DEFICIENCIAS AUDITIVAS
leinmy26 de Septiembre de 2013
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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
UNIVERSIDADBOLIVARIANA DE VENEZUELA
FUNDACIÓN MISIÓN SUCRE
ALDEA UNIVERSITARIA “ARAUREA”
ARAURE ESTADO PORTUGUESA
Prof. Norma Bracho
VII P.N.F.E.
Araure Estado Portuguesa
INTRODUCCIÓN
Son numerosos los trabajos e investigaciones dentro de la Psicología Evolutiva que han analizado cómo se desarrollan los niños con discapacidad auditiva, y qué diferencias se encuentran con el desarrollo de los niños oyentes.
En general, la evidencia disponible sugiere que los niños sordos e hipoacúsicos tienen más problemas en su desarrollo psicológico que afectarían al desarrollo cognitivo, social o emocional. Por ejemplo, algunas investigaciones han señalado cómo el descenso en las interacciones comunicativas entre niños con problemas auditivos y la familia pueden provocar la pérdida del potencial de desarrollo cognitivo, cómo las personas sordas tienen muchas dificultades para interaccionar socialmente, o cómo son también frecuentes los problemas de autoestima y de desarrollo emocional inadecuado.
Por consiguiente, con el desarrollo de este trabajo de investigación se busca obtener las orientaciones necesarias para conocer e informarse sobre la evolución psicológica de los niños con necesidades educativas de tipo Auditivo.
PARTICULARIDADES DE LA PERSONALIDAD DEL NIÑO CON COMPROMISO AUDITIVO
Clasificación de la Sordera según la naturaleza
• Sordera de transmisión: La calidad de recepción de la palabra es deficiente. Es la más frecuente.
• Sordera de percepción: La deficiencia auditiva afecta a la percepción de las palabras. Las dificultades de aprendizaje fonético son considerables. Este tipo de sordera aparece aislada o asociada a la sordera de identificación.
• Sordera de identificación: La comprensión de conceptos es muy difícil debido a la mala recepción y percepción de las palabras. Se produce una alteración de la simbolización de origen central. Puede existir aisladamente pero es frecuente en la sordera de percepción.
Clasificación según la intensidad
Debemos distinguir entre sordera y déficit auditivo definido por los decibelios percibidos.
• Sordera total: déficit superior a 85 decibelios.
• Sordera profunda: déficit de 60 a 85 decibelios.
• Sordera ligera: déficit de 40 a 60 decibelios.
• Mala audición: déficit inferior a 40 decibelios.
En estos dos últimos puntos es posible la adquisición del lenguaje aunque con problemas de articulación o pronunciación.
Clasificación según el origen u etiología
Alrededor de un 36% de los casos son de causa desconocida, el resto pueden ser una causa:
• Genética: Es la sordera congénita que supone el 50% de los casos.
• Prenatal: Originada durante el embarazo por enfermedades como la rubéola.
• Neonatal: Originada durante el nacimiento (parto, nacimiento prematuro, infección, etc.)
• Adquirida durante la infancia: Originada por traumatismos, infecciones, etc.
Los primeros años de la vida de un niño son los más decisivos. El problema que puede llegar a tener un hijo sordo está condicionado por el nivel de lenguaje en el momento de aparición de la sordera. Es diferente el desarrollo de un niño con el lenguaje oral y/o escrito adquirido que un niño que es sordo desde el nacimiento. Distinguiremos, pues, los niños con sordera congénita y los de sordera adquirida.
• Los primeros son niños con una gran dificultad de comunicación con el exterior ya que carecen de lenguaje (sordomudos). Éstos tienen más dificultades para relacionarse con los demás e interactuar con el medio. Cuanto más intensa sea la sordera mayor probabilidad de que haya mudez. A pesar de esta deficiencia, el niño sordomudo estimulado correctamente desarrolla un nivel de inteligencia normal.
• Los trastornos de la sordera adquirida varían en función de si ha aparecido antes de aprender a hablar y/o escribir o después. Si no hay lenguaje, la situación es parecida a los niños con sordera congénita. Si hay lenguaje en el momento de la aparición de la sordera, la dificultad para el desarrollo es menor.
Por todo ello, el diagnóstico precoz y la aplicación de un tratamiento adecuado son decisivos: la estimulación temprana, la utilización de prótesis (audífonos), la reeducación (aprendizaje de lenguaje por signos, lectura labial) y el tratamiento médico-quirúrgico (implantación de prótesis, intervenciones quirúrgicas, medicación…) siempre y cuando el equipo médico lo considere necesario.
La estimulación del niño con deficiencia auditiva deberá potenciar sus posibilidades de relación, comunicación y desarrollo global. En un principio, se trabajarán las capacidades sensoriomotrices: visual, táctil y en algunas ocasiones, auditivo. Para ello debemos utilizar todo lo que pueda llamar su atención. Por ejemplo, acompañando los estímulos auditivos de vibraciones percibidas por el tacto - un molinillo de café, la lavadora, la voz grave de papá, la aspiradora.
Respecto al lenguaje, siempre que hablemos con nuestro hijo deberemos hacerlo de cara permitiéndole que pueda leer nuestros labios. La lectura labial facilita la comunicación (sobre todo en los casos de audición deficiente).
Los padres debemos evitar las conductas de sobreprotección y de rechazo y debemos, por encima de todo hablar, cantar, jugar con nuestros hijos… y, en la medida de lo posible, sin pensar "no me oye". Debemos considerar que aquello que afecta al niño con deficiencia auditiva no siempre es una cuestión de volumen sino más bien de calidad del sonido. El libro Guía para estimular a niños sordos nos ofrece muchas sugerencias que nos servirán para potenciar la atención del niño con déficit auditivo.
Cuanto más grave es la sordera más frecuentes son los trastornos de personalidad y de desarrollo afectivo. El niño sordo suele ser más indisciplinado que los demás. A menudo no controla sus reacciones. Da muestras de cólera, agresividad o melancolía cuando se le lleva la contraria. Al enfrentarse a situaciones que no siempre puede dominar, el niño sordo reacciona a la defensiva, huye, se esconde y se aísla de un entorno que le es desagradable o dañino. La privación de comunicación y sus limitaciones en general, son percibidas por el niño como una fuente de frustración. Debido a su déficit, no entiende -como podría hacerlo un niño normal- las órdenes que se le dan en casa o en la escuela. Todos estos aspectos influyen sobre su personalidad y hay que tenerlos en cuenta a la hora de tratar sus conductas inapropiadas. Es recomendable la intervención de un psicólogo para tratar los problemas afectivos del niño y atender las necesidades de los familiares.
Los padres necesitarán ayuda y mucha dedicación para educar a un hijo con un trastorno auditivo y siempre deben evitar poner en segundo lugar a los otros miembros de la familia, especialmente a los hermanos. La paciencia, la constancia y la actitud positiva son imprescindibles para que la convivencia familiar se desarrolle dentro de unos límites de normalidad y se cree un ambiente emocionalmente estable en el que el niño pueda crecer equilibradamente.
La característica básica más importante del niño sordo tiene que ver con el desarrollo del lenguaje oral, que está determinado por el grado de pérdida auditiva.
Las pérdidas auditivas se pueden clasificar de la siguiente manera:
- Deficiencia Auditiva Ligera (pérdida entre 20 y 40 Decibelios (Db.) ): Los afectados no identifican por completo todos los elementos de una palabra, aunque ésta sea corriente. Manifiestan alguna dificultad de pronunciación.
- Deficiencia Auditiva Media (pérdida entre 40 y 70 Db.): Sólo se identifican las vocales de las palabras. El lenguaje ya es más limitado, con articulación defectuosa.
- Deficiencia Auditiva Severa (pérdida entre 70 7 90 Db.): Sólo perciben alguna palabra de fuerte intensidad. No adquieren el lenguaje espontáneamente.
- Deficiencia Auditiva Profunda (pérdida superior a 90 Db.): No adquieren ningún lenguaje.
Además, en general, parece que los niños sordos muestran un nivel de inteligencia más bajo en relación con los oyentes; las razones de este retraso pueden ser:
a) Ausencia del lenguaje oral, pues el lenguaje y el pensamiento van muy unidos.
b) Al no oír los sonidos de los objetos, el niño pierde interés por explorarlos y manipularlos, por lo que su inteligencia se desarrolla menos.
c) Tienen menos posibilidades de adquirir conocimientos, ya que la comunicación con los adultos suele ser más esquemática y reducida, o se ven privados de algunas fuentes importantes de información (por ejemplo, radio, TV, etc.).
d) La excesiva protección que rodea en muchas ocasiones a los niños sordos, que puede impedir que el niño aprenda de sus errores, enfrentándose a las dificultades.
En cuanto a las características
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