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¿Qué hago con mi hijo, mi hija? Guía práctica de auto-ayuda para padres y docentes


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2018  •  Ensayos  •  4.303 Palabras (18 Páginas)  •  251 Visitas

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¿Qué hago con mi hijo, mi hija?

Guía práctica de auto-ayuda para padres y docentes

¿Qué hago con mi hijo, y qué no hago?

¿Dónde están las lecciones para mí como padre, docente, educador?

¿Qué es educar para empezar? ¿Quién educa a quién?

“Me siento desafiado, desafiada ante mi hijo, mi hija. Siento que se me van de las manos, no sé qué hacer. Se me acaba la paciencia. No me obedecen. Me siento impotente. Los niños y jóvenes de hoy ¡son tan diferentes! En mi época, nosotros, no hacíamos estas cosas. Ahora son muy complicados. No les entiendo. Temo que no sé atenderlos correctamente, darlos lo que necesitan de verdad. Siento que no estoy suficientemente preparado, preparada”.

Este libro de auto-ayuda es muy sencillo y, si lo deseamos, nos va a ayudar mucho en nuestra vida cotidiana, a conseguir paz y armonía en el hogar y con nosotros mismos. [pic 1]

Aflojamos los hombros,… la nuca. Inspiramos profundamente y soltamos todo el cuerpo. Nos echamos cómodamente en la cama o en el sofá.  Cojamos el librito sin presión, ni tensión. Relajamos nuestros ojos y mandíbulas.[pic 2]

Continuamos con el primer ejercicio y las trece pautas que se presentan a continuación:

  • Vamos poco a poco.
  • Empecemos a interiorizar una pauta a la vez.
  • Cuando ya esté asimilada y practicada, se convierte en un hábito de vida.
  • Y pasamos a la siguiente.
  • Pidamos ayuda a nuestro corazón, a nuestros guías interiores y a los mismos niños, niñas y jóvenes.

¿Y yo? Primer ejercicio

E1 primer ejercicio es sencillo. Sentémonos cómodos[1]. Podemos poner una música suave que nos guste, o nos quedamos en silencio. Tomamos un cuaderno y un lápiz. Ahora inspiramos y expiramos tranquilamente, en paz. Nos relajamos. Alojamos todas tensiones. Estamos relajados. Poco a poco regresamos mentalmente cuando teníamos 13 años, 10 años, 5 años, 4 años. Regresamos a la casa de nuestra infancia, nuestra mamá, papá, abuelos, hermanos, hermanas, tíos y tías. ¿Había un perro, un gato? ¿Cómo era el olor de la cocina? ¿La hora del almuerzo? ¿La cena? Ingresamos a nuestra escuelita, nuestro colegio, nuestra clase, nuestro profesor o profesora. Los amigos, las amigas. Los paseos, los días de campo, las fiestas. Damos una mirada a nuestro propio pasado. Revivimos nuestra propia infancia ¿Cómo ha sido nuestra propia educación? ¿Cómo ha sido? ¿Nuestro propio crecimiento personal?

Tomamos un tiempo. Vivimos, sentimos, vemos, olemos, escuchamos. Emociones, sentimientos, frustraciones, cariño, ira, ternura, lágrimas, risas… Cuando me siento listo, lista, escribo en mi cuaderno:

  • Por un lado, todo lo que no nos gustó de nuestra experiencia vivida.
  • Por otro lado, todo lo que, si,  nos gustó.

No nos apuremos, escribimos varias páginas si fuera necesario, por lo menos diez renglones de los que no nos gustaron, y diez cosas que sí, nos gustaron.

¿Listos?

Ahora, tenemos dos tareas:

  1. Todo lo que no nos gustó, lo liberamos, ahora. Lo soltamos. Lo dejo ir. Lo perdonamos y me comprometo a no repetirlo con nuestros hijos e hijas (aún si otros miembros de nuestra familia o amigos nos dicen que así se educa a los niños). Tenemos la valentía de seguir a nuestro corazón, tenemos la valentía de romper los viejos esquemas de educación, tenemos la valentía de educar y convivir con conciencia.[pic 3]

  1. Todo lo que nos gusto, agradecemos y prometemos que lo vamos a brindar a nuestros hijos e hijas, y les daremos más aun.

Si hemos realizado honestamente todos los pasos del ejerció, un buen paso está dado. Felicitaciones.

Si aun deseamos algunas pautas de cómo convivir mejor con nuestros hijos e hijas, o nuestros alumnos y alumnas, podemos seguir leyendo. A veces necesitamos leerlo para re-afirmar lo que ya estábamos intuyendo y confirmar que estamos haciendo bien.

Veamos primero cuales son las características de los niños, niñas y jóvenes del Tercer Milenio. Indudablemente han cambiado. Sus formas de ser, de pensar, de percibir, de aprender son diferentes de las nuestra. Así lo confirman los pediatras, antropólogos, psicólogos y educadores. Por lo tanto el educar a nuestros hijos requiere de un cambio profundo también.

Las nuevas características de los niños, niñas y jóvenes del Tercer Milenio

Los niños, niñas y jóvenes del Tercer Milenio (y en menor grado algunas personas adultas) presentan en general las siguientes características.

  1. Mayor percepción y sensibilidad. Tienen talentos innatos excepcionales de mayor percepción y sensibilidad en los ámbitos fisiológicos, afectivos, emocionales, éticos, conductuales, cognitivos, sociales, psicológicos,  para-psíquicos[2] y espirituales.

  1. Nuevas pautas de aprendizaje. Presentan en general (especialmente si son niños menores de 10 años):
  • Tendencias  muy marcadas de auto-desarrollo y de auto-realización. Por lo tanto son autónomos y  excelentes autodidactas.
  • Amplio uso de su hemisferio cerebral derecho en armonía con el izquierdo, lo que genera rapidez, creatividad, originalidad, flexibilidad, fluidez, intuición, gran sensibilidad artística y espontaneidad.
  • Inteligencia Emocional super-desarrollada. ¡Perciben todo y tienen soluciones inmediatas, así como una gran confianza en si mismo!
  • Alta sensibilidad, tanto física (en sus cinco sentidos y metabolismo) como emocional, social, ética y espiritual.
  • Talentos para-psíquicos[3]  y una gran empatía[4].
  • Pautas de aprendizaje diversificadas, significativas, aplicadas y productivas. Incluye las nueve inteligencias múltiples descritas por los doctores Gardner y Armstrong[5].
  • Destrezas de una décima inteligencia, la “inteligencia energética”.

[pic 4]

Entonces ¿Cómo se educa a alguien que posee una percepción y sensibilidad mucho mayor, que es auto-didacta y que tiene otras pautas de aprendizaje?

La buena noticia es que “casi no se educa”. La nueva educación es mucho más fácil, porque el nuevo niño y niña se desenvuelve bien solito. Bueno, a condición que su entorno sea de paz y de conciencia desde que esté muy pequeño/a (de cero a tres años), e incluso desde el periodo pre-natal.

Reflexionamos

¿Cuánto contribuimos al desarrollo de la autonomía de nuestros hijos? ¿Cuán autónomos somos nosotros mismos?

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