ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EL EMPERADOR Y SUS RELACIONES SOCIALES


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2012  •  4.611 Palabras (19 Páginas)  •  307 Visitas

Página 1 de 19

EL EMPERADOR Y SUS RELACIONES SOCIALES:

ROMA ITALIA Y LA ELITE POLITICA

Roma era la sede de los emperadores, la corte y la administración y además, la residencia de cerca de un millón de personas. Era, esencialmente, una ciudad parásita. Una ciudad que se alimentaba del potencial humano y la riqueza de Italia y de las numerosas provincias que constituían el imperio romano.

El crecimiento fue espectacular, quintuplicándose la población en dos siglos, con altos niveles de inmigración y movimientos de esclavos de las provincias. Las distribuciones de grano y las costosas obras públicas fueron financiadas con impuestos imperiales y rentas de propiedades públicas arrancadas de los territorios de otros estados. Esta situación privilegiada duró hasta finalizar el siglo III, momento en que Diocleciano introdujo una administración pública en Italia y creó impuestos sobre la propiedad y de capitación

Solo de forma lenta y a regañadientes abrió la elite romana e italiana sus filas a los provincianos, a la vez que siguió siendo muy selectiva en los campos donde les permitía estar representados. Hasta finales del siglo I, únicamente entraron en el senado provincianos occidentales de lengua latina y a partir de ahí y gradualmente, individuos de habla griega.

La literatura de la época, que fue creada por los portavoces de la elite política y cultural del imperio, revela actitudes que ayudan a explicar la ausencia de hombres del norte en los altos cargos, así como la orientación Mediterránea del imperio durante la totalidad del período que nos ocupa.

Había alrededor de cuarenta provincias en el imperio romano, las cuales eran gobernadas por un reducido número de funcionarios, nombrados por las autoridades centrales, llamados procónsules.

En el imperio, en general, una innovación fue el nombramiento de ecuestres para que gobernasen Egipto y varias provincias de poca importancia. En estas, dichos funcionarios ostentaban al principio un título militar, el de prefecto, y sus obligaciones eran también predominantemente militares.

A continuación aparecen procuradores que ejercen de funcionarios fiscales: recaudan el derecho de aduana, el impuesto sucesorio y otros indirectos.

La estructura de la administración financiera central contaba con la tesorería principal, el aerarium, que recibía los impuestos provinciales, encabezada por un par de prefectos que el emperador escogía entre las filas de expretores. Se creo una tesorería militar para proporcionar jubilación a militares retirados. Aun así, la responsabilidad fiscal recaía en los libertos del emperador y luego a partir de mediados del siglo I, en un procurador ecuestre de alto rango, que llevaba la contabilidad de los ingresos y los gastos del imperio.

El emperador, era en esencia, responsable de las decisiones que afectaran las normas de actuación y el nombramiento de funcionarios imperiales; escuchaba los consejos de quienes le rodeaban. Estos consejos asesoraban al emperador en el desempeño de sus obligaciones jurídicas en calidad de juez y legislador.

La administración sigue siendo propia de aficionados. Senadores y ecuestres pasaban solo una parte de su vida laboral en el cargo, y no recibían ninguna preparación especial. Los profesionales administrativos eran los libertos y esclavos del emperador.

La disposición de la propiedad entre los ricos se representa en tres grandes tipos que se corresponden aproximadamente con las tres categorías de terratenientes:

a) La pequeña nobleza local tenía más o menos toda su tierra en la región de origen.

b) Los senadores de categoría media y los ecuestres de procedencia municipal tenían uno o más centros de propiedad, además de sus fincas locales.

c) Los miembros más ricos de la élite romana poseían un complejo de propiedades en Italia y en el extranjero.

Era posible reunir las condiciones básicas para ser senador acumulando propiedades sencillamente en el territorio de donde se era oriundo y eso era lo que hacían muchos hombres de ambición limitada.

Hubo un aumento de los intereses rústicos de ex magnates municipales, siendo consecuencia natural de su ascensión social y política. Los senadores provinciales adquirían tierras en Italia, en primer lugar cerca de la capital y a escala pequeña. Se les ordenó que incrementaran sus intereses en Italia hasta que alcanzasen un tercio de su fortuna, bajándose posteriormente a una cuarta parte.

Egipto fue un caso especial, puesto que se trataba de un dominio privado del emperador, y los senadores romanos y otros funcionarios de alto rango tenían negado el acceso a él. A los miembros de la familia imperial y a los colaboradores más cercanos y allegados del emperador, se les otorgaban las rentas de fincas individuales, pero sin ser los propietarios de la tierra.

LA JERARQUIA SOCIAL:

El principado de Augusto fue precedido de dos decenios de guerras civiles, en las cuales unos ejércitos cuyo tamaño no tenía precedentes en la historia de Roma lucharon por la supremacía de sus generales. Las perturbaciones sociales penetraron en la unidad doméstica y en la familia.

Augusto instauró su supremacía militar y restauró la paz y el Gobierno constitucional. Continuó existiendo la misma pauta de desigualdad y de diferenciación social que había en bajo la república. Bajo el principado en su conjunto, las divisiones y tensiones nacidas de la distribución desigual de la riqueza, el rango y la categoría social, tuvieron el contrapeso de fuerzas de cohesión tales como la familia y la unidad doméstica, las relaciones estructuradas de índole vertical y horizontal entre individuos y unidades domésticas y el aparato ideológico del Estado.

El sistema de adquisición y transmisión de la propiedad era la base, en el caso de Roma, del entramado de desigualdad social y económica. La romana era una sociedad agraria en la cual la riqueza consistía esencialmente en tierra y se adquiría por herencia a través de la familia.

A los soldados se les recompensaba con una paga adecuada, generosa en el caso de los oficiales, y una remuneración sustanciosa al retirarse, lo cual les permitía convertirse en miembros prósperos de las comunidades locales.

La explotación directa de la mano de obra por parte de propietarios ricos era un rasgo central de la sociedad imperial romana. En el mundo romano, el enriquecimiento no consistía en la acumulación de beneficios por medio de la actividad de compañías que dieran empleo a asalariados. En gran medida, la riqueza de los miembros de

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (29 Kb)  
Leer 18 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com