un clima de calma, de tranquilidad. Mantengamos la calma uno mismo. Es decir evitar los gritos y nada de bofetadas[6]. Ojo, el que pierde la calma es el que tiene que cuidarse y trabajar sobre su desarrollo personal y equilibrio emocional. Si no sabemos como mantener la calma[7], busquemos toda la ayuda posible para manejarla ante cualquier circunstancia. Aprendamos ejercicios de respiración, hagamos ejercicios físicos, utilicemos técnicas de balanceo energético y de relajación[8]. Evitar ponernos en situaciones que sabemos que nos inciten a perder la calma (cansancio extremo, alcohol, estrés). “Más vale prevenir que lamentar”. No cedamos a aquel primer impulso agresivo, respiremos profundamente, tranquilicémonos y concedámonos unos minutos para pensarlo y calmarnos. Si no podemos manejar una situación recurrente, no dudemos en pedir ayuda a alguien de nuestra confianza. Está bien. Pedir ayuda al mismo niño, niña o joven o a su hermano también resulta muy positivo ¡sólo probemos!
- Efecto EEE. Es el efecto Esponja, Espejo y Explosivo. El niño, niña de hoy es como una Esponja, es decir que absorbe todo: el amor, la paz, el estrés, la enfermedad que le provee su entorno. Por eso hay que cuidar el entorno inmediato físico, emocional, psíquico (¡Intentar pensar todo en positivo!) y espiritual del niño o de la niña, es decir básicamente la casa y la escuela, así como la relación directa del papá y de la mamá hacia el hijo, aun a distancia. El niño y niña es Espejo, porque como dicen los psicólogos, a veces refleja los propios problemas y actitudes del adulto. Es Explosivo (o detonador) cuando contribuye a “generar” una reacción explosiva en el adulto, denunciando así un desequilibro de una situación o de una actitud que no esté conforme. Por ejemplo, con alguien que no tiene paciencia, es probable que el niño o el joven hará cosas, a menudo inconcientemente, que lo hará “explotar”, pero que en realidad le hará aprender la paciencia más rápidamente. Entonces ahora aprendamos a reconocer esos tres efectos y cuidémonos.
- El ejemplo. El niño o la niña aprende por el ejemplo. Acordémonos: “El niño hará lo que hacemos, aún si no le decimos nada; y el niño no hará necesariamente lo que le digamos, si no lo hacemos”. Así es como funcionan las cosas.
[pic 5]
Así que mostremos en la práctica a nuestros hijos lo que esperamos de ellos. Por ejemplo si esperamos respeto de nuestro hijo o hija, entonces tratémosles con respeto (otra vez no les gritemos, cuidemos nuestro tono de voz, seamos corteses y coherentes). Si no queremos que nos hablen fuerte, entonces no les hablemos fuerte tampoco. Evitemos tanto los castigos como las recompensas, eso no es educar, es entrenar o adiestrar a los chiquitos como a los perritos de circo. Necesitamos una educación de conciencia y amor, no de manipulación.
...