Delincuencia
Jesi5083 de Marzo de 2014
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Delincuencia juvenil
Antecedentes
Durante el siglo XIX, en la sociedad mexicana se distinguían las siguientes clases sociales: la alta burguesía, formada por extranjeros y mexicanos ricos herederos o enriquecidos; la pequeña burguesía y clase media, constituida por artesanos y pequeños comerciantes; los pequeños propietarios, formada por indígenas que habían logrado conservar sus tierras; el peón, que por lo general era indígena, analfabeta, idolatra y alcóholico, entre otras características dignas de hacerlo llamar “ignorante”; y por último, el lumpemproletariado, en donde se clasificaba a los mendigos, papeleros, carteristas, ladrones, jugadores y asaltantes, es decir, el “negrito en el arroz” de las grandes ciudades.
En este último sector social se encontraba la delincuencia, que para esta época se atribuía principalmente al alcohol (aguardiente y pulque), conclusión a la que se había llegado por mera observación del estado de ebriedad en aproximadamente el 37% de los delincuentes remitidos ante la justicia. Aunque no se descartaban ni quedaban de lado la ignorancia, la miseria, la hombría y la pasión, como causantes de actos delictivos.
Además de las causas antes descritas, se buscó explicar la criminalidad, en primera instancia, mediante el origen moral de la defensa del honor, pues el acto criminal sin importar cual fuera, brindaba la esencia de “hombre”. Por otro lado, otros autores se referían a los delincuentes como degenerados morales, llenos de sentimientos malos y negativos, y de deseos perjudiciales hacia individuos o comunidades enteras. Es decir, inadaptados sociales, que además de generar un mal, contagiaban a otros de sus ideas perversas.
En ocasiones, la etiqueta se convertía de “delincuente” a “enfermo mental”, los cuales contaban con una clasificación propia: natos, pasionales y locos. Es de aquí de donde nace el intento por hacer la Psicología de la delincuencia, pues al encontrar rasgos similares, tanto físicos como psicológicos, se creó la definición del “loco criminal mexicano”.
Ante esta situación, surgieron propuestas de medidas de combate a la delincuencia, la primera de ellas fue la intensificación de la educación, dado que se consideraba a ésta como la mayor influencia sobre la conducta del hombre. En segundo lugar, se implementó la represión del alcoholismo, puesto que este era considerado como causante principal de delitos. Y por último, se dio el aumento de la penalidad, por considerar a la reclusión como el medio curativo más eficaz. Pero aquellos casos en que se consideraba a la “enfermedad” como algo patológico, solía implementarse la cirugía, mejor conocida como lobotomía, para la supresión definitiva de dichos criminales.
Los delitos más frecuentemente denunciados, y preocupantes, eran, por orden de aparición: los delitos de sangre, los robos, los juegos de azar, una forma moderna y civilizada de robo; el maltrato a los niños, y la delincuencia infantil.
Esta última, llamó la atención de los censos, pues para el año de 1910, los niños constituían un 41% de los actos delictivos, dejando a los adolescentes, adultos y ancianos con 29%, 21% y 8%, respectivamente; siendo la edad con mayor frecuencia de los 18 en adelante. Especulaban como causas determinantes de esto a la madurez acelerada de la raza latina, al desarrollo precoz de los niños, la vagancia, el alcoholismo, la falta de educación moral, la falta de educación, y el mal ejemplo de los padres.
La respuesta a este fenómeno fue la creación de correccionales, así como el mejoramiento de penales y tribunales, todo con la intención de adaptar y reformar al individuo a la vida social, proporcionándole enseñanzas teóricas, manuales y físicas.
La delincuencia
La sociedad está dividida en clases y esto tiene un efecto en los grupos que se encuentran abajo. Los fenómenos sociales que son abordados como problemas individuales o de grupos restringidos son el reflejo del funcionamiento de la estructura social. En México, al presentarse tantos problemas de orden social como es el desempleo, la pobreza, la delincuencia, la falta de educación, entre otras, es claro notar que la estructura que lo mantiene no es ni ha sido la adecuada por mucho tiempo, y esto puede ser consecuencia de la copia de modelos extranjeros para regir a población mexicana; fenómeno que ha estado presente a lo largo de su historia.
La conducta delictiva está determinada socialmente y surge como consecuencia de la limitación de los satisfactores sociales, servicio básicos, educación, etc.; a un núcleo parcial de la sociedad, así como el uso represivo de formas aversivas de control para “eliminar” la conducta no deseada. Esto parece ser un enfoque conductual, plano, para estudiar a la delincuencia, pero es en realidad, la manera en que se ha abordado el problema desde tiempo atrás, y a pesar de que en vez de mejorar ha empeorado, el sistema sigue imponiendo las mismas medidas.
Ribes (1975) considera que existen tres formas que evitarían la conducta delictiva: distribución homogénea de la riqueza social, eliminación de sistemas aversivos de control social y supresión de las condiciones sociales que hacen legítimas la agresión, o la violencia como formas de apropiación de la riqueza. Si bien es cierto que la pobreza extrema genera altos índices de delincuencia, una repartición homogénea no parece ser la solución, pues también se han presentado casos, y con bastante frecuencia, en donde aquellos que parecen poder satisfacer todas sus necesidades de manera cómoda, no se sienten así y recurren a delitos como robos o asesinatos, que les permitan obtener más de lo que ya tienen.
El ser humano en la actualidad no considera que algo sea suficiente, está en constante búsqueda de más, pues ahora todos sus deseos, los ha convertido en aparentes necesidades, y por lo tanto, hará lo que sea necesario para conseguirlas.
Como segunda opción, presenta la idea de la eliminación de sistemas aversivos de control. Asumiendo que se refiere a la reclusión, no parece vial su propuesta, pues la idea de que recluyendo a aquellos desviados de la norma, generará que los mismos se adapten al sistema social, data de 1672, año en que se abrió la primera prisión para aquellos que cometieran crímenes de brujería, a partir de los cuales se desarrollaron leyes extendidas que abarcaron la maldad, la mentira, la iniciación esotérica y la superchería. Esto se hizo con el propósito de hacer cumplir reglas atadas al conocimiento racional, además de mantener el respeto civil y la moralidad pública, mediante la intervención permanente y positiva en el comportamiento; ideal que se mantiene a la fecha.
Por último, sugiere la supresión de las condiciones sociales que legitimen la violencia y la agresión como formas de obtención de riqueza. Esto, significaría eliminar por completo el sistema de clases sociales, es decir, la estructura del país, pues es este mismo sistema el que ha marcado siempre la diferencia, y por lo tanto, ha hecho que aquellos rezagados como los más bajos, busquen llegar al primer escalón de la pirámide, donde se obtiene todo lo que siempre les han hecho desear.
Delincuencia juvenil
La delincuencia, no tiene una definición adecuada, pues simplemente se refiere a la conducta que está prohibida ante las leyes de la sociedad o a la conducta que realizan algunos sujetos. Por lo tanto, se presenta el mismo problema al intentar definir el concepto delincuencia juvenil, pues los autores que lo han intentado solo concuerdan en tres aspectos: se da en un determinado grupo de edad, implica la conducta del joven y la reacción de la comunidad.
Mirón y Otero (2005) definen al ciclo de la delincuencia juvenil:
Primero la opinión pública y los políticos consideran que existe una creciente preocupación social sobre el incremento de la delincuencia juvenil. La respuesta que conlleva es la mano dura, es decir, un incremento del control para castigar a los delincuentes por su conducta pasada y el recorte de programas para intervenir en su comportamiento futuro. Por lo tanto, algunos delincuentes no afrontan las consecuencias de sus actos; esto resulta inaceptable para la sociedad y se propone equilibrar el castigo y la rehabilitación. Es aquí donde los programas de prevención tienen más posibilidades. Es entonces que este enfoque intermedio, es igualmente ineficaz en la eliminación de la delincuencia juvenil, las medidas severas se vuelven a implantar gradualmente y comienza de nuevo el ciclo.
Al hablar de delincuencia, está inmerso el delito, es decir, la desviación de un individuo, que cuenta con atributos o ideas que una sociedad o parte de ella, considera equivocadas, malas, extrañas, disgustantes o inmorales. (Higgins y Butler, 1982 en Mirón y Otero, 2005).
Los delitos se consignan de acuerdo a la edad de quien los comete. Las normas y leyes que rigen una sociedad, afectan a los individuos plenamente responsables de sus actos. En la antigüedad, las leyes se aplicaban a todos por igual, pero en la actualidad es distinto, pues la edad pasó a ser un criterio importante para exigir responsabilidad legal a alguien por sus actos. Se establece una triple clasificación: niños, exentos de responsabilidad; jóvenes, con responsabilidad disminuida; y adultos,
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