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EL ABRIGO Y LA BUFANDA


Enviado por   •  11 de Mayo de 2014  •  1.635 Palabras (7 Páginas)  •  287 Visitas

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EL ABRIGO Y LA BUFANDA

Todo comenzó aquel helado día otoñal. Salí a caminar al parque como de costumbre. Tenía el hábito de pasear a diario luego de mi jornada laboral, aprovechaba de disfrutar como los últimos rayos de sol del día le daban al paisaje una hermosa tonalidad. No necesitaba más compañía que mi abrigo y mi bufanda, el constante frío de la ciudad había provocado que se transformaran en mis inseparables compañeros. Había ocasiones en las que incluso les hablaba antes de salir y al momento de llegar comentaba con ellos sobre el reciente paseo. Sonará extraño, pero a veces tenía la sensación de que sólo ellos eran capaces de comprenderme sin juzgarme. Había intentado explicar mis ideas de la vida a mis colegas muchas veces, sin embargo siempre me tomaban por raro y extravagante, razón por la cual decidí mantener mis pensamientos en secreto y emitir palabras sólo cuando un asunto laboral lo ameritara. La verdad es que si no necesitara dinero para vivir no trabajaría, no porque me moleste tener una responsabilidad, sino porque es un martirio para mí tener que compartir con personas a diario. Detesto las conversaciones pseudo obligatorias que tiene la gente en sus trabajos, como si estar en silencio junto a un colega fuera un pecado mortal, como si callar fuera una enfermedad contagiosa que nadie quiere padecer y de la cual nadie quiere estar cerca. En vez de escuchar aquellos absurdos diálogos carentes de sentimientos y autenticidad prefería pasar el tiempo oyendo música, aunque tampoco era fácil dar con el sonido perfecto que deleitara mi alma, no existía un estilo o grupo musical en particular que me cautivara completamente, sólo disfrutaba de una que otra canción de distintos estilos, a veces incluso ni siquiera me gustaba el tema completo, sólo una frase o una parte de la melodía. Pasaba horas buscando alguna sinfonía que me hiciera estremecer hasta el último pelo, pero aun no la he descubierto, quizás ni siquiera existe aquello que busco, aunque me niego a creer que así es.

Pero, como les iba contando, aquel día salí a caminar como solía hacerlo, lo único que me gustaba del sector donde vivía es que cerca había un parque de varias hectáreas, con muchas áreas verdes, una laguna artificial, árboles alrededor y bancas por doquier, era una bella vista para disfrutar durante una caminata y el otoño le daba un toque aun más bello. Iba por uno de los senderos cuando de pronto vi a lo lejos un hombre con un abrigo y una bufanda igual a los míos. Al principio sólo me había llamado la atención la coincidencia de vestimenta, razón por la que me acerqué a observarlo más de cerca, sin embargo, al estar a pocos metros mi sorpresa fue indescriptible, aquel hombre además de vestir igual a mí lucía físicamente como yo, su cabello, su rostro, sus ojos, su boca, sus manos, su forma de caminar, todo lo que lo rodeaba era una copia idéntica de mi persona, quedé estupefacto mirándolo sin saber que hacer o pensar. Él siguió caminando como si nada, ni siquiera me dirigió la mirada, probablemente no se había percatado de mi presencia. Por un momento pensé en acercarme y hablar con él, llegué incluso a pensar en la posibilidad de gemelos separados al nacer, aunque luego la idea me pareció absurda y preferí atribuirlo a alguna falla de la naturaleza, que por error había hecho que existiera una persona igual a mí. Decidí que no le dirigiría la palabra, después de todo no me gusta el tener que entablar conversaciones con desconocidos, y a pesar de que su anatomía era más que conocida, seguía siendo un anónimo para mí. Me quedé de pie observando como aquel hombre continuaba su camino, hasta su forma de moverse era igual a la mía, mantenía el leve cojeo en la pierna izquierda que tengo y caminaba a una velocidad semejante a la que suelo utilizar al desplazarme.

Luego de que lo perdí de vista volví a mi casa, ya no tenía ganas de continuar con mi cotidiano paseo, me invadía una extraña sensación de consternación, sólo quería llegar a mi hogar, tirarme en mi cama y mirar el techo con la mente en blanco por horas. No podía dejar de pensar en mi doble, inclusive ahora dudaba si realmente lo había visto o si sólo había sido parte de mi imaginación. Después de un rato decidí que no estaba consiguiendo nada pensando en aquella extraña situación, así que prefería creer que todo había sido un error de mis ojos o parte de mi retorcida mente. Finalmente me dormí y al día siguiente continué mi rutina como siempre.

Durante el transcurso de la jornada no me acordé del incidente con mi supuesto doble, y luego de cenar en mi hogar tomé mi abrigo y bufanda y salí a dar mi cotidiano paseo. Todo transcurría con una absoluta normalidad, parecía

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