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Efrain Huerta

abinamarck20 de Junio de 2014

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ABSOLUTO AMOR

Como una limpia mañana de besos morenos

cuando las plumas de la aurora comenzaron

a marcar iniciales en el cielo. Como recta

caída y amanecer perfecto.

Amada inmensa

como un violeta de cobalto puro

y la palabra clara del deseo.

Gota de anís en el crepúsculo

te amo con aquella esperanza del suicida poeta

que se meció en el mar

con la más grande de las perezas románticas.

Te miro así

como mirarían las violetas una mañana

ahogada en un rocío de recuerdos.

Es la primera vez que un absoluto amor de oro

hace rumbo en mis venas.

Así lo creo te amo

y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.

ALELUYA COCODRILOS SEXUALES ALELUYA

Para ella que me mira morir

El gran río penetró la roca viva

y se adelgazó hasta el miedo y el estruendo

se hizo rayo se hizo ruina se hizo tonto esqueleto

y hoy padece a lo largo de pieles de tigre

a la orilla del cocodrilo que me sueña

y me hunde en el naufragio

de su carne tan blanca

oh carne nacarada en medio

de la arena

como tú

y estas dos medallas de oro que muerdo

dalias de vida y de martirio

y en ellas me retrato y consigo el descenso

al dulce infierno de tu vientre

y de nuevo los dientes

ah malditos

ah maldita tú también

larga bestia ululante despierta lengua

en aquel círculo de asesinos

(Pierde toda esperanza

amor mío)

de almas danzantes albas

cool cool cool cool jazz

¡Bríndamelo por fin

Aleluya Aleluya magnífico Grijalba

muerto de frío de rocas y pañuelos rojos

Piérdete

adelgázate hasta la soledad

de los cocodrilos que agonizan

al pie de mi medio siglo

y de mi alcohol

cohol cohol cohol cohol jazz

marinera manía

de pintar escribir declamar pagar impuestos

luz renta etcétera

y luego abrazarte

bajo el diluvio de sones antillanos y misas lubas

y volver a abrazarte hasta el arte y el hartazgo

y aleluyarte hasta no sé cuando

dormida y abrumada purificada

putificada

¡Aleluya! ¡Aleluya!

poetas elotes tiernos calaveritas apaleadas

poetas inmensos reyes del eliotazgo

baratarios y pancistas

grandísimos quijotes de su tiznadísima chingamusa

perdónenme grandes y pequeños poetas

(Soy acaso el Hijo de Sánchez de la poesía

¿Peralvillo Tepito Incorporated?

Alors los invito a discurrir

pespunte limpio

por el nuevo paseo la Anti-Reforma)

CANCIÓN DE LA DONCELLA DEL ALBA

Para Thelma

Se mete piel adentro

como paloma ciega,

como ciega paloma

cielo adentro.

Mar adentro en la sangre,

adentro de la piel.

Perfumada marea,

veneno y sangre.

Aguja de cristal

en la boca salada.

Marea de piel y sangre,

marea de sal.

Vaso de amarga miel:

sueño dorado,

sueño adentro

de la cegada piel.

Entra a paso despacio,

dormida danza;

entra debajo un ala,

danza despacio.

Domina mi silencio

la voz del alba.

Domíname, doncella,

con tu silencio.

Tómame de la mano,

llévame adentro

de tu callada espuma,

ola en la mano.

Silencio adentro sueño

con lentas pieles,

con labios tan heridos

como mi sueño.

Voy vengo en la ola,

coral y ola,

canto canción de arena

sobre la ola.

Oh doncella de paz,

estatua de mi piel,

llévame de la mano

hacia tu paz.

Búscame piel adentro

anidado en tu axila,

búscame allí,

amor adentro.

Pues entras, fiel paloma,

pisando plumas

como desnuda nube,

nube o paloma.

Debo estar vivo, amor,

para saberte toda,

para beberte toda

en un vaso de amor.

Alerta estoy, doncella

del alba; alerta

al sonoro cristal

de tu origen, doncella.

DECLARACIÓN DE AMOR

Ciudad que llevas dentro

mi corazón, mi pena,

la desgracia verdosa

de los hombres del alba,

mil voces descompuestas

por el frío y el hambre.

Ciudad que lloras, mía,

maternal, dolorosa,

bella como camelia

y triste como lágrima,

mírame con tus ojos

de tezontle y granito,

caminar por tus calles

como sombra o neblina.

Soy el llanto invisible

de millares de hombres.

Soy la ronca miseria,

la gris melancolía,

el fastidio hecho carne.

Yo soy mi corazón desamparado y negro.

Ciudad, invernadero,

gruta despedazada.

Bajo tu sombra, el viento del invierno

es una lluvia triste, y los hombres, amor,

son cuerpos gemidores, olas

quebrándose a los pies de las mujeres

en un largo momento de abandono

-como nardos pudriéndose.

Es la hora del sueño, de los labios resecos,

de los cabellos lacios y el vivir sin remedio.

Pero si el viento norte una mañana,

una mañana larga, una selva,

me entregara el corazón desecho

del alba verdadera, ¿imaginas, ciudad,

el dolor de las manos y el grito brusco, inmenso,

de una tierra sin vida?

Porque yo creo que el corazón del alba

en un millón de flores,

el correr de la sangre

o tu cuerpo, ciudad, sin huesos ni miseria.

Los hombres que te odian no comprenden

cómo eres pura, amplia,

rojiza, cariñosa, ciudad mía;

cómo te entregas, lenta,

a los niños que ríen,

a los hombres que aman claras hembras

de sonrisa despierta y fresco pensamiento,

a los pájaros que viven limpiamente

en tus jardines como axilas,

a los perros nocturnos

cuyos ladridos son mares de fiebre,

a los gatos, tigrillos por el día,

serpientes en la noche,

blandos peces al alba;

cómo te das, mujer de mil abrazos,

a nosotros, tus tímidos amantes:

cuando te desnudamos, se diría

que una cascada nace del silencio

donde habitan la piel de los crepúsculos,

las tibias lágrimas de los relojes,

las monedas perdidas,

los días menos pensados

y las naranjas vírgenes.

Cuando llegas, rezumando delicia,

calles recién lavadas

y edificios-cristales,

pensamos en la recia tristeza del subsuelo,

en lo que tienen de agonía los lagos

y los ríos,

en los campos enfermos de amapolas,

en las montañas erizadas de espinas,

en esas playas largas

donde apenas la espuma

es un pobre animal inofensivo,

o en las costas de piedra

tan cínicas y bravas como leonas;

pensamos en el fondo del mar

y en sus bosques de helechos,

en la superficie del mar

con barcos casi locos,

en lo alto del mar

con pájaros idiotas.

Yo pienso en mi mujer:

en su sonrisa cuando duerme

y una luz misteriosa la protege,

en sus ojos curiosos cuando el día

es un mármol redondo.

Pienso en ella, ciudad,

y en el futuro nuestro:

en el hijo, en la espiga,

o menos, en el grano de trigo

que será también tuyo,

porque es de tu sangre,

de tus rumores,

de tu ancho corazón de piedra y aire,

de nuestros fríos o tibios,

o quemantes y helados pensamientos,

humildades y orgullo, mi ciudad,

Mi gran ciudad de México:

el fondo de tu sexo es un criadero

de claras fortalezas,

tu invierno es un engaño

de alfileres y leche,

tus chimeneas enormes

dedos llorando niebla,

tus jardines axilas la única verdad,

tus estaciones campos

de toros acerados,

tus calles cauces duros

para pies varoniles,

tus templos viejos frutos

alimento de ancianas,

tus horas como gritos

de monstruos invisibles,

¡tus rincones con llanto

son las marcas de odio y de saliva

carcomiendo tu pecho de dulzura!

EL AMOR

El amor viene lento como la tierra negra,

como luz de doncella, como el aire del trigo.

Se parece a la lluvia lavando viejos árboles,

resucitando pájaros. Es blanquísimo y limpio,

larguísimo y sereno: veinte sonrisas claras,

un chorro de granizo o fría seda educada.

Es como el sol, el alba: una espiga muy grande.

Yo camino en silencio por donde lloran piedras

que quieren ser palomas, o estrellas,

o

...

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