Cuentos Africanos Resumen

Cuentos africanos

11-14

11.El soltero y el puercoespín

En un pueblo pequeño fue un soltero. En su juventud procuraba encontrar a una mujer pero nunca conseguió. Sin embargo fue cargado de esperanzas y fue al brujo para que él le dijera qué hacer para encontrar a una mujer que pueda convertirse en su esposa.

El invocador le dijo que estaba fácil encontrar a una mujer y casarse con ella. El soltero tuvo que preparar una buena comida con carnes y distintas clases de verduras. Después tuvo que ir a la encrucijada de las dos carreteras (una iba al mar, la otra iba hasta el bosque) y que sentarse allí al anochecer, haciendo como si comenciera a comer. Tuvo que invitar a cada muchacha que pasara y decirle que quería casarse con ella. La que aceptara se convertiera en su mujer.

El soltero hizo todo lo que había dicho el invocador según sus instrucciones; la misma tarde fue a la encrucijada.

Al cabo de un rato vino una muchacha muy guapa. El soltero la invitó a comer y a un posible casamiento. Ella estuvo sorprendida y contestó que no porque su padre era muy rico y ella no quería sentarse en medio de la calle. La segunda muchacha también no reaccionó muy cortésmente: Dijo que el soltero se fuera a molestar a otras mujeres. Cuando el soltero preguntó a la tercera muchacha si le gustaba compartir su cena, a ella no le gustaba porque ya poseaba todo lo que el soltero le porría ofrecer. Y siguió su camino.

Entonces el soltero cambió su tactica y empezó a comer. La cuarta muchacha le pidió por un trozo de carne y un poco de verdura. Pero no quería venderse y se fue.

Vino la última muchacha buscando algo para comer. El soltero le dijo que no sea muy rico, pero inteligente y voluntario y le daría todo. Ella, al final, buscaba solo un marido que le amaba, se sentió y comieron juntos. Se casaron y la mujer tuvo tres varoncitos que crecieron fuertes y sanos.

(En la época de lluvia tenían suficiente aceite.) Se convertieron en una familia feliz.

12.El mono asado

Un grupo de hombres fue de caza. Pero no tuvieron suerte y cazaron solo un mono. Entonces tuvieron mucho hambre. Llenaron sus capazos con muchos ñames pero se come el ñame con carne y salsa. Los cazadores no quisieron los ñames tan secos y protestaron. Surgió una revuelta.

El jefe del grupo permaneció tranquillo y callado, meditó un poco lejos del grupo. Luego dijo a sus hombres: „Asad el mono!“ Pero no tuvieron permiso para comer un trozo. Lo dijo con solemnidad.

Después de cocer el mano el jefe dijo: „Troceadlo!“ Otra vez no tuvieron permiso para comer un trocito y obedecieron. Luego el jefe permitió comer el mano, pero solo a pie, fue muy importante.

Cuando habían acabado de comer pudieron sentarse, pasaron la noche en el bosque y estuvieron todos alegres. El día siguiente tampoco cazaron mucho, así el jefe ordenó a volver a casa. Nadie tuvo que contar la historia del mono asado, porque si alguien conociera el secreto morirían.

Al inicio dijeron a sus familias que no habían cazado nada, pero luego todos revelaron que habían comido un mono. La noticia de la acción condenable llegó finalmente a oídos del jefe de la aldea. Preguntó al jefe de los cazadores si estaba verdad. Dijo que no. Juró que no habían comido un mono asado estando sentado. Si fuera una mentira caería herido mortalmente en este mismo momente. Los otros cazadores lo juraron también. Como no habían estando sentado no fue una mentira y nadie cayó muerto, gracias a la buena idea del jefe de los cazadores.

13.La hache de la palmera

Un hombre tenía tres hijos, todos varones. Tenía campos de ñames que eran difícil a cultivar.

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