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EL TEXTO. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS TEXTUALES

Alexjhonny20 de Marzo de 2013

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Clase 5.

Tema 2. El texto. Textos artísticos y textos no artísticos. Estructuración general de los textos. La coherencia y la cohesión textuales. Principales índices de coherencia. Ejemplos resueltos y ejercicios.

EL TEXTO. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS TEXTUALES.

Un texto es una unidad lingüística comunicativa, producto de la actividad humana, que posee siempre un carácter social; está caracterizada por su cierre semántico y comunicativo, y por su coherencia; expresa la intención comunicativa del hablante y posee una estructura que responde a dos conjuntos de reglas: las propias del nivel textual – cómo deben relacionarse oraciones, enunciados, párrafos y segmentos mayores- y las del sistema de la lengua –cómo deben estructurarse los elementos dentro de cada oración-.

Dentro de los tipos de textos existentes los más importentes para nuestro estudio son los escritos. Y para estructurar, analizar e interpretar los textos nos centraremos en las características y requisitos que deben cumplir el receptor, el emisor, el mensaje –texto- y el contexto o referente.

Un receptor puede comprender un texto a partir de la identificación y el establecimiento de interrelaciones, conscientes o inconscientes, de los mecanismos que le dan coherencia, o sea, de los enunciados que le dan los significados a la vez que lo estructuran en la macroestructura textual. Los enunciados que forman un texto no constituyen una lista arbitraria, sino que están en función de lo que se quiere expresar: un enunciado puede contener información que amplíe, explique, corrija o contraste lo dicho en anteriormente. Son estos MECANISMOS:

a. Tema.- Aquello de lo que se habla o escribe y a lo que se deben subordinar todos y cada uno de los enunciados del texto.

El emisor del texto, escritor en este caso, debe de estar consciente de cuál es su tema, y debe tratar, por todos los medios a su alcance, que todos sus enunciados estén directamente relacionados con su tema y los objetivos que persigue a través de éste.

El tema puede aparecer implícito o explícito. Muchas veces el título se corresponde con el tema. Cuando aparece implícito, el receptor, para poderlo identificar y formular, se puede apoyar en el análisis de los elementos paratextuales que aparezcan - título, exergo, prefacio, epílogo, etc.-. El tema debe enunciarse a través de un sintagma nominal, preferiblemente breve, que apele a la esencia de la totalidad del texto, a la idea rectora de toda su estructura y significación. Sin embargo, siempre que se respete esa estructura y el texto lo permita, se pueden y deben presentar especificaciones. Que el receptor de un texto sea capaz de reelaborar o referir su tema implica que ha logrado comprender e interpretar la información leída o escuchada, al menos de una forma mínima.

b. Implicaciones.- Las informaciones adicionales contenidas en un enunciado. Un enunciado del tipo “cierra la puerta” contiene, al menos, tres implicaciones: hay una puerta, la puerta está abierta y el receptor está en condiciones de cerrarla. Este tipo de informaciones son muy importantes para comprender e interpretar correctamente los textos.

c. Presuposiciones.- Las informaciones que el emisor del texto supone que conoce el receptor y que, por esta razón, aparecen en él. Para que un texto resulte coherente a su receptor, es esencial que el emisor haya “acertado” en sus presuposiciones.

Respecto a esto vale decir que todo escritor, consciente e inconscientemente, está pensando en un receptor a la hora de escribir un texto. Este receptor para el cual fue concebido el texto se denomina receptor “ideal”. Cuando el receptor no se corresponde con el receptor ideal o uno muy cercano a él, el receptor nota, al leer, que el emisor hizo presuposiciones que él, como receptor, no puede decodificar. Por ejemplo, si un médico que ya terminó su especialidad redacta un artículo científico sobre alguna enfermedad o tratamiento, debe de tener en cuenta si sus destinatarios son sus colegas más cercanos: los de su misma especialidad, los médicos en general, personas de una elevada instrucción o, simplemente, cualquier persona. Si él previamente fijó que sus destinatarios son los médicos de su especialidad, para estos el texto resultará transparente, pero será más difícil de entender para aquellos receptores que más se alejan de su “ideal”. Esto no implica que cualquier receptor no sea capaz de comprender en alguna medida ese texto, sino que los niveles de lectura van a estar en dependencia del conocimiento del mundo que tenga el receptor.

Cuando se redacta la premisa que debe tener el emisor es que el receptor no solo va a ser uno mismo – a menos que se trate de un Diario- y que, por esta razón, debe medir bien el alcance de las presuposiciones incluidas en su texto.

d. Conocimiento del mundo.- La coherencia de un texto depende también del conocimiento general que tengamos del mundo. Por ejemplo, un enunciado del tipo de “Los pájaros visitan al psiquiatra” contradice nuestro conocimiento de la realidad, queda reducido al absurdo por casi todos o todos los receptors. Pero si se nos dice que “El hombre surgió a partir de la evolución de alguna especie de mono”, lo más seguro es que la opinión de un antropólogo, difiera en alguna medida de la postura de aquellos que defienden la teoría evolucionista y de aquellos otros que defienden una postura “creacionista”. Por lo tanto, “el conocimiento del mundo” no puede verse separado de las concepciones del mundo que tienen las diversas culturas que existen en el planeta y de las posiciones ante el conocimiento del mundo que adopte cada individuo en particular o grupos mayores unidos por la profesión, la cultura, o algún tipo de creencia.

Muchas veces el “conocimiento del mundo” que tiene el receptor le permite hallar en el texto que lea, en un extremo, muchas falsedades e imprecisiones, lo que implica que, según el nivel cultural del receptor, este pueda darse cuenta de los límites cognoscitivos del emisor y por esta vía, de la falta de seriedad de su obra; en el otro extremo, sin embargo, el receptor puede descubrir muchas informaciones útiles e ideas interesantes que lo enriquezcan cultural o emotivamente, o simplemente, una bella forma de expresar ideas muy reconocidas…

e. Marco.- En el término “marco” se han reunido tres características de los textos: su tipología o tipo de texto del que se trate –a saber, si es artístico o no artístico, oral u escrito, etc-; su finalidad y también la situación comunicativa en la que se produce. Dependiendo del marco, un determinado enunciado puede ser coherente, aunque choque con nuestro conocimiento general del mundo. Por ejemplo, el enunciado anterior, “Los pájaros visitan al psiquiatra”, se llenaría de coherencia en un texto literario de finalidad estética como es la canción de Joaquín Sabina Pongamos que hablo de Madrid.

Una de las distinciones principales para comprender el “marco”de una obra es la que se produce entre los textos no artísticos y los artísticos. En los primeros hay un predominio de lo denotativo, de la expresión directa de las ideas, en él las palabras apelan a sus sentidos rectos; mientras que, en los segundos, predomina lo connotativo, es decir, las palabras son predominantemente empleadas en un sentido que no es recto, sino figurado, metafórico: aquí más que denotar sugieren significados. Por esta razón, para la lectura de los textos se requiere de diferentes competencias: si se trata de textos escritos, de una competencia literaria que debe entenderse como una familiarización con las convenciones literarias; si se trata de textos científicos, del metalenguaje o tecnolecto propio de la profesión de que se hable, etc.

Según el modelo de Dressler y Beaugrande, coherencia y cohesión son dos conceptos distintos. Ellos asocian la coherencia a los elementos semánticos –los significados- y la cohesión a los formales –la reglas gramaticales, etc.- Sin embargo, en el modelo de Coseriu la coherencia y la cohesión son dos aspectos de un mismo fenómeno que él llama congruencia. La congruencia está relacionada con el llamado saber elocucional, es decir, el saber hablar, expresarse de las distintas formas que existen (oral y escrita). Coseriu añade que, además de cumplir con la coherencia y la cohesión, es necesario respetar una serie de principios del saber elocucional:

 Claridad: es necesaria para que la comunicación sea fluida. Los que enredan los enunciados no son claros y entorpecen la comunicación; sus textos no son congruentes. Esto ocurre tanto en la lengua oral como en la lengua escrita; sin embargo, la lengua oral es más socorrida, ya que existe la posibilidad de corregir en el acto.

 No contradicción: consiste en exponer uno o más enunciados que afirman ideas opuestas, por ejemplo, los cinco continentes son cuatro

 No tautología (no decir lo obvio): consiste en afirmar lo que es obvio; podrían considerarse sinónimos de pleonasmos ejemplos como: Lo vi con mis propios ojos; una rosa es una rosa. Muchas veces la tautología es intencionada, y busca producir ciertos efectos en el lector. En ese caso es del todo justificable.

 No extravagancias: es decir, no decir disparates, enunciados que carecen de sentido como mi madre me trajo al mundo, el sol sale de día, etc., porque pueden confundirse con la tautología.

Por supuesto, estos principios pueden alterarse de acuerdo con otros principios de la textualidad, como puede ser, por ejemplo, la intencionalidad. Puede ocurrir que una persona sea poco clara al expresarse, pero que lo

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