Disgrafia
issabellla7 de Enero de 2014
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|Cómo apoyar a un hijo con disgrafía
Hay actividades simples, pero efectivas, para ayudar a los niños que tienen disgrafía. Presta atención a las propuestas de la educadora diferencial Patricia Estay y el psicólogo Jaime Bermeosolo.
Patricia Estay, educadora diferencial, explica que “los nuevos enfoques hacen posible que los tratamientos frente a la disgrafía no sólo estén basados en la ejercitación caligráfica, sino también en otras actividades en las que se consideran aspectos motivacionales”. Por ejemplo, modelar con plasticina o rellenar un dibujo contribuye a la coordinación vasomotora, que es una habilidad que subyace el acto de escribir.
Jaime Bermeosolo, psicólogo formado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, sostiene que los niños disléxicos son también disgráficos, ya que los errores que cometen al leer (omisiones o inversiones de letras) los cometen también en la escritura.
La escritura es un proceso de carácter práxico, que el niño ejecuta cuando realiza el trazado de signos gráficos. La disgrafía es una dificultad del aprendizaje que afecta justamente la forma de la escritura o la calidad de la grafía (mala letra o caligrafía deficitaria, llamada también disgrafía motriz).
Patricia Estay, educadora diferencial, explica que “la disgrafía es un trastorno de tipo funcional que afecta la calidad de la escritura del sujeto, en el trazado o la grafía y en la base de estas dificultades aparecen trastornos psicomotores, visoperceptivos, entre otros”.
Tres actividades que se pueden trabajar en la casa
Si entendemos la disgrafía como un trastorno que afecta la forma de la escritura o la calidad de la grafía, no podemos dejar de mencionar el libro “Niños con Necesidades Educativas Especiales” (Ediciones UC, 2006), donde se señala explícitamente que “tanto para prevenir como para corregir las dificultades de la disgrafía se pueden utilizar una serie de técnicas, que están muy bien ejemplificadas en el texto “Trazo a Trazo” de Condemarín y Chadwick (Ediciones Andrés Bello, 2000)”. Algunas de estas técnicas se pueden trabajar fácilmente en la casa con el apoyo de los padres:
1. Técnicas caligráficas, destinadas al aprendizaje de las letras, al ligado y a la regularidad de la escritura, en otras palabras, a lograr una escritura rápida y legible. Por ejemplo: pedir al niño que haga una serie de ejercicios en un cuaderno de caligrafía, muchas veces estos ejercicios ya vienen hechos en algunos cuadernos y basta con motivar al niño a desarrollarlos.
Pero, tal como explica Patricia Estay, educadora diferencial, “no se trata que el niño escriba caligrafías en forma excesiva, sino que venza las dificultades que impidan una adecuada escritura… Los nuevos enfoques hacen posible que los tratamientos no sólo estén basados en la ejercitación caligráfica (hasta lograr en el niño la incorporación de patrones correctos de escritura), sino más bien deben considerar aspectos motivacionales ya que, además de ser una actividad monótona para el niño, existen habilidades visoperceptivas y grafomotoras que subyacen al acto de escribir”.
2. Técnicas pictográficas, cuyo objetivo es desarrollar el agrado por la actividad gráfica y favorecer el hábito de una postura adecuada, la fluidez y distensión del movimiento motor. Por ejemplo: pedir al niño que haga un dibujo.
Otras actividades en esta área, que menciona Patricia Estay, consisten en modelar con plasticina o rellenar un dibujo, todo lo cual contribuye a la coordinación visomotora.
3. Técnicas escriptográficas, que pretenden mejorar las posiciones y movimientos gráficos. Por ejemplo: pedir al niño que haga trazos continuos con deslizamiento de todo el antebrazo y de la mano sobre la mesa, al escribir una tarjeta aprovechando instancias como la Navidad o el Día del Padre. Una actividad tan simple como ésta sirve para adoptar una postura correcta, distender el brazo y la mano y realizar un movimiento en forma regular y rítmica.
Es importante cautelar una correcta posición del cuerpo, del papel y de los materiales que se ocuparán.
Más sugerencias para los padres
Sin embargo, según Patricia Estay, hay muchas otras actividades que se pueden desarrollar en la casa para ayudar a un hijo/a con disgrafía. Por ejemplo:
En cuanto a la psicomotricidad: realizar con el niño ejercicios de conocimiento y manejo corporal, es decir, que el niño sea capaz de reconocer su cuerpo, sus sensaciones: conciencia corporal, estar consciente de su cuerpo y de lo que es capaz de hacer; el desarrollo de la lateralidad, saber cuál es la izquierda y cuál es la derecha (en sí mismo y en el otro), relajación global y relajación segmentaria. En el caso de actividades concretas, pueden desarrollarse al aire libre.
Efectuar con el niño movimientos motores gruesos y finos, y ejercicios que contribuyan a la coordinación y relajación de los diferentes segmentos corporales.
En relación a la percepción: trabajar la orientación espacial ubicándose en el espacio, manejar conceptos básicos (arriba, abajo, adelante, detrás), estructuración temporal (seguir ritmos en palmadas), etc.
Reaprendizaje de las letras del alfabeto: actividad para la cual se pueden utilizar elementos como lija, arena, sémola (trazar el movimiento de la grafía utilizando el movimiento y la percepción táctil).
¿Qué se puede hacer si la disgrafía afecta el contenido de la escritura?
Según algunos investigadores y académicos, la disgrafía también puede ser entendida como un trastorno que afecta el contenido de la escritura o la calidad de la expresión escrita (dificultad para la producción de textos escritos, lo que se manifiesta por errores gramaticales o de puntuación en la elaboración de frases, una organización pobre de los párrafos y errores múltiples de ortografía).
No es raro que cuando el trastorno afecta el contenido de la escritura o la expresión escrita, también esté acompañado de una grafía excesivamente deficitaria. Si este problema afecta el área de la expresión escrita, la familia también cuenta con herramientas para ayudar al menor afectado:
1. Aprovechar distintas ocasiones de la vida cotidiana (por ejemplo, el cumpleaños del papá o la mamá, el día del niño, etc.) para motivar al niño a la construcción de discursos escritos. Aquí es importante considerar la planificación del mensaje (las ideas o hipótesis que se quieren comunicar y en qué orden las voy a comunicar), el proceso de construcción de la estructura sintáctica (ámbito gramatical), la recuperación de elementos léxicos (los niños con disgrafía suelen tener problemas en las representación ortográfica o de conversión fonema a grafema) y los procesos motores (es necesario apoyarlos para que las letras sean bien dibujadas y para que no inviertan los rasgos de las letras, por ejemplo: d x b, p x q, 3 x E, etc.)
Cada caso es particular, pero el papá o la mamá con el apoyo y las explicaciones precisas del profesional que haya diagnosticado a su hijo/a con disgrafía, conocerá cuáles son los aspectos en los que debe poner mayor atención.
La educadora diferencial Patricia Estay propone a los padres hacer con sus hijos carteles, afiches, logos y marcas de manera lúdica para fomentar en ellos el deseo de escribir. Además, propone una serie de sugerencias para estimular la producción escrita (ver recuadro).
2. Motivar al niño a leer sin apresurarse, fijando su atención en el texto y tratando de comprender lo que lee; de ese modo, el niño logrará darse cuenta que ha cambiado el sentido del texto y revisará las palabras que leyó, dándose cuenta que algunas de ellas las ha leído de otra manera. Al advertir sus errores, es menos probable que los transfiera después al plano escrito.
Jaime Bermeosolo, psicólogo formado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, sostiene que los niños disléxicos son también disgráficos, ya que los errores que cometen al leer (por ejemplo, omisiones o inversiones de letras) los cometen también en la escritura. Por lo tanto, en estos casos es recomendable fortalecer una lectura adecuada, pues ello contribuirá a disminuir la disgrafía y a que se mantenga el sentido de aquello que se intenta comunicar.
Sugerencias para estimular la producción escrita
1.- Contar con un espacio adecuado para escribir, el niño debe estar bien sentado, en una mesa adecuada a su altura y libre de distractores.
2.- Fomentar la posición correcta del lápiz en la mano, el brazo y la mano contraria apoyada en la mesa.
3.- Analizar la situación de comunicación: preguntándole a su hijo de manera oral antes de escribir:
• qué conoce sobre el tema del cual escribirá.
• quienes son los destinatarios.
• y cuál es el propósito: para qué quiere escribir.
4.- Producir ideas a partir del tema: hacer una lluvia de ideas en relación a los conceptos relacionados, espacio, tiempo, lugares, acontecimientos, etc.
5.- Organizar estas ideas: realizar un esquema o mapa mental con ideas jerárquicas, es decir, desde la más general a la más particular.
6.- Generar el discurso escrito en un borrador: la idea es que el niño tenga la libertad para borrar las veces que quiera, sin presión.
7.- Revisión de la redacción (en forma oral y privilegiando la crítica constructiva), reestructuración de estas ideas (si es que fuese necesario volver a armar el texto escrito) y corrección.
8.- Redacción definitiva y últimas revisiones.
La educadora diferencial Patricia Estay afirma: “La competencia de la escritura
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