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El Barroco

yolimarbogarin3 de Mayo de 2012

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El Barroco en otros países

El siglo XVII francés conoce, sobre todo con la monarquía absoluta del Rey Sol Luis XIV (1661-1715), un notable esplendor literario, especialmente en el teatro. Pese al barroquismo inicial, acabará imponiéndose un temprano clasicismo. Menos importancia tiene la literatura barroca en otros países europeos, aunque no falten autores de interés.

Del barroquismo al clasicismo

La poesía francesa del XVII no dio grandes figuras. Durante la primera mitad del siglo dominan las tendencias barrocas:

Preciosismo: poesía de expresión culta y refinada y tema galante, cultivada en selectas reuniones literarias en casas de nobles, llamadas «salones».

Poesía burlesca y satírica: sobresale Paul Scarron (1610-1660).

El prestigio del racionalismo filosófico de Descartes impulsa un estilo más sobrio y coloquial, de imaginación contenida y expresión clara, representado por François de Malherbe (1555-1628). Al poco tiempo se funda la Academia Francesa (1634), que impone la imitación de los clásicos y el respeto por las reglas en el arte.

Así nace el clasicismo, que dominará la segunda mitad del siglo y enlaza con la Ilustración. Las figuras poéticas más importantes son el fabulista Jean de la Fontaine (1621-1695) y Nicolás Boileau (1636- 1711), autor de una influyente Arte Poética (1674) en verso.

En la narrativa destacan Viaje a la Luna, curiosa obra, entre satírica y de cienciaficción, de Cyrano de Bergerac (1619-55) y, sobre todo, La princesa de Clèves (1678) de Madame La Fayette, novelista psicológica y realista. También están en prosa las Máximas, reflexiones breves del duque de La Rochefoucauld (1613-1680).

Corneille, Racine y Molière

El teatro se convierte en el género más importante bajo la protección de Luis XIV y de la nobleza.

Pierre Corneille (1606-1684) es el padre de la tragedia francesa. Su primera gran obra, El Cid (1636), inspirada en el teatro clásico español, fue criticada por no respetar las reglas.

Sus sucesivas tragedias se atendrán al estilo clasicista: Horacio (1640) y Cinna (1640) son de ambientación romana y tema político; Polieucto (1642), de tema religioso.También destacó como comediógrafo, con El mentiroso, basada en Ruiz de Alarcón.

Jean Racine

Con Jean Racine (1639-99) triunfa plenamente la tragedia clásica. Sus piezas, de gran belleza formal, tienen una escasa complicación argumental pero una enorme fuerza en la representación de las pasiones humanas. La mayoría son de tema clásico, como Andrómaca, británico o Mitríades, o bíblico, como Ester y Atalía.

Su obra maestra es Fedra (1677), sobrecogedor análisis de la pasión y la culpa. Inspirada en Eurípides, escenifica la imposible pasión de la protagonista por su hijastro, el bello Hipólito.

Molière fue durante muchos años actor ambulante y adquirió un profundo conocimiento de la vida, que plasma en sus comedias. En ellas ridiculiza las debilidades humanas: la pedantería en Las preciosas ridículas, la avidez en El avaro, la estupidez de los nuevos ricos en El burgués gentilhombre, etcétera.

En 1664 compuso tres grandes obras maestras, de mayor seriedad: Tartufo, severo ataque contra la hipocresía religiosa; Don Juan, recreación del famoso mito como librepensador, y El misántropo, de notable pesimismo.

El Barroco en otros países europeos

En Italia, el poeta más famoso es Giambattista Marino (1569-1625), autor de la extensa fábula mitológica Adonis (1623). A imitación de su estilo surgió una corriente poética, el marinismo, parecido al culteranismo, aunque menos complejo.

Es más interesante la prosa literaria de tres grandes pensadores y científicos, que prolongan el espíritu renacentista:

Galileo Galilei (1564-1642), modelo de expresión científica.

Giordano Bruno (1548-1600), autor de una comedia y del diálogo moral y literario De los heroicos furores (1585).

Tommaso Campanella (1568-1639), poeta y autor del tratado utópico La ciudad del sol (1602).

En Portugal se nota el influjo gongorino en la poesía de Sor Violante de Ceu. Más importancia tiene la prosa, con Francisco Rodríguez Lobo (1580-1622), autor de novelas pastoriles, el aristócrata Francisco Manuel de Melo (1611-1667), o la oratoria de Antonio Vieria (1608-1697).

En Alemania, arrasada por la guerra de los Treinta Años, surge una gran poesía lírica religiosa, de estilo barroco moderado, con Martin Opitz (1597-1639) y Angelus Silesius (1624-77). La mejor obra del periodo es El aventurero Simplicísimo, de Hans von Grimmelshausen (1625-76), una novela picaresca cuyo protagonista se hace pasar por loco para evitar los horrores de la guerra.

CARACTERÍSTICAS de LA PINTURA BARROCA

Que España fuera una de las bases de la Contrarreforma católica, la lucha de los jesuitas españoles en Trento para defender la indiscutibilidad del dogma y el poder de la Iglesia marcarían las más notorias características de nuestro barroco:

• La temática plástica tendrá un definido carácter religioso.

• El arte será utilizado como argumento convincente del poder católico.

• El arte se dirigirá antes a la sensación que a la razón.

Pero, además, hay otras singularidades que lo diferencian de los otros barrocos, especialmente la gran originalidad, pues desde el mudéjar no había alcanzado España una tan clara definición de su propio yo. Son entre otras estas:

• Nunca un estilo alcanzó tan hondas y prolongadas resonancias en la plástica popular.

• El Barroco español es una poderosa mezcla de ornamentación y sobriedad.

• La ornamentación es abundante y complicada, pero a diferencia del barroco europeo es emotivo y alucinado.

• La rica policromía de la escultura o el atormentado movimiento de las figuras están sustentadas por una imagen patética o desgarradamente dramática.

• La pobreza de materiales, pues pese a que se levantan magnificas edificaciones, el ladrillo es mucho más frecuente que la piedra y el mármol.

• En cuanto a la escultura, la madera, de honda tradición castellana, se empleará casi en exclusiva. Incluso para las grandes máquinas de las arquitecturas-esculturas de los retablos que inundarán todas las iglesias coetáneas o anteriores.

• Tras la época de austeridad del Escorial, el barroco parece dispararse a modo de fuegos de artificio en mil innovaciones llenas de fantasía creadora.

• Una enorme variedad, ya que cada autor es un estilo distinto, lo que hace difícil, y a veces imposible, una clara agrupación por escuelas.

ARQUITECTURA

• Inicios:

En arquitectura el barroco español mantendrá los esquemas fundamentales del edificio, sobre los que diseñará toda la fantasía ornamental. Uno de los primeros arquitectos que se despega de la austeridad escurialense es Juan Gómez de Mora, que hace la portada del Convento de la Encarnación de Madrid, dentro de un gran purismo, la Clerecía de Salamanca, prototipo de barroco equilibrado, y en Madrid traza la Plaza Mayor y el Ayuntamiento, de recuerdo claramente herreriano. De esta época corresponden también el panteón del Escorial, obra de Juan Bautista Crespo, y la Sacristía del Monasterio de Guadalupe, en la que destaca la mezcla de abundante decoración con la severidad de las líneas, de autor desconocido.

• Plenitud:

José de Churriguera rompe todos los moldes establecidos y alcanza la auténtica libertad expresiva hasta el punto que después se ha denominado churrigueresco a todo el arte barroco que se caracterice por la multiplicidad de ornatos y descoyuntamiento de los elementos tradicionales. Pero José no fue el único Churriguera; él pertenece a toda una generación que llenan la geografía española de sus obras. Con frecuencia trabajan varios familiares en los mismos proyectos, lo que hace difícil precisar la labor concreta de cada uno. Lo que sí está claro es que los sucesores de José fueron recargando y descoyuntando más el estilo con una fantasía única en Europa. Se sabe que son del mismo José de Churriguera el Palacio e iglesia de Nuevo Baztan y la de Loeches y el Retablo de San Esteban, en Salamanca, en el que utiliza unas columnas salomónicas gigantescas. A los Churriguera, en general, se deben importantes obras como la Plaza Mayor de Salamanca, la cúpula de la Catedral de esta ciudad, el remate externo de la Catedral de Valladolid y un estudio planimétrico de Madrid.

Narciso Tomé es padre de otro grupo de arquitectos decoradores. Es violentamente barroco y es quien mejor sabe expresar el nuevo lenguaje espacial que propone el barroco italiano. Su obra más importante es el Transparente en la girola de la Catedral de Toledo. Nunca antes se había utilizado en España el barroco con tanta vehemencia; las tres artes plásticas quedan integradas en un solo lenguaje expresivo.

Pedro Ribera es el más importante arquitecto de todo el barroco español, de insólita imaginación creadora y un excelente ingeniero constructor. Su obra no se limita a los aspectos decorativos sino que demuestra tener un gran sentido del espacio y de las estructuras internas. Trabaja principalmente en Madrid, ciudad a la que da una inconfundible fisonomía, con lo que se ha dado a llamar barroco madrileño. Utiliza todos los elementos ornamentales del vocabulario churrigueresco pero con especial preferencia los estípites. Es esencial en su obra el uso del baquetón, o moldura cilíndrica muy gruesa que se en curva ciñendo puertas y ventanas. Son interesantísimas sus numerosas portadas madrileñas, como la del Antiguo Hospicio, la del Cuartel del Conde Duque o la de la

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