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DROGAS LETALES


Enviado por   •  16 de Junio de 2014  •  1.065 Palabras (5 Páginas)  •  252 Visitas

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Encontrar un significado exacto y a la vez realista al término droga no es tan sencillo como parece. Abordar los problemas y situaciones derivadas de su consumo, tampoco.

Las definiciones médicas y farmacológicas se muestran insuficientes ante la complejidad de un tema de trascendencia mundial por sus implicaciones, pero cuya perspectiva concreta depende de cada sociedad y de cada cultura. Su tratamiento a base del recurso a las leyes simplemente, ha demostrado también su ineficacia, porque el problema hunde sus raíces en las características de todo un modelo de convivencia.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el nombre de droga resulta aplicable a toda sustancia, terapéutica o no, que introducida en el cuerpo por cualquiera de los mecanismos clásicos (inhalación de vapores o humos, ingestión, fricciones, etc.) o nuevos (administración parenteral, endovenosa, etc.) de administración de los medicamentos, es capaz de actuar sobre el sistema nervioso central del individuo hasta provocar en él una alteración física o intelectual, la experimentación de nuevas sensaciones o la modificación de su estado psíquico.

Esa modificación, condicionada por los efectos inmediatos (psicoactivos) o persistentes (crónicos), predispone a una reiteración continuada en el uso del producto. Su capacidad de crear dependencia, física o psíquica, en el consumidor es precisamente una de las características más importantes a la hora de definir una sustancia como droga. Pero la dependencia no viene determinada exclusivamente por esa interacción entre la sustancia y el sistema nervioso central que, real y objetivamente, tiene efectos bioquímicos agudos, persistentes o crónicos a corto, medio o largo plazo.

Es una situación más compleja, en la que también intervienen la estructura social donde se desenvuelve el sujeto, sus relaciones dentro de un grupo humano y la «agresividad» en los mecanismos del mercado del producto.

En este factor dependencia está basada, precisamente, una de las clasificaciones más controvertidas de las drogas: «duras o pesadas», cuando crean adicción física, y «blandas o ligeras» cuando no la crean.

Naturalmente, al hablar de las drogas nadie o casi nadie piensa en las institucionalizadas, en las integradas en las pautas de comportamiento de la sociedad, porque gozan del respaldo de la tradición histórico-cultural y porque su producción, venta y consumo no están penalizados. Nadie o casi nadie parece referirse al alcohol, al tabaco o al café, por ejemplo, productos todos ellos de uso común, aunque sean capaces de crear más o menos graves toxicomanías.

La polémica se centra sobre todo, de manera parcial y en consecuencia erróneamente, en las sustancias no integradas, que no pertenecen al acerbo cultural de referencia, vividas como «exóticas» e ilegales. Para desgracia de quienes luchan por hallar soluciones realistas al problema, el nivel de información del gran público al respecto continúa basándose en estereotipos, en frases hechas y en noticias con mayor sensacionalismo que rigor científico.

No es extraño, pues, que la actitud social más generalizada abunde en juicios rotundos, casi siempre condenatorios, sobre las causas del problema, ni que recurra con facilidad a los legalismos, al enfoque exclusivamente penal, a la hora de las soluciones. Desde este punto de vista, el consumidor de drogas, de ciertas drogas sin «prestigio» social, continúa siendo sobre todo un delincuente.

Los preadolescentes y jóvenes consumidores de drogas en la sociedad actual no son individuos extraños o aislados, exponentes solo de una fracción «descarriada» de la población. Son elementos

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