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nathaly229 de Septiembre de 2014
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HISTORIA DE DÉBORA
Débora (en hebreo דְּבוֹרָה, ‘abeja’) era una profetisa y el cuarto Juez (además del único femenino) del Israel premonárquico del Antiguo Testamento (Tanaj). Su historia se cuenta dos veces en los capítulos IV y V del Libro de los Jueces. El primer relato es en prosa, narrando la victoria de las fuerzas israelitas dirigidas por el general Barak, a quien Débora mandó llamar pero profetizó que no lograría la victoria final sobre el general cananeo Sísara. Tal honor correspondió a Jael, la esposa de Héber, un quenita fabricante de tiendas. Jael mató a Sísara clavándole una estaca de la tienda en la cabeza cuando dormía.
Jueces 5 cuenta esta misma historia en verso, y se cree que fue escrita en la segunda mitad del siglo XII a. C., poco después de los sucesos que describe. De ser así, entonces este pasaje, llamado a menudo La canción de Débora, es uno de los pasajes más antiguos de la Biblia y el ejemplo más antiguo conservado de poesía hebrea. También es importante porque es uno de los pasajes más antiguos, si no el que más, que muestra a mujeres en papeles diferentes a los de víctima o villano. El poema puede haber sido incluido en el Libro de las batallas de Dios mencionado en Números 21:14.
Se sabe poco de la vida personal de Débora. Aparentemente estuvo casada con un hombre llamado Lapidoth (‘antorchas’), pero este nombre no aparece fuera del Libro de los Jueces y podría significar simplemente que la propia Débora tenía un alma «ardiente». Fue una poetisa y daba sus sentencias bajo una palmera de Efraín. Algunos aluden a ella como la madre de Israel. Tras su victoria sobre Sísara y el ejército cananita hubo paz en la región durante cuarenta años.
HISTORIA DE JUDIT
Es un relato de resistencia, la historia de una mujer valiente y astuta, de una patriota de Israel.
Entre sus inmemorables personajes, tres sobresalen en este drama: Nabucodonosor, presentado como el rey de Asiria; Holofernes, el general en jefe que manda los ejércitos del tirano; y Judit, la mujer judía que salva a sus desgraciados compatriotas oprimidos.
Nabucodonosor se dispone a atacar a su vecino, el rey de los medas, Asfaxad. Necesita hombres. Llama en su ayuda a todos los pueblos que hay en las llanuras del Tigris y del Eúfrates. Estos se niegan, lo cual es considerado como un ultraje. Encargado de la represión, Holofernes emprende una campaña de intimidación contra los rebeldes. Todos los pueblos de la Mesopotamia, de la Alta Siria, del Oronto y del Jordán se someten sin condiciones. Unicamente los judíos se retiran, ordenadamente, a sus montañas para orar e impedir al opresor su paso por Judea.
Holofernes no insiste. Tiene dos misiones que cumplir, y habiendo fracasado en la primera, la de índole militar, se entrega con empeño a la segunda, que es de carácter religioso. Nabucodonosor le ha encargado que sustituya el culto al Dios de Israel por el de su propia persona. Los judíos se indignan. El sabio asirio Aquior había previsto y justifica su indignación.
Pero Holofernes se obstina. Nabucodonosor es el único dios; la fuerza dará cuenta del desarmado pueblo judío. Pone cerco a la pequeña plaza fuerte de Betulia. Falta el agua; los judíos asediados empiezan a perder la confianza. Entonces hace su aparición Judit, una joven viuda muy piadosa, valiente y decidida.
Ante la actitud temerosa de Ozías y de los ancianos muestra una resuelta firmeza: "Escuchadme: Yo me propongo realizar una hazaña que se recordará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza. Vosotros estaos esta noche a la puerta; yo saldré con mi sierva..." (Jud 8, 32 y ss).
Judit sale de Betulia, se deja arrestar por una avanzada de los asirios y conducir a la presencia de Holofernes, a quien ella dirige un discurso tan
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