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Educación Y Valores


Enviado por   •  16 de Febrero de 2013  •  1.677 Palabras (7 Páginas)  •  350 Visitas

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Educación y valores

En una sociedad golpeada a diario por la violencia, irresponsabilidad, corrupción, desintegración familiar, deshonestidad, drogadicción, racismo; en donde se llega a velar por los intereses individuales y menos preciar la labor que se podría llevar pensando en comunidad. Bien vale agregar niños abandonados por sus padres, hogares disfuncionales en donde la familia está a años luz de ser la “ideal”. Se puede pensar que ¿vivimos en una sociedad que modela antivalores? ¿Están siendo bien formados los jóvenes, que en algún momento, serán el futuro?

Desde años atrás, muy bien se conoce la importancia que tienen los valores en la sociedad. Ahora en la actualidad es un tema que se encuentra en boca de todos, dado que dichos valores, que deben ser inculcados desde pequeños, se están perdiendo día a día o se están transformando, de forma que los adolescentes escasean de ellos y esto se hace patente en el sistema educativo desde el cual se deben seguir desarrollando la educación en valores que previamente se debió iniciar desde el seno familiar.

Es de mucha importancia definir y delimitar las instituciones que hacen parte fundamental en la implementación de valores de una persona, en este caso la familia y, en las instituciones educativas, el docente; al mismo tiempo que se asocian a la construcción de valores en los estudiantes.

En primera instancia se toma a la familia, como la referencia de vida de cada persona en la sociedad. Es una estructura compleja en donde el individuo vierte sus emociones, se producen procesos básicos referentes a los sentimientos, la personalidad y patrones de conducta; y lo que así aprendan enseñarán a su vez a sus hijos. Desde una perspectiva psicológica, se puede decir que “la familia como sistema es un conjunto de personas organizado de diferente manera. Un organismo compuesto de varios miembros, todos importantes, con sus necesidades, capacidades, contextos y objetivos propios, que se interactúan en una búsqueda permanente de integración y bienestar. Antes se hablaba de yo, de lo mío, de lo individual, del grupo, de lo colectivo. Hoy sentimos que lo más importante no son ni siquiera los elementos individuales, sino la interacción que existe entre ellos, el factor crítico que los une y les proporciona sentido y dirección” (Barroso, 1997).

No es el propósito discutir sobre el concepto de familia, pero si es necesario un establecer un referente, mas se comparte la idea de que no existe una única definición, o que la diversidad de la vida familiar no puede reducirse a una única definición (Gracia y Musitu, 2000).

En algún momento histórico, la familia comenzó a dejarle responsabilidades con respecto a la formación en valores a las instituciones educativas, las cuales no pueden ser sustituidas por esta última. Ortega y Minguez (2003), en su artículo Familia y transmisión de valores, resaltan:

“Hace sólo unas décadas se confiaba, ingenuamente, en el poder configurador del sistema educativo formal capaz de ofrecer experiencias suficientemente ricas para hacer posible en los educandos la apropiación de valores y el desarrollo de una personalidad integrada. Todavía hoy se sigue confiando en que la escuela resuelva los problemas que la sociedad actual está generando. Drogas, violencia, consumismo, contaminación ambiental, entre otros, constituyen nuevas exigencias o contenidos curriculares que deben incorporarse a los programas en el convencimiento de que la institución educativa es el marco idóneo, cuando no suficiente, para abordar estos problemas. Tal pretensión empieza a ser desmentida por los hechos. Las actitudes y creencias que apoyan las conductas dependen más del clima social y familiar que de la actuación del medio escolar. Éste actúa como refuerzo o elemento corrector de las influencias permanentes que el niño recibe en el medio socio-familiar, pero en ningún caso lo sustituye adecuadamente.”

De acuerdo a lo anterior se puede pensar que las conductas que llega a adoptar una persona en formación, depende en gran medida de su nicho familiar, en donde se aplicarán los respectivos correctivos, a conductas que no podrían ser funcionales, o refuerzos, si existe la realización de conductas acordes a los que la sociedad y el sistema educativa exige. Lo expuesto debe ser un compromiso de la familia. El compromiso de educar en valores.

Por el otro lado, encontramos el papel que desde las instituciones educativas los docentes han realizado por muchos años. Labor que ha cambiado desde los años sesenta, en donde que se entendía la educación moral y enseñanza de actitudes como la interiorización de unas normas y valores absolutos u objetivos, que se deben aceptar y respetar; o como un proceso de socialización de las normas y valores que convencionalmente son aceptados o están vigentes en una sociedad y en un tiempo; hasta que en los años noventa, se considero necesaria la formación en valores de manera transversal en todo el aspecto curricular. Desde entonces el docente se comenzó a preocupar por impartir una educación integral, ya que “para nadie es un secreto que el docente universitario es un especialista en su profesión pero carece de formación pedagógica. Esta generalmente es adquirida a través de la educación de postgrado y no siempre de forma sistemática. Por tanto es imprescindible que el docente universitario reciba la preparación psicopedagógica necesaria para diseñar, ejecutar y dirigir un proceso de enseñanza-aprendizaje que propicie la educación de valores” (Molina, Perez, Suarez,

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