Desarrollo Fonologico
ALEJANDROBANDALA25 de Septiembre de 2011
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Desarrollo fonológico.
Existe una buena razón para comenzar por el desarrollo de la fonología, porque el sistema de sonidos es fundamental para el lenguaje posterior.
Los sonidos producidos por los niños en su primer año de vida no son lenguaje “correcto”. De hecho la palabra “infancia” deriva de la palabra latina infans, que significa “sin lenguaje”. Es innegable que el niño emite muchos sonidos y ruidos durante su primer año de vida, antes de empezar a “hablar correctamente”. Esos sonidos iniciales incluyen el llanto, el arrullo, el borbolleo y el balbuceo.
El desarrollo fonológico se refiere al desarrollo de la comprensión por parte del niño de que las diferentes combinaciones o patrones de sonidos del lenguaje conllevan diferencias de significado. Por ejemplo “papá” y “mamá” se refieren a individuos diferentes.
La percepción auditiva de los sonidos del habla se da antes de que el niño aprecie la importancia de hacer esas distinciones. Los estudios sobre percepción del habla han mostrado que los niños de edad de tres y cuatro meses pueden discriminar entre dos sonidos del habla, como “ba” y “ga”, que difieren en cuanto al punto de articulación.
En las tareas de discriminación auditiva con bebés se presenta repetidamente un sonido y entonces se introduce el otro. Para valorar si el niño ha oído la distinción se toma algún indicador comportamental que indique el cambio ene l sonido. Frecuentemente, el bebé indica “sorpresa” cuando de introduce el nuevo sonido a través de un aumento de ritmo de succión del biberón o volviendo la cabeza. Si se observa un comportamiento de ese tipo se concluye que el bebé es capaz de distinguir los sonidos.
La importancia fundamental de las investigaciones sobre percepción temprana del habla se puede reconocer en términos de la distinción entre “bota” y “gota”, palabras utilizadas por los adultos. Para ellos, ser capaz de distinguir entre esas dos palabras es importante para entender el habla de los demás, ya que las dos palabras conllevan diferentes significados. El bebé, por tanto, parece predispuesto al procesamiento activo de los diferentes sonidos del lenguaje que oye a su alrededor.
Esta tendencia se hace más específica a medida que el niño crece y escucha más y más habla adulta y, con el tiempo, aprende la significación de esas distinciones auditivas para transmitir diferentes significados.
La secuencia del desarrollo fonológico depende de los mecanismos fisiológicos del habla y de la progresiva maduración del aparato vocal. El niño logra también un control creciente sobre esos mecanismos, incluyendo el poder controlar el punto de articulación de los sonidos. Esas producciones vocales se denominan normalmente “balbuceo”.
Parece razonable asumir que el balbuceo está relacionado con el posterior desarrollo del habla de forma compleja. Durante la fase del balbuceo, el niño practica la producción del habla, probando mecanismos articulatorios como la lengua, labios y dientes y desarrollando un control creciente de esos aparatos.
Con el feedback auditivo obtenido a través de sus propios oídos el niño vuelve a entrenarse en los sonidos que pueden emitir en un punto y recíprocamente, en el punto de articulación de los sonidos concretos que desea. Los niños sordos balbucean hasta alrededor de los nueve meses. Entonces dejan de hacerlo, al no tener un feedback auditivo que posibilite el desarrollo del control.
Las vocales se desarrollan desde las formaciones de la parte anterior de la boca como “a” y el punto de articulación se desplaza hacia arriba y hacia abajo, de manera que hacia el final del primer año se producen casi todos los sonidos vocálicos.
Stark describió una secuencia evolutiva más detallada de las producciones vocales de los niños hasta la edad de dieciocho meses. Examinó las
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