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El Barroco. La Poesía


Enviado por   •  5 de Octubre de 2012  •  6.831 Palabras (28 Páginas)  •  1.724 Visitas

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El Barroco. La poesía

Teoría:

El Barroco

Se entiende por Barroco la evolución que sufre el arte renacentista, que culmina en el siglo XVII cuando las obras de arte se recargan con adornos superfluos y los temas se centran en el desengaño y el pesimismo.

Edad Media (S. V al XV) Renacimiento (S. XVI) Barroco (S. XVII)

Concepción de la vida

El hombre medieval concibe la vida como un valle de lágrimas. La muerte era considerada muchas veces como la liberación del hombre. El hombre renacentista concibe la vida como una etapa en la que hay que disfrutar antes de que llegue la muerte. Para el hombre del Barroco la vida se convierte en pesimismo y desengaño; el hombre ve el mundo como un conjunto de falsas ilusiones que acaba con la muerte.

Situación Política

Durante la Edad Media, el poder real estaba muy debilitado; necesitaban ayuda de los nobles para sus campañas militares. En el Renacimiento se fortalece el poder real. El dueño absoluto es el monarca, y los nobles se convierten en cortesanos. España, que había sido la potencia más importante del mundo, se hunde en un total fracaso y nuestro imperio termina con los últimos reyes de la casa de Austria.

La literatura barroca

El Barroco transcurre bajo los reinados de los tres últimos reyes de la casa de Austria: Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Es una época de contrastes: decadencia política y social, por un lado y florecimiento artístico, por otro.

• Temas

Se critica y satiriza sobre la ambición, el poder y el dinero. La brevedad de la vida, vista como un paso rápido hacia la muerte, es otro tema que atormenta a los hombres del Barroco.

• Finalidad

El escritor del Barroco pretende impresionar los sentidos y la inteligencia con estímulos violentos, bien de orden sensorial, sentimental o intelectual. Para lograr lo anterior, recurre a un lenguaje ampuloso y retorcido, que dificulta muchas veces la comprensión.

Culteranismo y conceptismo

El Barroco es una época de contrastes y por esa razón ofrece dos tendencias literarias que se oponen; pero que persiguen el mismo fin: romper el equilibrio clásico.

El culteranismo es una corriente literaria que se basa principalmente en la forma de las palabras; mientras que el conceptismo se basa en el significado o concepto de la palabra.

CULTERANISMO CONCEPTISMO

Corriente literaria que cultiva la forma de las palabras dejando en un segundo plano su contenido y pretende crear un mundo de belleza, impresionando para ello los sentidos con los más variados estímulos de luz, color, sonido y con un lenguaje ampuloso y culto. Corriente literaria que profundiza en el sentido o concepto de las palabras; se puede definir como una agudeza mental que da preferencia a las ideas con el fin de impresionar la inteligencia o el deseo de decir mucho con pocas palabras.

Recursos Recursos

- Abuso de la metáfora con el fin de crear un mundo de belleza absoluta: Puertas de rubíes en lugar de labios.

- Uso frecuente de cultismos: palabras tomadas del latín o del griego: Argentar en lugar de platear; tórrido, umbroso, áureo...

- Abuso del hipérbaton. Consiste en alterar el orden de una oración, con lo que se llega a hacer difícil su comprensión: Un torrente es su barba impetuoso, en lugar de: su barba es un torrente impetuoso.

- Uso de palabras parónimas. Es decir, palabras de un sonido parecido y diferente significado; con lo que logran impresionar y llamar la atención sobre nuestros sentidos: Nubes-naves. - Frecuentes metáforas, no con el fin de embellecer, como el culteranismo, sino para impresionar la inteligencia: Lumbre por pecado.

- Juegos de palabras: utilización de una misma palabra con significados diferentes: "Salió de la cárcel con tanta honra, que le acompañaron doscientos cardenales, sino que a ninguno llamaban eminencia". (Quevedo.)

- Estilo breve y conciso, que se logra mediante la elipsis o eliminación de palabras. Aplican el refrán: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".

- Antítesis de palabras, frases o ideas, con el fin de impresionar y agudizar la mente: "Mi negra capa, ya blanca por los pecados".

Máximo representante Máximo representante

Luis de Góngora y Argote Francisco de Quevedo y Villegas

Luis de Góngora y Argote

• Vida

Nació en Córdoba en 1561. Su padre era juez de dicha ciudad y poseía una biblioteca bien dotada. Su madre pertenecía al igual que su padre a una ilustre familia cordobesa. Góngora era el apellido materno, que el poeta utilizaba en primer lugar tal vez porque le sonaba mejor. A los quince años fue a estudiar a Salamanca. Para beneficiarse de ciertas rentas eclesiásticas de un tío suyo llegó a ordenarse sacerdote cuando tenía cincuenta años. Residió algún tiempo en Madrid como capellán de Felipe III. Cuando murió el rey tuvo problemas económicos, se agravaron sus enfermedades y regresó a Córdoba, donde tuvo fuertes enfrentamientos con Quevedo, defendiendo sus ideas literarias. Murió en mayo de 1627

• Obra

Su creación culterana más importante es la Fábula de Polifemo y Galatea, de tema mitológico, en la que narra el amor apasionado del gigante Polifemo hacia la ninfa Galatea. Otra obra en este sentido es Las soledades, poema en el que exalta la naturaleza y que quedó incompleto.

También escribió numerosos sonetos en los que predominan las sátiras a sus enemigos, entre ellos Lope y Quevedo. Escribió numerosas letrillas y romances a la manera tradicional, hermosos y fáciles de entender.

En el siglo XX se estudia a fondo su obra, y varios poetas como Alberti y Lorca reciben el influjo de la poesía de Góngora.

• Estilo

Góngora utiliza un lenguaje poético muy elaborado, muy culto, muy selecto, lleno de metáforas originales. De todos modos, este carácter culto y difícil de su lengua poética no presenta la misma intensidad en toda su obra. Hay poemas como "Las Soledades", donde la dificultad es tal, que se necesitaría una verdadera traducción para entenderlos. Pero hay otros cuya lectura es mucho más asequible.

Francisco de Quevedo y Villegas

• Vida

Nació en Madrid en septiembre de 1580 y murió en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) el 8 de septiembre de 1645. Estudió en Alcalá y Valladolid. Participó en la política de su tiempo, siendo consejero del duque de Osuna en Italia. Enemistado con el Conde Duque de Olivares, sufrió cuatro años de prisión en la cárcel de San Marcos de León. Tuvo dos grandes pasiones en su vida: la política y la literatura. Las dos le ocasionaron bastantes disgustos.

• Obra

En prosa escribió: una novela picaresca, Vida del Buscón llamado Pablos; obras ascéticas, filosóficas y políticas, como La cuna y la sepultura, Política de Dios; obras satírico-morales, como Los sueños.

Sus poesías aparecieron publicadas después de su muerte en un libro titulado Parnaso español. La temática de sus poemas es muy variada: poesía satírica y burlesca, ataques a Góngora, poesía filosófica de dolor por la decadencia de España. Son muy conocidas: A una nariz, A una mujer gorda, A una dama coja, hermosa y remendada.

• Estilo

La personalidad literaria de Quevedo resulta muy compleja: se unen en él el moralista riguroso, el satírico de afilado ingenio, el lírico de pureza exquisita y el escritor político de ideas claras. En toda su extensa y lograda obra demuestra su increíble dominio de la lengua.

Textos

Sonetos de Góngora

En "Canto a Córdoba", Góngora recuerda su ciudad natal, Córdoba, y escribe este soneto que envía a sus amigos. El soneto comienza con una exaltación de la ciudad y su entorno, y termina afirmando su constante recuerdo de ella.

En "A la mujer joven", el poeta toca el tema renacentista: aprovecha el tiempo, la vida que tienes; goza de la juventud mientras dura. El soneto se construye sobre la exaltación de la belleza de una mujer joven.

CANTO A CÓRDOBA

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas

de honor, de majestad, de gallardía!

¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,

de arenas nobles, ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,

que privilegia el cielo y dora el día!

¡Oh siempre glorïosa patria mía,

tanto por plumas cuanto por espadas!

¡Si entre aquellas ruïnas y despojos

que enriquece Genil y Dauro baña

tu memoria no fue alimento mío,

nunca merezcan mis ausentes ojos

ver tu muro, tus torres y tu río,

tu llano y sierra, oh patria, oh flor de España! A LA MUJER JOVEN

Mientras por competir con tu cabello,

oro bruñido, el Sol relumbra en vano,

mientras con menosprecio en medio el llano

mira tu blanca frente el lirio bello;

mientras a cada labio, por cogello,

siguen más ojos que al clavel temprano

y mientras triunfa con desdén lozano

de el luciente cristal tu gentil cuello

goza cuello, cabello, labio y frente

antes que lo que fue en tu edad dorada

oro, lirio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata, o víola troncada

se vuelva, mas tú y ello juntamente

en tierra, en humo, el polvo, en sombra, en nada.

Sonetos de Quevedo

En "Advertencia a un ministro", Quevedo advierte al poder, en la persona de un ministro, lo peligroso que es humillar al pueblo, pues es darle razones para rebelarse contra quien gobierna mal.

En "¡Cuán frágil es la vida!", desarrolla la idea de la brevedad de la vida; idea que tocan todos los poetas desde la Edad Media; pero que en la época barroca conduce a un sentimiento de desolación y desengaño.

ADVERTENCIA A UN MINISTRO

Tú, ya, ¡oh ministro!, afirma tu cuidado

en no injuriar al mísero y al fuerte;

cuando le quitas oro y plata, advierte

que les dejas el hierro acicalado.

Dejas espada y lanza al desdichado,

y poder y razón para vencerte;

no sabe pueblo ayuno temer muerte;

armas quedan al pueblo despojado.

Quien ve su perdición cierta, aborrece,

más que su perdición, la causa della;

y ésta, no aquélla, es más quien le enfurece.

Arma su desnudez y su querella

con desesperación, cuando le ofrece

venganza del rigor quien le atropella. ¡CUÁN FRÁGIL ES LA VIDA!

¡Cómo de entre mis manos te resbalas!

¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!

¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,

pues con callado pie todo lo igualas!

Feroz, de tierra el débil muro escalas,

en quien lozana juventud se fía;

mas ya mi corazón del postrer día

atiende el vuelo, sin mirar las alas.

¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!

¡Que no puedo querer vivir mañana

sin la pensión de procurar mi muerte!

Cualquier instante de la vida humana

es nueva ejecución, con que me advierte

cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.

Barroco

.

El Barroco fue un periodo de la historia en la cultura occidental que produjo obras en el campo de la literatura, la escultura, la pintura, la arquitectura, la danza y la música, y que abarca desde el año 1600 hasta el año 1750 aproximadamente. Se suele situar entre el Renacimiento y el Neoclásico, en una época en la cual la Iglesia católica europea tuvo que reaccionar contra muchos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y una religión disidente dentro del propio catolicismo dominante: la Reforma Protestante.

Como estilo artístico el barroco surgió a principios del siglo XVII y de Italia se irradió hacia la mayor parte de Europa. Durante mucho tiempo (siglos XVIII y XIX) el término barroco tuvo un sentido peyorativo, con el significado de recargado, desmesurado e irracional, hasta que posteriormente fue revalorizado a fines de siglo XIX por Jacob Burckhardt y luego por Benedetto Croce y Eugenio d'Ors.

La palabra barroco fue inventada por críticos posteriores, más que por los practicantes de las artes en el siglo XVII y principios de siglo XVIII, es decir, los artistas que plasmaban dicho estilo. Proviene de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería "barrueco"), que significa "perla de forma irregular", o "joya falsa". Una palabra antigua similar, "barlocco" o "brillocco", es usada en el dialecto romano con el mismo sentido. También se le llama "barro-coco". Todas ellas significan lo mismo. Otro interpretación lo deriva del sustantivo "Baroco", usado en tono sarcástico y polémico para indicar un modo de razonar artificioso y pedante. En ambos casos el término expresa el concepto de artificio confuso e impuro, de engaño, de capricho de la naturaleza, de extravagancia del pensamiento.

El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para subrayar el exceso de énfasis y abundancia de ornamentación, a diferencia de la racionalidad más clara y sobria de la Ilustración (siglo XVIII ). Fue finalmente rehabilitado en 1888 por el historiador alemán de arte Heinrich Wölfflin (1864-1945), quién identificó al Barroco como oponente al Renacimiento y como una clase diferente dentro del arte "elaborado".

El Barroco como movimiento cultural

El Barroco realmente expresó nuevos valores; en literatura es abundante el uso de la metáfora y la alegoría. Representa un estado de ánimo diferente, más cerca del romanticismo que del renacimiento, aun cuando es un movimiento que nace al mismo tiempo que este último en algunos países.

El dolor psicológico del hombre, en busca de anclajes sólidos, se puede encontrar en el arte barroco en general. El virtuosismo fue investigado por los artistas de esta época junto con el realismo. La fantasía y la imaginación fueron evocados en el espectador, en el lector, en el oyente. Todo fue enfocado alrededor del Hombre individual, como una relación directa entre el artista y su cliente. El arte se hace entonces menos distante de las personas, solucionando el vacío cultural que solía guardar.

Cada una de las Bellas Artes tiene representantes en este movimiento cultural:

• En música sobresalen Antonio Vivaldi, Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel

• En literatura española se encuentran Luis de Góngora y Francisco de Quevedo y Villegas. En la literatura en español americano destaca principalmente Sor Juana Inés de la Cruz.

• En pintura italiana están Pietro da Cortona, Caravaggio, y los Carracci

• En la escultura italiana el exponente más célebre del barroco es Bernini. En la escultura mexicana, destacó Jerónimo de Balbás.

• En la arquitectura Bernini y Borromini.

Tras la mesura del Renacimiento y el retorcimiento estético del manierismo, en la Roma de los Papas se advierte la necesidad de un arte nuevo. La independencia de las repúblicas italianas no es la de antaño, tras dos siglos de pugnas entre las potencias europeas por controlar su floreciente mercado centrado en el Mediterráneo. Por otro lado, el descubrimiento de América desplaza el polo económico hacia el Atlántico, cuyas rutas son dominadas por españoles, portugueses e ingleses. Esto provoca que las repúblicas italianas se reagrupen bajo un poder más fuerte y las que no caen bajo control extranjero (España y Francia) se someten a la influencia mayoritaria de Roma, más concretamente de los Estados Vaticanos, al más puro estilo de una teocracia que logra su máximo esplendor a mediados del Siglo XV.

Pero la corrupción se estaba introduciendo, y para mejorar el ejercicio de este gobierno, las altas esferas eclesiásticas dominantes en Roma hubieron de depurar su cúpula. Voces de descontento ya había desde hacía cincuenta años, y la Iglesia Católica se vio escindida por la Reforma luterana, cuyos teólogos, Juan Calvino, Ulrico Zuinglio y otros personajes, la acusaron de nepotismo y simonía. La necesidad de reformar las estructuras del mundo católico es lo que conduce al Concilio de Trento y a la mal llamada Contrarreforma, en realidad, una Reforma católica, que no va contra algo sino en busca de una adaptación a los nuevos tiempos.

La traducción de este estado de cosas sobre el arte trae importantes consecuencias desde el primer momento. Los teólogos reunidos en el concilio, mayoritariamente españoles, proclaman ciertos dogmas que han de ser representados dignamente por los artistas al servicio de la Iglesia: la virginidad de María, el misterio de la Trinidad, entre otros, pasan a protagonizar los lienzos. La Iglesia, antes que las monarquías absolutistas que posteriormente ejercieron un poder paralelo al Vaticano, fue la primera en comprender el poder ilimitado del arte como vehículo de propaganda y control ideológico. Por esta razón contrata grandes cantidades de artistas, reclutando por supuesto a los mejores, pero también a muchos de segunda fila que aumentan los niveles de producción para satisfacer las demandas de la gran base de fieles. Se exige a todos los artistas que se alejen de las elaboraciones sofisticadas y de los misterios teológicos, para llevar a cabo un arte sencillo, directo, fácil de leer, que cualquier fiel que se aproxime a una iglesia pueda comprender de inmediato. Los personajes han de ser cercanos al pueblo: los santos dejan de vestir como cortesanos para aparecer casi como pordioseros, con rostros vulgares. El énfasis de la acción ha de colocarse sobre el dramatismo: la consigna fue ganar al fiel a través de la emoción. Las escenas se vuelven dinámicas, lejos del hieratismo intemporal de los estilos anteriores. Las composiciones se complican para ofrecer variedad y colorido. Las luces, los colores, las sombras se multiplican y ofrecen una imagen vistosa y atrayente de la religión y sus protagonistas. Fuera del patrocinio de la Iglesia, los mecenas privados se multiplican: el afán de coleccionismo incita a los pintores a llevar a cabo una producción de pequeño o mediano formato para aumentar los gabinetes de curiosidades de ricos comerciantes y alta nobleza.

En la época de los filósofos Descartes, el arte se colecciona como los objetos científicos o los exóticos bienes importados de las Indias y América. La secularización de esta época propició que se revalorizaran géneros profanos, como el bodegón o el paisaje, que empieza a cobrar una autonomía inusitada. Las complejas composiciones del Barroco, la diversidad de focos de luz, la abundancia de elementos, todo, puede aplicarse perfectamente a un paisaje, tal y como puede verse en la Recepción del Embajador Imperial en el Palacio Ducal de Canaletto. El Barroco como estilo general es tan sólo una intención de base. Las formas que adopte en la praxis serán tan variadas como se pueda imaginar. Sin embargo, dos polos predominan, agrupados en torno a dos grandes figuras rivales en la época: Michelangelo Merisi da Caravaggio, que aglutina a los pintores del naturalismo tenebrista; y Annibale Carracci, que trabaja con su hermano y con su primo en un estilo clasicista.

Literatura del Barroco

El barroco es un movimiento artístico y cultural dominante en el siglo XVII caracterizado por una evolución de las ideas y los aspectos temáticos y formales del Renacimiento. La visión neoplatónica e idealista del mundo renacentista entra en crisis, se hace compleja, conflictiva y contradictoria. Los recursos formales se intensifican en la búsqueda de nuevos caminos para la expresión artística.

Al principio el término barroco no se utilizó más que para las artes plásticas, es en los años 1920 cuando se empieza a hablar de barroco literario, aunque su período de influencia se ubica entre los siglos XVI y XVII dando la idea de que el movimiento afectó no sólo a la forma y a la plástica, sino también a las formas literarias. Aún más importante, asumir la existencia de un barroco literario supone asumir el barroco como un movimiento de tipo ideológico, no sólo formal y ver su profunda relación con la Contrarreforma. Sin embargo, esto llevó a algunos mucho más allá, negando su relación con el Renacimiento y presentándolo como un movimiento enfrentado, lo que tampoco es cierto.

El barroco trae consigo una renovación de técnicas y de estilos. En Europa, y sobre todo en España la Contrarreforma influye en gran medida sobre este movimiento; las expresiones italianas que llegaban desde el Renacimiento se asimilan pero al mismo tiempo se españolizan y las técnicas y estilos se adaptan aún más a la tradición española.

Los poetas barrocos del siglo XVII, siguieron mezclando estrofas tradicionales con las nuevas, así cultivaron el terceto, el cuarteto, el soneto y la redondilla. Se sirvieron de copiosas figuras retóricas de todo tipo, buscando una disposición formal recargada. No supone una ruptura con el clasicismo renacentista, sino que se intensifican los recursos estilísticos del arte renacentista, en busca de una complejidad ornamental, en busca de la exageración de los recursos dirigidos a los sentidos, hasta llegar a un enquistamiento de lo formal.

En este siglo XVII en que aparece el movimiento barroco se intensifican los tópicos que ya venían dándose en el Renacimiento, pero en especial los más negativos: fugacidad de la vida, rapidez con que el tiempo huye, desaparición de los goces, complejidad del mundo que rodea al hombre, etc.

La Literatura del siglo XVI se expresaba en un estilo sereno y de equilibrio; el barroco del XVII viene a desestabilizar esa serenidad y diversas fuerzas entran en conflicto. Estas características se dan en toda Europa y en cada país toman un nombre diferente:

• Eufuismo le llaman los poetas ingleses

• Preciosismo en Francia

• Marinismo en Italia

Literatura barroca en España. Características

El cambio de mentalidad en las personas y una cierta conciencia de inseguridad y de crisis hacen que se extienda una gran preferencia por las características propias de este movimiento. Los escritores del siglo XVII se inspiran en una filosofía de renuncia que es la filosofía estoica de Séneca y al mismo tiempo tienen muy en cuenta el sentido religioso de la vida.

Los escritores españoles del siglo XVII aportan en sus obras la doctrina del desengaño y del pesimismo. No se dejan embaucar por la belleza de la Naturaleza; creen que es falsa y engañadora. Todas estas tendencias se hallaban incipientes en el periodo anterior, en el renacimiento y en el barroco no hacen otra cosa que intensificarse hasta llegar a la exageración.

A finales del siglo XVI, la situación social y política de España predispone a los escritores a imbuirse de lleno en este movimiento: el hambre, la peste, la desigualdad social, los pícaros, los mendigos, las miserias, los sueños de grandeza, etc. Todos estos temas son llevados a la literatura; es una situación apropiada para que nazca esa literatura cuyos cimientos están en la decepción, en el desengaño, en lo poco que valen las grandezas humanas.

Siglo XVII El Barroco

El siglo XVII es el más importante de la literatura española.

Durante este siglo se desarrolló el barroco, un fenómeno cultural que invadió el campo de las artes . Ya a finales del siglo XVI comienza a observarse un cambio en las formas sencillas del Renacimiento.

Este nuevo movimiento se caracteriza por seguir las siguientes tendencias : estoicismo, esteticismo, moralicación, y sátira .

Unos escritores tienen un sentido pesimista, y sus obras tratan sobre la vanidad y lo transitorio de las glorias humanas .Otros como Góngora ,dan mucha importancia a las formas artísticas; y también se cultiva la crítica (Quevedo), proponiendo modelos de conducta.

CULTERANISMO Y CONCEPTISMO

Los los escritores barrocos, que recargan el estilo para conseguir mayor belleza o significación, siguen dos movimientos diferentes: culteranismo y conceptismo.

Los escritores culteranos dan importancia preferentemente a la forma,utilizan con profusión metáforas y cultismos, abusan del hipérbaton y utilizan sólo el verso .

Los conceptistas ponen más énfasis en el fondo, en el significado de las palabras, estas pueden significar varias cosas a la vez. Se utilizó en el verso y en la prosa.

Los máximos representantes de éstos movimientos culturales son: Don Luis de Góngora y Argote, y Francisco de Quevedo

El Barroco fue una corriente cultural que abarcó todas las manifestaciones artísticas desde los inicios del 1600, extendiéndose a lo largo de aproximadamente 150 años.

Su nombre fue dado tiempo después, por críticos del arte, quienes tomaron la traducción francesa de la palabra de proveniencia portuguesa, que significa joya falsa, o perla en forma de r y que posteriormente se utilizó para describir aquellos objetos de exagerada ostentación, o de mal gusto.

Este período de revolución artística se manifestó en los campos de la escultura, arquitectura, literatura, arte y música en la mayoría de los países europeos y americanos (no olvidemos que América se encontraba recientemente colonizada por los españoles, portugueses e ingleses).

Los motivos del surgimiento de esta nueva manifestación se dieron por varios factores, especialmente relacionados con el mayor exponente de la iglesia católica: el Vaticano. Éste se encontraba bajo duras críticas por parte de diversos sectores, que cuestionaban sus actos de corrupción, la reforma protestante estaba haciéndose sentir, cuestionando a la iglesia católica con la existencia de la virginidad de María y la autoridad del Papa, factores que debilitaban profundamente el poder del clero.

Por otro lado, España, Portugal e Inglaterra se encontraban echando raíces en los nuevos países americanos, ganando tierras y extendiéndose hacia el nuevo mundo, dejando a Italia bajo las sombras de la corrupción y el olvido. Esto generó en el Vaticano una gran reivindicación de la cual surgieron nuevas pautas a la hora de realizar una obra artística, con motivo de generar una suerte de marketing a la iglesia, recordando directa o indirectamente, cuáles eran las bases de la casa de Dios, mediante un control ideológico manifestado por el arte.

Fue así como surgió el refuerzo de la imagen de María y el misterio de la Trinidad como protagonistas de numerosas obras artísticas. Las temáticas de los lienzos ya no fueron sobre alegorías sobre las antiguas mitologías, la ostentación de los santos y paisajes celestiales inalcanzables. Los santos ahora vestían harapos andrajosos, los mártires mostraban expresiones de dolor bajo un acertado dramatismo que emocionaban al espectador, y la imagen de la Sagrada Familia, y en especial, la de María, eran delicadamente glorificadas. Paralelamente, también nace el arte temático de naturalezas muertas, como bodegones, paisajes, e incluso costumbristas (con solo ver la imagen de Vieja friendo huevos, de Velázquez podremos darnos una idea de lo que esto significaba). Una nueva pauta que se diferenció del renacimiento, fue que ya los rostros de los bellos modelos desaparecieron, dando lugar a expresiones naturales, resultándonos hoy en día hasta un poco chocantes.

Literatura española del Barroco

La Literatura española del Barroco es un periodo de creación literaria que abarca aproximadamente desde las obras iniciales de Góngora y Lope de Vega, en la década de 1580, hasta bien entrado el siglo XVIII. El siglo más característico del barroco literario español es el XVII, en el que alcanzan su cénit prosistas como Baltasar Gracián y Francisco de Quevedo, dramaturgos como Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Juan Ruiz de Alarcón o la producción poética de los citados Quevedo, Lope de Vega y Góngora.

Las características fundamentales de la literatura barroca española son la progresiva complejidad en los recursos formales y una temática centrada en la preocupación por el paso del tiempo y la pérdida de confianza en los ideales neoplatónicos del Renacimiento. Asimismo, es de destacar una variedad y diversidad en los asuntos tratados, la atención al detalle y el afán de atraer a un público amplio, de lo que es ejemplo el auge de la comedia nueva lopesca. De la preocupación sensual dominante en el siglo XVI se pasa a un énfasis en los valores morales y lo didáctico, donde confluyen dos corrientes: el neoestoicismo y el neoepicureísmo. El Criticón de Gracián supone un punto de llegada en la reflexión barroca sobre el hombre y el mundo, la conciencia del desengaño, un pesimismo vital (pero no exento de esperanza) y una crisis de valores general.

Los géneros se mezclan, convive en Góngora la poesía lírica de estilo sublime de la Fábula de Polifemo y Galatea que hace virtud de la dificultad, con romances y letrillas satírico burlescas, de amplia difusión popular y las dos corrientes se hibridan en la Fábula de Píramo y Tisbe; Quevedo cultiva los poemas metafísicos y morales más trascendentes, al tiempo que escribe sobre asuntos de carácter bajo y hasta chocarrero (Gracias y desgracias del ojo del culo).

El teatro barroco español configura una escena popular y que ha perdurado como producción clásica para el teatro futuro. Los dramas filosóficos de Calderón de la Barca, de los que es ejemplo sobresaliente La vida es sueño, suponen un cénit en la producción dramática española y, como toda la literatura barroca, se inscribe en una época de esplendor que recibe el nombre genérico de Siglo de Oro.

Contexto histórico

El Barroco español se produce en medio de los llamados Siglos de Oro de la literatura española. España estuvo gobernada en ese lapso por tres monarcas: Felipe II, Felipe III y Felipe IV, gobernando este último hasta 1665. Felipe II, hijo y sucesor de Carlos V del Sacro Imperio Romano y I de España, por abdicación de éste, tomó posesión del trono español en 1556.

Durante la centuria anterior a ésta, España había alcanzado su mayor unidad y extensión territorial. Por herencias, conquistas, convenios diplomáticos o matrimonios reales, llegaron a estar sometidas al cetro de Carlos V, Nápoles y Sicilia; Flandes, Alemania, Hungría y Portugal, aparte de las nuevas y ricas tierras de América. Por el contrario, a Felipe III y Felipe IV les tocó perder una a una todas las tierras europeas. Esto ocasionó graves problemas, religiosos, políticos, internos e internacionales.

El siglo XVII es muy peculiar en cuanto a arte se refiere. Durante este siglo gobernaron en España los Austrias menores, con en validos o favoritos, y en muchos aspectos hay una "medievalización" de la vida española.

Felipe III (1598-1621) hereda un gran imperio en bancarrota, pero también la enemistad con Inglaterra y los Países Bajos. El privado duque de Lerma traslada la Corte a Valladolid en 1600; seis años más tarde regresa a Madrid. Firma la paz con Inglaterra en 1604 y una tregua con los Países Bajos (1609-1621). Expulsa de la Península a los moriscos (1609), que generalmente trabajaban en el campo, lo que empobrece la agricultura y comercialmente el país.

Al duque de Lerma lo sucederá el duque de Uceda. España interviene en la Guerra de los Treinta Años. Los nobles aumentan su poder, mientras la economía se estanca y se sustituyen las monedas de cobre en lugar de las de oro y plata.

Felipe IV otorga el poder al conde-duque de Olivares, quien trata de mantener la supremacía española frente a Francia en la guerra iniciada en 1635, y el dominio en los Países Bajos.

La presión fiscal y el descontento político general provocan la sublevación de Portugal, Cataluña, Aragón, Navarra y Andalucía. Se inaugura el palacio del Buen Retiro, donde se celebrarán numerosas fiestas palaciegas.

El conde-duque fue sustituido por Luis de Haro; en su destitución influyó una monja, sor María de Jesús de Ágreda, consejera del rey. En 1648 España firma el Tratado de Westfalia, por el que pierde territorios en los Países Bajos y Holanda consigue su independencia.

En 1659 pone fin a la guerra con Francia en la Paz de los Pirineos. La pobreza, las epidemias y los elevados impuestos provocan un alarmante descenso de la población y la migración del campo a la ciudad; muchas zonas quedan despobladas, lo que perjudica a la economía nacional.

Carlos II (1665-1700) es el último de los Austrias menores. Hereda el trono a los cuatro años, por lo que lo regenta su madre Mariana de Austria, ayudada por una junta de notables.

Fue un rey débil y enfermizo, lo que le valió el apelativo de Hechizado. No dejó descendencia a ninguna de sus dos mujeres, lo que favoreció que los monarcas europeos se sintiesen atraídos por el territorio español y quisiesen repartírselo, incluso antes de su muerte.

Durante su reinado Portugal (anexionado a España durante el reinado de Felipe II en 1580) logra la independencia. Las continuas guerras con Francia evidencian aún más la decadencia de España ante el poderío de aquella nación. Con Carlos II sin descendencia, nombra como heredero a Felipe de Anjou, futuro Felipe V, nieto del francés Luis XIV, lo que dio origen al conflicto llamado Guerra de Sucesión.

Características del Barroco

El Barroco se caracteriza por lo siguiente:

• Pesimismo: El Renacimiento no consiguió su propósito de imponer la armonía y la perfección en el mundo, tal y como pretendían los humanistas, ni había hecho más feliz al hombre; las guerras y las desigualdades sociales seguían estando presentes; el dolor y las calamidades eran comunes en toda Europa. Se instala un pesimismo intelectual, cada vez más acentuado, unido al carácter desenfadado de que dan testimonio las comedias de aquella época y las truhanerías en que se basan las novelas picarescas.

• Desengaño: Como los ideales renacentistas fracasaron y, en el caso de España, el poder político estaba desvaneciéndose, el desengaño continúa y surge en la literatura, que en muchos casos recuerda a la de dos siglos antes, con la Danza de la Muerte o las Coplas a la muerte de su padre de Manrique. Quevedo dice que la vida está formada por "sucesiones de difunto": en ellas se van convirtiendo los nacidos, desde los pañales hasta la mortaja con la que se cubren los cuerpos exánimes. En conclusión, nada tiene importancia, sólo hay que conseguir la salvación eterna.

• Preocupación por el paso del tiempo

• Pérdida de confianza en los ideales renacentistas

Actitud de los escritores

Ante la crisis barroca, los escritores españoles reaccionan de varias maneras:

• Evadiéndose: Tratan de desentenderse de la realidad, y lo hacen cantando hazañas o viejas glorias del pasado, o bien presentan un mundo ideal en que los problemas se resuelven debidamente y triunfa el orden. Este es el caso del teatro de Lope de Vega y sus seguidores. Otros, sin embargo, prefieren refugiarse en el mundo del arte y de la mitología, como es el caso de Góngora.

• Satirizando la realidad: Otro grupo de escritores opta por burlarse de la realidad, como Quevedo, Góngora en algunas ocasiones y la novela picaresca.

• Con estoicismo: Exponen su queja sobre la vanidad del mundo, la fugacidad de la belleza y de la vida, la fama transitoria. El máximo exponente de esta actitud fue Calderón de la Barca en los autos sacramentales.

• Moralizando: Critican los defectos o vicios proponiendo modelos de conducta acordes con la ideología política y religiosa de su época. Sus principales exponentes son la prosa narrativa y doctrinal de Gracián y Saavedra Fajardo.

La prosa del siglo XVII

Miguel de Cervantes

La narrativa del XVII se abre con la figura de Miguel de Cervantes, quien en 1580 vuelve a España tras diez años de ausencia.

Su primera obra impresa fue La Galatea, (Alcalá de Henares, 1585). Es una novela pastoril (véase lo dicho sobre ella en el Renacimiento) en seis libros de verso y prosa, según el modelo de la Diana de Montemayor; si bien se rompe con la tradición al introducir elementos realistas, como el asesinato de un pastor, o la agilidad de ciertos diálogos.

En 1605 publica El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, con éxito inmediato.

En 1613 aparecen las Novelas ejemplares, colección de doce novelas cortas que buscan una ejemplaridad, aunque ésta no siempre quede clara.

La siguiente prosa cervantina fue El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615), segunda parte del Quijote.

En 1617, un año después de morir Cervantes, aparecen Los trabajos de Persiles y Segismunda. Se trata de una novela bizantina o novela griega, a imitación de Heliodoro (s. III d. C.) y su Historia etiópica de Teágenes y Cariclea, que relata, en cuatro libros, cómo Periandro y Auristela viajan desde las tierras septentrionales de Noruega o Finlandia hasta Roma para recibir cristiano matrimonio. Como es típico de este subgénero, a lo largo del periplo sufrirán peripecias o trabajos: la cautividad entre bárbaros, los celos de pretendientes de ambos amantes... La obra aprovecha recursos de las Novelas ejemplares, especialmente de las italianizantes, como el enredo, las confusiones, disfraces, etc.

La prosa de Quevedo

Francisco de Quevedo redacta hacia 1604 su primera obra en prosa de ficción: la novela picaresca titulada Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos, exemplo de vagabundos y espejo de tacaños.

Además, Quevedo cultivó la prosa satírica, política y moral en obras en que domina una moral estoica, de raigambre senequista y tratan asuntos como la crítica de arquetipos de la sociedad del barroco, la presencia constante de la muerte en la vida del hombre y el celo cristiano con que ha de conducirse la política

De 1605 data el primero de sus Sueños: El Sueño del Juicio narra la resurrección de los muertos, que responden de su vida. Es una sátira contra profesiones o estados sociales: juristas, médicos, carniceros...

En 1619 escribe la Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás, tratado político en el que expone una doctrina de buen gobierno o espejo de príncipes para un rey justo, que debe tener como modelo de conducta a Jesucristo. Es un tratado que se encuadra en la línea del antimaquiavelismo español, y propone una política exenta de intrigas y ajena a las malas influencias.

Hacia 1636 concluye Quevedo su última gran prosa satírica, quizá de 1632: La hora de todos y la Fortuna con seso, inédita hasta 1650. En ella Júpiter le pide a la Fortuna que adjudique por una hora a cada uno lo que verdaderamente merece. Ello conduce a ver las falsas apariencias, la otra cara de la realidad y la verdad oculta tras los velos de la hipocresía, operando por antítesis. Así se da la paradoja de que los médicos son en realidad verdugos, los ricos, pobres pero ladrones, y, en definitiva, se presencia una galería de tipos sociales, oficios y estados que es satirizada implacablemente.

El Marco Bruto (1644) surge de glosas o comentarios a la biografía que sobre este estadista latino escribió Plutarco en sus Vidas paralelas.

Otros prosistas del barroco

Lope de Vega, del que destacaremos las conocidas como Novelas a Marcia Leonarda (colección de novelas misceláneas, obras breves, de temática amorosa y técnica de enredo, que mezclan verso y prosa, ambientes exóticos -moriscos, judíos, etc.-, con erudición recargada y digresiones frecuentes y prolijas).

Mateo Alemán (Sevilla, 1547 - México, ¿1615?), autor de la novela picaresca "Vida del pícaro Guzmán de Alfarache", editada en 1599, esta obra estableció el canon del género, alcanzó un éxito formidable en España y Europa, y fue conocida por antonomasia como "El pícaro de Alemán", en 1604 publicó en Lisboa, y la segunda parte del Guzmán de Alfarache. El éxito europeo de su obra fue formidable; se tradujo casi de inmediato al italiano en las prensas venecianas de Barezzi en 1606; en alemán se publicó en Múnich en 1615; J. Chapelain tradujo las dos partes de la novela al francés y las publicó en París en 1620; dos años después se estampaba en Londres la versión inglesa de James Mabbe que, en un prólogo extraordinario, dice del pícaro Guzmán que era «semejante al navío, que anda dando bordes en la ribera, y nunca acaba de tomar puerto».

Alonso de Castillo Solórzano (1584- antes de 1648), natural de Tordesillas (Valladolid), fue un novelista muy popular, autor de La niña de los embustes Teresa de Manzanares (1632), Aventuras del Bachiller Trapaza (1637) y La garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas (1642). Obras de corte picaresco en las que se mezclan novelas, poemas y algún entremés, como ya hemos visto en Lope de Vega.

No sin razón se considera a la madrileña María de Zayas y Sotomayor (1590-1661) segunda novelista del siglo, después de Cervantes. En 1637 aparecen sus Novelas amorosas y ejemplares, colección de diez relatos en que la temática erótica crea situaciones conflictivas y sorprendentes.

Seguidor de Francisco de Quevedo y sevillano fue Luis Vélez de Guevara (1579-1644), autor de El diablo cojuelo (1641), sátira social acompañada de figuras alegóricas.

La mitad del siglo se cierra con la Vida y hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor (Amberes, 1646). Narra su vida (1608-1646) como criado de muchos amos y soldado en varias ocasiones. Presenta rasgos de la picaresca: estafas, peleas, engaños, borracheras, robos y prostitución.

La prosa filosófica brilla con Luis de Molina (1535-1600), iluminado establecido en Roma. Su doctrina apodada molinosismo tuvo una gran repercusión e influéncia en los pensadores y escritores barrocos posteriores a él. Su pensamiento mezcla los principios de la religión con una elaborada filosofía moral.

Baltasar Gracián

La obra más importante de la segunda mitad de siglo es El Criticón (1651-1657) del jesuita aragonés Baltasar Gracián (1601-1658). Con ella, la novela española se resuelve en conceptos o abstracciones. La idea se impone sobre la figura concreta. Se trata de una novela filosófica escrita en forma de alegoría de la vida humana.

Gracián cultivó la prosa didáctica en tratados de intención moral y de finalidad práctica, como El Héroe (1637), El Político don Fernando el Católico (1640) o El Discreto (1646). En ellos crea toda una serie que ejemplifica el varón modélico, prudente y sagaz, y las cualidades y virtudes que le deben adornar.

El Oráculo manual y arte de prudencia es un conjunto de trescientos aforismos para triunfar en el complejo mundo en crisis del siglo XVII. Ha conseguido un reciente éxito editorial, al vender una versión de este denso tratadito al inglés más de ciento cincuenta mil ejemplares, como manual de autoayuda para ejecutivos.

También escribió una retórica de la literatura barroca, que partía de los textos para replantear los tropos de la época, al no ajustarse ya a modelos consabidos. Es un tratado sobre el concepto, que define como "un acto del entendimiento que expresa la correspondencia que se halla entre los objetos". Es decir, concepto es toda asociación entre ideas u objetos. A su clasificación y disección dedica Gracián su Arte de ingenio, tratado de la agudeza (1642), ampliado y revisado en el posterior Agudeza y arte de ingenio (1648).

El estilo de Gracián es denso y polisémico. Está construido a partir de sentencias breves, que contienen abundantes juegos de palabras y asociaciones ingeniosas de conceptos.

Su actitud ante la vida es desengañada, como corresponde a la decadencia de la sociedad española. El mundo se configura como un espacio hostil y lleno de engaños y apariencias, que imperan sobre la virtud y la verdad. El hombre es un ser interesado y malicioso. Muchos de sus libros son manuales de comportamiento que permitan al lector salir airoso pese a la malicia de sus semejantes. Para ello debe ser prudente y sabio, aprender de la experiencia vital y conocer las intenciones de los demás, hasta el punto de comportarse "a la ocasión" y "jugar del" disimulo.

Gracián es reconocido como precursor del existencialismo. Influyó también en los moralistas franceses, como La Rochefoucauld, y en el siglo XIX en la filosofía de Schopenhauer.

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