ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Dibujos De Valores


Enviado por   •  31 de Julio de 2011  •  7.867 Palabras (32 Páginas)  •  882 Visitas

Página 1 de 32

República bolivariana de Venezuela

Ministerio del poder popular para La educación

Liceo bolivariano simón bolívar san Cristóbal EDO -Táchira

Nombres: Isaac ely

Apellidos: Suarez Mendoza

Año: 7mo sección: B

Numero de lista: 7

Me disponía a dirigir al desconocido el trivial salam de los

Caminantes, cuando, con gran sorpresa por mi parte, vi que se

Levantaba y decía ceremoniosamente:

Un millón cuatrocientos veintitrés mil setecientos cuarenta y

Cinco

Se sentó en seguida y quedó en silencio, con la cabeza apoyada en

las manos, como si estuviera absorto en profundas meditaciones.

Me paré a cierta distancia y me quedé observándolo como si se

tratara de un monumento histórico de los tiempos legendarios.

Momentos después, el hombre se levantó de nuevo y, con voz

pausada y clara, cantó otro número igualmente fabuloso:

Dos millones trescientos veintiún mil ochocientos sesenta y seis…

Y así, varias veces, el raro viajero se puso en pie y dijo en voz alta

un número de varios millones, sentándose luego en la tosca piedra

del camino

Sin poder refrenar mi curiosidad, me acerqué al desconocido, y,

después de saludarlo en nombre de Allah con Él sean la oración y la

gloria, le pregunté el significado de aquellos números que solo

podrían figurar en cuentas gigantescas.

Forastero, respondió el Hombre que Calculaba, no censuro la

curiosidad que te ha llevado a perturbar mis cálculos y la serenidad

de mis pensamientos. Y ya que supiste dirigirte a mí con delicadeza y

cortesía, voy a atender a tus deseos. Pero para ello necesito contarte

antes la historia de mi vida. Y relató lo siguiente, que por su interés

voy a trascribir con toda fidelidad

Me llamo Beremiz Samir, y nací en la pequeña aldea de Khoi, en Persia, a la sombra de la pirámide inmensa formada por el monte Ararat. Siendo aún muy joven empecé a trabajar como pastor al servicio de un rico señor de Khamat. Todos los días, al amanecer, llevaba a los pastos el gran rebaño y me veía obligado a devolverlo a su redil antes de caer la noche. Por miedo a perder alguna oveja extraviada y ser, por tal negligencia, severamente castigado, las contaba varias veces al día. Así fui adquiriendo poco a poco tal habilidad para contar que, a veces, de una ojeada contaba sin error todo el rebaño. No contento con eso, pasé luego a ejercitarme contando los pájaros cuando volaban en bandadas por el cielo. Poco a poco fui volviéndome habilísimo en este arte. Al cabo de unos meses –gracias a nuevos y constantes ejercicios contando hormigas y otros insectos- llegué a realizar la proeza increíble de contar todas las abejas de un enjambre. Esta hazaña de calculador nada valdría, sin embargo, frente a muchas otras que logré más tarde. Mi generoso amo poseía, en dos o tres distantes oasis, grandes plantaciones de datileras, e, informado de mis habilidades matemáticas, me encargó dirigir la venta de sus frutos, contados por mí en los racimos, uno a uno. Trabajé así al pie de las palmeras cerca de diez años. Contento con las ganancias que le procuré, mi bondadoso patrón acaba de concederme cuatro meses de reposo y ahora voy a Bagdad pues quiero visitar a unos parientes y admirar las bellas mezquitas y los suntuosos palacios de la famosa ciudad. Y, para no perder el tiempo, me ejercito durante el viaje contando los árboles que hay en esta región, las flores que la embalsaman, y los pájaros que vuelan por el cielo entre nubes. Y señalándome una vieja higuera que se erguía a poca distancia, prosiguió

¿Usted cree? –se asombró Beremiz. Jamás se me ocurrió pensar

Que contando los millones de hojas de los árboles y los enjambres de

Abejas se pudiera ganar dinero. ¿A quién le pueden interesar cuántas

Ramas tiene un árbol o cuántos pájaros forman la bandada que cruza

Por el cielo?

-Su admirable habilidad –le expliqué- puede emplearse en veinte

Mil casos distintos. En una gran capital como Constantinopla, o

Incluso en Bagdad, sería usted un auxiliar precioso para el Gobierno.

Podría calcular poblaciones, ejércitos y rebaños. Fácil le sería evaluar

Los recursos del país, el valor de las cosechas, los impuestos, las

mercaderías y todos los recursos del Estado. Le aseguro –por las

relaciones que tengo, pues soy bagdalí- que no le será difícil obtener

algún puesto destacado junto al califa Al-Motacén, nuestro amo y

señor. Tal vez pueda llegar al cargo de visir-tesorero o desempeñar

las funciones de secretario de la Hacienda musulmana.

-Si es así en verdad, no lo dudo, respondió el calculador. Me voy a

Bagdad.

Y sin más preámbulos se acomodó como pudo en mi camello –el

único que llevábamos-, y nos pusimos a caminar por el largo camino

Cara a la gloriosa ciudad.

Desde

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (50.7 Kb)   pdf (246.8 Kb)   docx (49.5 Kb)  
Leer 31 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com