Ecologia Y Desarrollo En La Guajira
richardpin14 de Marzo de 2012
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ENSAYO
ECOLOGÍA Y DESARROLLO REGIONAL EN LA GUAJIRA
RICHARD PINTO BROCHERO
UNIVERSIDAD DE LA GUAJIRA EXTENSIO VILLANUEVA
SALUD OCUPACIONAL
I SEMESTRE
2011
La minería, como la gran mayoría de las actividades humanas, es una actividad que ocasiona daños inmediatos a la naturaleza, sin embargo es una importante fuente de obtención de riquezas que contribuyen al logro de la sustentabilidad de las comunidades. En el artículo, que a continuación se presenta, se realiza un análisis de cómo desde una concepción ética del manejo de los recursos naturales, promoviendo la participación activa de todos los actores sociales de las comunidades mineras, se puede lograr un tipo de desarrollo, a largo plazo, sustentable dentro de un sistema más amplio de relaciones socio - económicas donde la minería es una actividad más del tejido social.
Se reflexiona sobre la posibilidad del desarrollo de una minería que respete la diversidad socio - cultural como una vía de alcanzar la sustentabilidad. Se analiza cómo el carácter hegemónico de la minería se convierte en una barrera para desarrollar proyectos socio - económicos basados en la filosofía que impulsa el desarrollo sustentable. Particularmente se le presta atención a la relación que existe entre la homogeneización de la minería y de las culturas que arrasan con fuentes de vida en las regiones mineras y terminan por imponer una racionalidad socio - cultural que nada tiene que ver con los saberes tradicionales, donde frecuentemente en Iberoamérica, se asientan las minas.
Al iniciarse la década de los años ochenta, el desarrollo regional y el encadenamiento productivo con la explotación del gas y el carbón se diseñó a través de la formulación de estrategias para el desarrollo empresarial.
Esto ligado al recibimiento de regalías y a la participación activa en los diferentes proyectos, lo que permitiría generar nuevos empleos y desarrollo económico. En el proceso intervinieron el gobierno nacional, el Departamento y algunos grupos de poder.
La era del gas y el carbón tenía que ser aprovechada mediante la consolidación de un polo de desarrollo industrial, que le permitiera la transformación de los recursos naturales no renovables. Se propusieron proyectos industriales tales como la planta de urea y amoníaco, la planta de metanol, planta de cemento, la siderúrgica, planta de gas natural licuado, planta de coque y amoníaco, planta de fertilizantes compuestos y la planta de hidrocarburos combustible sintético.
La cercanía al mar, le permitían a la dirigencia guajira tener la iniciativa para que esos proyectos se localizaran en su territorio. Muy a pesar de que el gobierno nacional aprobó la localización del proyecto de urea y amoniaco en la población de Palomino, municipio de Dibulla, hasta la fecha nada de lo dicho, de lo concertado y aprobado como parte de la política de generación de empleo y diversificación productiva, se ha realizado.
Hoy nuestro departamento se caracteriza por ser una región minera, cuyos productos se realizan y se transforman por fuera. El gas sirve para complementar procesos productivos en el resto de la Costa Atlántica y el interior del país y el carbón se destina al mercado externo.
Esta peculiaridad identifica a La Guajira como minero - exportadora, en donde no se ha producido, ni se ha inducido una integración de este sector con el resto de la economía. En el caso del carbón de El Cerrejón, sus más importantes eslabonamientos los tiene con el mercado internacional desde donde consume los equipos de capital, los materiales y suministros de la extracción.
Este proyecto terminó siendo un enclave regional y un pésimo negocio en lo nacional. El resultado es un pobre desarrollo regional ya que la ventaja competitiva potencial para un país o una región de contar con recursos minerales, crecientemente ha pasado a ser un determinante menos importante de las posibilidades de producción y transformación. La naturaleza altamente intensiva en capital e históricamente bajo el dominio de las industrias mineras de la mayor parte de los países en desarrollo, es la causa principal del patrón prevaleciente de limitados encadenamientos de producción y consumo entre el sector minero y el resto de la economía.
No contar con una infraestructura de servicios (acueducto, alcantarillado, aseo, limpieza, energía eléctrica, comunicaciones y carreteras) competitiva y un fortalecimiento institucional regional y municipal nos limita. Las debilidades de las administraciones públicas, la incoherencia de sus instrumentos para invertir las regalías, la perversidad de sus métodos, la ineficiencia de sus decisiones y la responsabilidad prácticamente inexistente de los administradores de los recursos públicos, hacen parte de los errores del pasado que como pueblo estamos obligados a superar con las próximas elecciones regionales y en cada uno de los municipios.
El problema del deterioro ambiental y de los procesos de contaminación ha adquirido a últimas fechas gran importancia, no sólo por la conciencia que se ha creado en torno al problema, sino por la imperiosa necesidad de resguardar la vida y entorno humano. La destrucción de la capa de ozono, los cambios climáticos, la lluvia ácida, la pérdida de biodiversidad, el sobre calentamiento de la tierra y el destino de los residuos tóxicos y nucleares, no están encerrados en las fronteras de cada país, sino que afectan a todo el planeta y conforman un marco de acción global.
Toda esta problemática, no es excluyente para ningún país o región y mucho menos para nuestra querida Guajira, en donde los procesos de contaminación, devastación y depredación de la tierra son la orden del día en donde las regulaciones son muy pobres y en donde la conciencia cívica, política y social al parecer es inexistente.
Los planes de conservación de la biodiversidad dada la gran riqueza de especies deben contribuir a la protección conservación y recuperación de los recursos naturales renovables y del medio ambiente de nuestro departamento, para que de esta manera se dé un desarrollo que contemple todos los aspectos que hacen de una región un emporio de progreso y donde el impacto sea favorable de forma integral para todos los que hacen parte de esta comunidad.
A continuación se analiza el impacto ecológico y de desarrollo que se genera en la Guajira.
El abandono estatal y secular de La Guajira la ha convertido en punto clave para el desarrollo de mercados ilícitos: contrabando, bonanza de la marihuana, armas, whisky escocés, carros venezolanos... La tradición contrabandista se mantiene hasta nuestros días, con sede en Maicao, así, la economía guajira empezó a girar en torno a comercios ilícitos, mientras autoridades y políticos aprendieron a vivir del soborno de esas actividades. De ellas, poco le quedó al grueso de la población en términos de servicios e infraestructura. Riohacha y la mayoría de poblaciones son un monumento a las basuras, los desastres sanitarios, la carencia de agua, luz, escuelas y hospitales.
De igual manera los wayuu habitantes indígenas de esta región, fueron lentamente desplazados de sus tierras fértiles y arrinconados contra el desierto. Viviendo entre el polvo, enfermedades respiratorias, espinas y desnutrición, los indígenas carecen de todo, pero especialmente de agua. Viven sin agua en el desierto siendo éste un manantial de riquezas. La ilegalidad, la complicidad de un Estado y unas leyes centralistas de espaldas a la realidad regional, se ha tratado de llegar al desarrollo.
La industria descubrió en La Guajira una mina de riquezas: la mina de carbón más grande de Latinoamérica. La mayor reserva de gas natural de Colombia, Toneladas de sal en Manaure. Abundancia de minerales, como barita, yeso, talco para cementos, que ya empezaron a explotarse. Una costa riquísima en especies marinas. La más intensa radiación solar del planeta y vientos veloces ideales como potencial de energía alternativa, solar y eólica.
Por si fuera poco, la península cuenta con paisajes vírgenes, playas verdiazules, una montaña de bosque húmedo en el Parque de la Macuira, el Pilón de Azúcar del Cabo de la Vela. Pero este potencial turístico, de gran fragilidad ecológica, empieza a padecer la irracional explotación industrial de sus riquezas: la Termoeléctrica de Corelca, en Mingueo, destruye lagunas y vegetación. La Concesión de Salinas está acabando con las playas de Manaure, sin dejarle dividendos económicos a la población. La explotación de gas, así como de talco, yeso y barita, no tienen en cuenta su impacto sobre el medio natural ni social. Los barcos de Vikingos y, en ocasiones, los japoneses y coreanos, arrasan impunemente la riqueza marina. Las aguas negras se botan a ríos y mares; escasean los alcantarillados y las plantas de tratamiento de los acueductos. Los aseadores de Riohacha están en huelga porque les deben ocho meses de sueldo. La Guajira entera se está inundando de plásticos y basuras...
De semejante panorama, sólo han logrado despertar el interés de las autoridades centrales las denuncias sobre contaminación en el Complejo Carbonífero de El Cerrejón.
El Cerrejón es sólo uno de los ejemplos que ilustran la crisis ambiental de La Guajira, como resultado del desarticulado modelo de desarrollo imperante en Colombia, que no consulta a las comunidades sobre el uso de sus recursos, se basa en leyes abstractas, y no integra el aspecto ecológico con el social ni económico.
Sin embargo, la responsabilidad con
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