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Cuerpo Y Sujeto Pedagogico


Enviado por   •  11 de Junio de 2014  •  1.847 Palabras (8 Páginas)  •  304 Visitas

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CUERPO Y SUJETO PEDAGOGICO:

DE MALESTARES, SIMULACIONES Y DESAFIOS

Carlos Cullen (Argentina)

ccullen@filo.uba.ar

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de Buenos Aires

Conferencia presentada en el acto inaugural de la Jornada de elaboración de propuestas de los Profesores de Educación Física para una nueva Ciudad de Buenos Aires, organizadas por la Asociación Docentes de Educación Física, ADEF. Junio, 1997.

Quisiera compartir con ustedes en esta Jornada una breve reflexión sobre el lugar del cuerpo en la educación, hoy y aquí. Hablar de la educación hoy, y aquí, es hablar de una crisis, de una incertidumbre, de una inquietud, que se traduce sin duda en el trabajo cotidiano cuando se pone el cuerpo, cada día, atravesados por todas las dudas y dificultades sobre el sentido y el sin sentido de lo que se hace o se deja de hacer, y que se traduce también cuando es necesario juntar los cuerpos y ayunar en una carpa, o salir al acalle para protestar por las erráticas e hipócritas políticas educativas que, con tal de que cierren las cuentas, son capaces de vaciar el sentido público de la escuela y de la universidad, dejando los cuerpos de tantas y tantos ciudadanas y ciudadanos a la intemperie de la ignorancia o en taperas de mala calidad educativa, porque abiertamente excluidos o desfavorablemente integrados a ese mercado globalizado, que hacer circular la información y los modelos y valores por sus propios carriles, que no son otros que los intereses corporativos de algunos. Es decir, hablar de educación a secas es hoy hablar de "malestares, simulaciones y desafíos".

Naturalmente que referirnos al lugar del cuerpo en la educación es referirse al lugar del cuerpo en esta cultura, fascinante por sus nuevas formas de pluralismo en los valores y de progreso en los conocimientos, pero tan amenazante en sus reiterados empeños de fundamentalismos y de segmentaciones excluyentes en el acceso al saber información y en esta sociedad con tantas posibilidades de resolver hambre, aliviar el dolor y la enfermedad y permitir una vida más digna para todos, y tan tercamente obstinada en no hacerlo desde principios de justicia y equidad.

Pero es hacerlo desde aquellos puntos de vista que especifican las prácticas educativas, y las diferencian de otras prácticas culturales y sociales. Porque en la educación se trata de explicitar una intención de enseñar saberes pretendidamente válidos, y mediante esa enseñanza producir sujetos sociales pretendidamente educados.

Eso quiere decir que el lugar del cuerpo en la cultura y en la sociedad se convierte en la prácticas educativas en un campo problemático específico: el de su enseñanza. En este campo se nos plantea, al menos, una alternativa: o reproducimos meramente los modelos, sentidos, representaciones, valores que hegemonizan una forma determinada de entender el lugar del cuerpo en la cultura y en la sociedad, o somos capaces de criticar fundadamente esa hegemonía proponiendo alternativas válidas y liberadoras en relación al lugar del cuerpo en la cultura. Es en este contexto de alternativas críticas que se propone hoy, casi diría se apuesta, a entender mejor lo que pasa entre los sujetos -docentes y alumnos- que intervienen en los procesos educativos. A ésto que pasa se le llama la formación de un sujeto pedagógico, y es sobre el lugar del cuerpo en esa peculiar relación de sujetos en la educación a la que quisiera referirme.

Por de pronto, se trata de enseñanza de determinados saberes corporales, organizados de determinada manera y evaluados de una forma y no de otra. Es decir, al enseñar se seleccionan algunos de los diversos sentidos e imágenes acerca del cuerpo, que se producen y circulan en la cultura, y algunos de los saberes que la historia del pensamiento, de la ciencia y de la misma disciplina de la educación física ha ido produciendo en torno a lo corporal. Esta selección construye una determinada manera de comprender el lugar que debe tener lo corporal en la formación de una niña o un niño, una joven o un joven bien educado.

En las prácticas educativas hay siempre un problema de selección de saberes y si del cuerpo se trata una selección de saberes acerca del cuerpo.

En segundo lugar, quienes enseñan esos saberes son docentes con autoridad para hacerlo, porque se supone que los poseen. Pero se trata siempre de docentes que, desde historias singulares muy diferentes, han ido construyendo ellos mismos una forma propia de saberse, sentirse, moverse y estar corporalmente, y una determinada forma de relacionarse con el conocimiento y su enseñanza.

Esto significa que en las prácticas educativas se produce no solamente una selección de saberes, sino también una particular alianza entre el poder de enseñar que da el saber a los docentes y sus sujetos-cuerpo que lo encarnan. El espacio que ocupa el cuerpo del docente tiene más que ver con el poder que ejerce o quisiera ejercer, desde su supuesto saber, que con dimensiones medibles en términos de peso, estatura, o formas geométricas. En esta alianza de poder-saber y sujeto cuerpo se construye una determinada manera de comprender no solamente el cuerpo (del) docente, sino también el lugar que debe ocupar lo corporal en la formación de una o un docente para que tenga el poder de enseñar.

En las prácticas educativas, entonces, hay siempre un problema de alianza entre el saber y el poder, que se da en un cuerpo-sujeto que enseña.

En tercer lugar, quienes aprenden esos saberes comunes son alumnos singulares, marcados por muy diversas culturas corporales, enfrentados a una selección de saberes sobre el cuerpo hecha por otros y que ellos no entienden,

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