Dios En La Poesía De Vallejo

“Siento a Dios que camina/ tan en mí, como la tarde y con el mar.”

Este sentimiento de intimidad que une a César Vallejo con el Creador, se traduce en una profunda fe religiosa que marcó con huellas indelebles la obra y la vida de este célebre poeta.

Ante la asombrosa certeza que encierra esta verdad, nosotros como admiradores y seguidores de Vallejo, debemos tratar reflexionar sobre los orígenes este profundo y conmovedor sentimiento religioso hacia un Ser cuya presencia es, a la vez, tan cercana y tan lejana, que se manifiesta en su doble faceta: la de un Dios Cristiano de los abuelos paternos del poeta y la de un Dios Incaico de sus abuelas maternas.

Señores y Señoras, la comprensión cabal del sincretismo religioso patente en el sentimiento estético de Vallejo, es la clave que nos permitirá acercarnos a la esencia del alma del poeta. Es por ello que he seleccionado como tema para disertar en esta oportunidad : “El sentimiento religioso en la poesía de Vallejo”

La vivencia religiosa surge en Vallejo como un sentimiento inherente a su naturaleza biológica y espiritual; se manifiesta en su poesía cuando el poeta usa la terminología bíblica para expresar las hondas y trémulas agonías de su dolor humano: aquella agonía suya, tan personal, tan profunda, tan dramáticamente conmovedora. Esta actitud religiosa se encuentra registrada en una carta de Vallejo a Pablo Abril, fechada en París el 5 de noviembre de 1924, que a la letra dice: “Vuelvo a ser religioso, pero tomando la religión como un consuelo de esta vida. Sí, si. Debe haber otro mundo de refugio para los que mucho sufren en la tierra. De otra manera, no se concibe la existencia , Pablo”

Frente a Dios, Vallejo asume dos actitudes: la rebeldía irreverente en “Los dados eternos” y la ternura apasionada en el poema “Dios”. Antenor Samaniego, poeta y ensayista peruano, en su obra “César Vallejo: su poesía” afirma que “en Vallejo la idea de Dios, va surgiendo de lo desconocido a donde no le es dado llegar por la vía de la razón ni del sentimiento”. Indudablemente, en Vallejo, como en todo ser humano de inolvidables vivencias, Dios surge como una representación de lo supremo por lo incomprensible, lo ignorado y lo inexplicable, mas no como la presencia de un ser superior, omnisciente: gobernador absoluto de la existencia humana.

La presencia de este sentimiento religioso vallejiano se patentiza en todos sus poemarios:

- “Los heraldos negros” 18 poemas

- “Trilce” 07 poemas

- “Poemas en prosa” 03 poemas

- “Poemas humanos” 06 poemas

- “España, aparta de mí este cáliz 04 poemas

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