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Ejemplo De Ensayo


Enviado por   •  7 de Marzo de 2014  •  2.827 Palabras (12 Páginas)  •  270 Visitas

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LOS VALORES ESTÉTICOS Y LA “LEY DE LA ARMONÍA” EN EDUCACIÓN

AUTOR*

Las sociedades se desorganizan en la medida en que los individuos ya no se guían por la visión de los valores. Paúl Diel.

SUMARIO. Esta reflexión trata del papel que cumplen los valores estéticos en el proceso educativo en procura de ofrecer a los educandos experiencias significativas de formación humana. Se resalta la necesidad de concebir la cualificación de la persona humana a partir de la acción educativa centrada en valores. Contiene una explicación del contenido de la “ley de armonía” que trabaja el pedagogo francés Paúl Diel y se establece una relación entre los valores lógicos, estéticos y éticos .El autor resalta la importancia de asumir experiencias creativas para estimular el desarrollo de la sensibilidad y la imaginación.

PALABRAS CLAVE. Educación, desarrollo integral, formación humana, valores, verdad, belleza, bondad, ”ley de armonía”, estética, arte, creatividad, imaginación, sensibilidad.

En pedagogía es muy común afirmar que mediante la educación centrada en valores el hombre puede alcanzar niveles de desarrollo armónico en el orden intelectual, sicofísico y moral. Se reconoce, a la vez, que la perfección ideal o absoluta es imposible, pues somos productos de condicionamientos históricos y sociales donde subyacen tensiones y conflictos; que ante el evento de que algún ser humano trascienda los límites de la experiencia posible, y se sobreponga exitosamente a los trastornos de la crisis, (“enfermedades” ambientales), de distintas maneras estos signos o desajustes, pautarán las claves de su individuación, su conciencia, su inconsciente y su imaginario colectivo. Por ello veremos en esta reflexión que el cultivo de los valores estéticos confirma la validez de “la ley de armonía”, en la formación integral del ser humano. Tales cuestiones justifican la necesidad de educar, pensando en obtener resultados en materia de calidad humana; se trata de una empresa agonística que significa luchar contra la ignorancia, extendiendo el trabajo perfectivo hasta la sociedad, en perspectiva de armonizarla, humanizándola, pues la educación como metáfora y como acontecimiento positivo es una “gesta social” 1.

Nadie reprocha –en cualquier circunstancia de vida social o individual– el sentido atrayente de la propuesta de conducir el proceso educativo en función de adquirir de modo racional y vivencial la esencia de los valores. Sea que los valores humanos (como problema), se encuentren arraigados en la filogénesis, en la ontogénesis, o bien en la biogénesis, ellos constituyen en la teoría y en la praxis “un mundo de adaptación” y todo un instrumental inductor de cambio.

Los valores cumplen una función orientadora y directiva. La progresión adaptativa –dice Paúl Diel– hacia la lucidez, da a la vida una dirección sensata. La armonía con la conciencia íntima y con el espectro naturaleza-sociedad, se verifica colmando al hombre de “satisfacciones motivadoras” 2. Romper la armonía es recurrir o concederle espacio a la turbulencia sin sentido, a la motivación perversa del caos antinatural. Salvo que una actitud iluminada por el pensamiento divergente y creativo nos conduzca a un escenario cultural alternativamente superior. La reflexión y el ejercicio de los valores nos sitúan en una senda de crecimiento que nos demuestra, con objetividad, que “el esfuerzo de elucidación es el sentido de la vida” 3.

Pero ¿qué es la ley de la armonía? Es la fuerza de regla totalizante que nos impulsa a comportarnos de manera equilibrada en el ámbito social, y sinérgicamente, en consonancia con las otras expresiones de la vida y de la naturaleza. Sin que a raíz de esta aseveración se desconozca, o quede descartada la presencia de la lucha entre el caos y el orden como principio inmanente de los desarrollos del universo, donde al final de dicha lucha siempre prevalece el orden que para muchos proviene de de un Ordenador sobrenatural. Apreciemos el aporte ilustrativo de Paul Diel en la siguiente referencia:

La ley de la armonía gobierna la vida hasta en las menores fluctuaciones perversas y sublimes. Es la que decide la justicia inminente. La ley sanciona la exaltación inarmónica de los deseos mediante el trastorno patológico y su angustia inhibidora; y vincula al esfuerzo de armonización la satisfacción sublime, la alegría de vivir. 4

Hemos identificado la relación sustantiva entre la educación y los valores. Y entre los valores, resaltamos el ideal de armonía que nos activa a generar una existencia normatizada por la ley de la armonía. Para nuestro estudio, la justificación de los valores –donde sobresalen los estéticos-, cobra relevancia mayor cuando notamos que todos los valores pueden agruparse en las tres grandes categorías de la armonía: “armonía del pensamiento: verdad; armonía de los sentimientos: belleza; armonía de las acciones: bondad” 5.

La educación estética y la educación artística vienen a ser los soportes donde se erige la construcción de “la armonía de los sentimientos”. La apreciación de la belleza natural** y de la belleza artística, lo mismo que la creación de productos artísticos, descansan en el ideal que define que los valores estéticos dinamizan el alma y cultivan el espíritu. Si deseamos un mundo estético, o un orden social sensibilizado, es menester edificar desde la educación, a un hombre estético, paradigma de sensibilidad, – es decir, un practicante de la cosmovisión estética– para que sea capaz de valorar las manifestaciones reales y posibles de la belleza, en el fluir de la vida, la cultura y el cosmos; y de actuar en sintonía con la inmanencia de la “Ley”. Y no sólo la valoración de la belleza artística, sino también la de los objetos anti-bellos en el mundo natural y en el mundo del arte. Sobre este tema, una oportuna aclaración que complementa la idea de lo anti-bello o de lo feo, la encontramos en Adolfo Sánchez Vázquez, quien considera que los cambios radicales en el arte obligan a asignar a lo grotesco, lo horrible, lo siniestro, etc., nuevos lugares en el mapa categorial6.

Volviendo al hombre estético –tanto en su mente como en su conducta social–, admitimos que, en verdad, sí es posible cultivar también una intimidad estética para que ésta pueda reflejarse en el trato con los demás. Sentir íntimamente la belleza es aceptar que existe una belleza interior, dimensionable, pero las más de las veces, caracterizada por el misterio de lo insondable. Estos estados de vida subjetiva,

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