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Descubrir A Dios


Enviado por   •  28 de Abril de 2013  •  2.874 Palabras (12 Páginas)  •  269 Visitas

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Buenos Aires, julio de 2012

Descubrir a Dios – Ensayo

Hace pocos meses mi esposa y yo tuvimos la fortuna de finalizar un proyecto que comencé hace tres años aproximadamente: “La que tiene fuerza”. No es del alcance de este texto contar el propósito del libro, sin embargo, me surgió la necesidad de profundizar un aspecto que puede resultar de interés.

No soy un hombre religioso, no pertenezco a ninguna iglesia o comunidad, no profeso ninguna fe y no comparto muchas de las acciones de las diferentes religiones. No obstante, fui educado bajo la tutela de la iglesia católica, y recibí la instrucción y formación de esa religión.

Cuando recibimos el maravilloso prólogo de Marcela, para nuestro libro: “La que tiene fuerza”, me sorprendió saber, que nosotros, a través de nuestra experiencia vivida con Catalina, pudimos realizar una obra con tanta diversidad. El prólogo muestra el libro con tan diferentes enfoques y con palabras tan adecuadas y precisas para su descripción que, al releerlo, me sigue emocionando

Uno de estas miradas que hizo la autora, me hizo reflexionar y por lo tanto, querer compartir expresamente, mi visión de esto que llamé: “Descubrir a Dios”.

Al retrotraer la mirada de nuestra vida junto a Catalina y, en particular, a las dificultades en el nacimiento y que continuaron por veinticinco días, recuerdo que nos aferramos a la fe Cristiana que adquirimos desde niños. También, rezábamos con una fe fervorosa (aunque quizás sea más apropiado decir esperanzados), la espera de un milagro. Entonces, pasados unos días y próximo a Pascuas del año 2000, un sacerdote, amigo de la familia, nos dice “…El domingo, Dios le regalará vida a Catalina…” Naturalmente, fueron palabras de consuelo espiritual para nosotros. Sin embargo, el lunes que siguió al domingo de Pascuas, los médicos “contemplaron con asombro” (tal como explica Marcela, la definición de Milagro en el prólogo) como la isquemia cardíaca había desaparecido tal como lo demuestran los resultados de las ecografías y los análisis de sangre que aún conservamos entre otros documentos.

Estoy seguro que habrá explicaciones científicas que pueden demostrar fehacientemente los resultados de los estudios médicos y por ende, asegurar, el porqué de la curación de la isquémica cardíaca. No obstante, la evolución clínica de Cata fue favorable desde ese entonces. Así, cada semana fue recuperándose poco a poco.

Pero no pudo recuperarse del todo.

No puedo afirmar que lo ocurrido haya sido un milagro, pero tomaré algunas palabras que dijo el jefe de neonatología del viejo Sanatorio Anchorena: “…Ella revirtió todo solita, nosotros solo seguimos un protocolo…” Bien sabemos que las diferentes disciplinas de la salud no son exactas, pero, en general, admito que encontré más respuestas en ellas que en la fe. Contrariamente a lo que podría esperase de esta situación, descubrí una nueva forma de “ver”.

Cuando las respuestas están, más dentro de la ciencia que en la fe, probablemente tendamos a distanciarnos de nuestras creencias que recibimos o que nos fue inculcada.

Tomando lo anterior como premisa, quizás estemos de acuerdo en inferir que, luego del distanciamiento de la fe, aparezca el rechazo a todo lo que tiene que ver con Dios, la religión o la iglesia. Obviamente, considerando la situación por la que se vive.

Me pregunté si sobrevivir veinticinco días a una terapia en neo, fue realmente un milagro, aún cuando entendíamos que las secuelas, estaban presentes. Pero sin tener la verdadera magnitud de ello.

Lo cierto es, que ante esta realidad, nosotros optamos más por vivir. Claro que no fue fácil, y despojarnos de nuestras miserias y adaptarnos a las necesidades de Cata, mucho menos. Pero lo conseguimos. Y esto tuvo un gran significado, tanto para Cata como para nosotros, porque a través de esta adaptación, comenzamos a vivir nosotros y también ella como individuo.

No hubo una receta para la adaptación, y la respuesta a la pregunta: ¿Cómo hacer para vivir con una hija tan dependiente y con un montón de secuelas? es una sola palabra:

Amor.

Pero esta misma pregunta me lleva también a otros planteos:

¿Qué sentido tiene nuestra vida?

No estoy a la altura para responder a esta pregunta. Dudo que alguien tenga autoridad para hacerlo, pero voy a dar mi visión desde la experiencia.

Mientras escribo, pienso, reflexiono, busco y descubro que no tengo la respuesta a esta pregunta. Me tomaré la libertad de decir que: “asegurar que todos tenemos un destino”, no es algo con lo que yo esté de acuerdo. En mi opinión, destino es una palabra que aplica más a los medios de transporte o a la planificación de un viaje. “…Vamos a tal o cual destino…”. Entonces, si hago una analogía, puedo afirmar que nuestra vida es un viaje y que todos vamos al mismo destino: La Muerte.

Cada uno de nosotros elige un sentido para vivir, que nos lleva a ese único destino.

Según entiendo, los seres vivos aparecimos en el planeta como una “combinación aleatoria” de átomos, moléculas y compuestos químicos. De hecho el 80% de la composición química del ser humano es: Oxígeno, Carbono, Hidrógeno y Nitrógeno. Tanto así, que las diferentes especies fueron evolucionando hasta que, una de ellas, alcanzó a lo que hoy conocemos como: humanidad.

Evidentemente que, desde el desarrollo de organismos unicelulares hasta hoy, todo fue evolución, y los seres humanos no somos la excepción. Y ha sido así, siempre. Basta con mirar cómo éramos en la edad media y como vivimos hoy en inmensas urbes, rodeadas de edificios.

La ciencia también evolucionó, y hoy la expectativa de vida ha crecido tanto que ahora sobreviven bebés cuyo peso no alcanzan al kilo.

Concluyo, entonces, que dentro de la especie humana existe una naturaleza innata por evolucionar. Dejo fuera del alcance del texto si el sentido de esa evolución beneficia o no a los seres humanos. No obstante, he aquí una respuesta a la pregunta: ¿Qué sentido tiene nuestra vida?

En mi opinión, el sentido natural e innato de nuestra vida, acaso inconsciente, es evolucionar y esto implica un instinto natural por vivir. Luego, infiero que, porque podemos evolucionar, estamos para mejorar la humanidad.

Pero hay más cuestiones que me vienen a la mente

¿Fue Dios acaso, quien permitió el nacimiento de Catalina para castigarnos por nuestros pecados? ¿No es Dios

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