EL DEBATE SOBRE LA MEMBRESÍA DE CUBA EN LA OEA

EL DEBATE SOBRE LA MEMBRESÍA DE CUBA EN LA OEA

El 30 de enero de 1962 la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó por mayoría simple la suspensión de Cuba, al considerarse que su Gobierno marxista-leninista y alineado al bloque comunista era “incompatible” con el sistema interamericano y quebrantaba “la unidad y solidaridad del hemisferio” en el marco de la Guerra Fría, conflicto que enfrentó a los Estados Unidos y la Unión Soviética desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín y la disolución formal de la superpotencia comunista.

En los últimos años, países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), de la que también forma parte Cuba, expresaron un apoyo decidido al retorno de la isla a la OEA como miembro activo. El ALBA critica con justicia que históricamente la OEA no siempre defendió sus principios fundacionales al servir directa o indirectamente a los intereses de Estados Unidos.

El propio secretario de la OEA, José Miguel Insulza, creía, al igual que el ALBA, que la resolución que había suspendido la membresía de Cuba del sistema interamericano constituía una medida obsoleta de la Guerra Fría y no tomaba en cuenta la normalización de relaciones entre Cuba y la casi totalidad de países del continente.

En tanto, organizaciones no gubernamentales que proclaman la defensa de los derechos humanos exhortaron a la OEA a no revocar la suspensión de Cuba, al argumentar que el régimen comunista de la isla violaba la Carta Democrática Interamericana, acuerdo suscrito en Lima el 11 de setiembre de 2001 que exige a los Estados miembros guiarse por los principios de la democracia representativa.

El régimen cubano es acusado de atentar contra la democracia y vulnerar sistemáticamente los derechos humanos. Según el exilio cubano y la oposición interna, así como para diversos Gobiernos, organismos y medios de comunicación extranjeros, la isla caribeña padece una dictadura desde la consolidación de la Revolución Cubana.

En el marco del debate para definir el retorno de Cuba a la OEA, organizaciones como Human Rights Watch opinaron que en vez de reducir los requisitos para admitir a Cuba, lo cual significaría una aceptación tácita de sus prácticas antidemocráticas y atentaría contra los estándares regionales, la OEA debía presionar al régimen comunista para que fortaleciera el respeto de los derechos humanos.

Finalmente, el 2 de junio de 2009 los 34 países miembros de la OEA decidieron por consenso dejar sin efecto, 47 años después, la resolución de 1962. No haber impedido como antaño la presencia de Cuba en la OEA, aunque parcial, constituyó en ese entonces una valiosa acción de acercamiento y pragmatismo de Estados Unidos hacia la isla caribeña. Difícilmente, podría haberse logrado tal acuerdo durante la gestión del expresidente estadounidense George Bush. Pese a ello, Cuba reiteró su rotundo rechazo a reincorporarse plenamente al organismo hemisférico.

El acuerdo, logrado tras arduas negociaciones, pareció complacer a todos los actores interesados, pues si bien la resolución no mencionó expresamente el reconocimiento de la Carta Democrática Interamericana como requisito para un eventual retorno de Cuba a la OEA en calidad de miembro pleno, el documento aclaró que una inclusión total solamente será posible en el marco de “las prácticas, los propósitos y los principios” establecidos por la propia organización.

Más allá de determinar cuáles posturas prevalecieron, cabe resaltar el consenso alcanzado en un debate que dividía al continente

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