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El Caracazo


Enviado por   •  29 de Agosto de 2012  •  2.087 Palabras (9 Páginas)  •  448 Visitas

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El Caracazo: según el cristal con que se mire

Lunes 25 de Febrero de 2008 06:34 Noticias - Entrevistas

Cuando en la madrugada del 28 de febrero de 1989, los residentes de la ciudad capital oímos por varios minutos el fuego sostenido de las ráfagas de las armas largas, supimos intuitivamente que “estaban peinando los cerros”, de cuyos habitantes se decía que habían bajado para saquear cuanto negocio encontraran a su paso.

Ese impacto aprendido sobre la marcha, incluyó no sólo dolor por los habitantes de esas humildes barriadas, sino temor de que esos cañones se dirigieran también hacia nosotros, los residentes de las urbanizaciones clase media.

Los sucesos del 27 y 28 de febrero, 1 y 2 de marzo de ese año, tienen aún heridas sin cicatrizar en los venezolanos, incluso entre aquellos que, como periodistas, nos correspondió estar en la primera línea del “combate” informativo.

Para los chavistas, fue la semilla de ese movimiento, hoy en el poder; para otros, hechos totalmente espontáneos, mientras que un sector cree que pudieron haber sido provocados por el mismo gobierno de CAP para obligar al Fondo Monetario Internacional a suavizar las condiciones del ajuste económico necesario para refinanciar la cuantiosa deuda externa, sólo que los hechos se le escaparon de la mano. Paradójicamente y con algunas diferencias, muchos analistas coinciden al afirmar que estamos viviendo no sólo el mismo contexto detonante de aquellos hechos, sino que la situación ahora es peor. En 1989 la chispa la originó la inflación y escasez de rubros básicos de la dieta familiar, sumados al anuncio del programa de reajuste económico -atribuido a la insuficiencia de dinero por parte del Estado- la corrupción, la desesperanza del colectivo por la falta de un proyecto alternativo al del liderazgo vigente, y la exclusión sentida por un amplio sector de población.

Ahora, sostienen algunos analistas, persisten esos factores, pero con el agravante de haber recibido el país los más cuantiosos recursos de su historia, y la corrupción administrativa no solamente es extensa sino “invisible” a las instituciones responsables de la custodia y buen manejo de los bienes públicos.

Plan Ávila o reescribir la historia

El número de fallecidos según las cifras oficiales de entonces, ascendió a 276, incluyendo a 68 encontrados en una fosa común denominada “La Peste”. Las víctimas comenzaron a caer el 28 de febrero, al ordenar el gobierno la suspensión de las garantías constitucionales y la aplicación del Plan Avila, con serias repercusiones -especialmente en sectores de El Valle y Antímano- y se realizaron allanamientos para recuperar presuntos bienes, los cuales terminaron en detenciones y más atropellos. De allí la afirmación de numerosas organizaciones de derechos humanos sobre la autoría de la mayoría de las muertes, presuntamente a manos de militares y policías metropolitanos.

Liliana Ortega, presidenta de Cofavic (Comité de Familiares de las Víctimas de los Sucesos ocurridos entre el 27 de febrero y el 2 de marzo), precisa que de la sentencia de la CIDH sobre 44 casos denunciados allí por esa institución, sólo se han cumplido la publicación de la sentencia y la indemnización de los denunciantes.

Para ella, la impunidad es una violación de los derechos humanos que se continúa cometiendo en Venezuela, y a pesar de la recomendación de la Corte, sigue existiendo el Plan Ávila: “Aun cuando no se puede señalar responsables individuales de la masacre, deben ser investigadas las personas que dispararon, fiscales, jueces y quienes dieron órdenes”.

Ahora hay más excluidos

Amalio Belmonte, sociólogo, analista y docente de la Universidad Central de Venezuela, se encuentra entre quienes consideran más grave el contexto actual al de 1989. Le basta con citar la acentuada escasez de alimentos y medicinas, la inflación galopante, la falta de respuestas a las necesidades más sentidas de la población más pobre, “principalmente a la vivienda y los servicios de salud”, a pesar de los enormes recursos percibidos por el gobierno, como generadores del desencanto de grandes sectores populares hacia la figura presidencial y a inferir que, realmente, no han sido incluidos en el proyecto de país, igual a 1989.

Recuerda que en aquella ocasión se dio una ruptura de la cohesión social, y en el país, con una cierta consistencia y unidad de los venezolanos en torno a un proyecto social, se produjo una fractura. Eso se rompió aquel día, por múltiples razones: crisis económica, política, de representatividad y de valores, corrupción administrativa, y eso se unió en un todo. Por eso, algunas personas se creían excluidas del proyecto de país en ejecución, y mucha gente asumió que la democracia había perdido su contenido social, comenta el docente universitario,

Belmonte memoriza algunas exposiciones del liderazgo político, como las de Octavio Lepage, Rafael Caldera, un sector de la dirección de AD, Copei y el MAS, sobre la necesidad de refundar la democracia para darle contenido social, porque no era suficiente la votación cada 5 años, o que la gente tuviera libertad, sino que faltaba algo muy importante: “que la población asociara democracia con inclusión y derechos sociales”.

Ello explica cómo ese movimiento sobrepasó a la dirección política del país, sin representar ni a los gobernantes ni a los de oposición: “Fue un movimiento muy espontáneo, algo latente, que estaba allí, sin percibirse, pero que igualmente estalló”.

Para el analista, una consecuencia de ese estallido -el primero del siglo XX y causante de la ruptura de la cohesión social- fue que una parte importante de los venezolanos -sobre todo la gente urbana- sintió que el futuro del país no jugaba a favor de ellos, por causa de un proyecto excluyente. Lo que explica lo espontáneo del movimiento y su autonomía de las estructuras políticas.

Pero la cruenta lección no fue aprendida. Recuerda cómo CAP designó un Consejo Consultivo para estudiar el problema y hacer recomendaciones: “muy interesantes, pero a las que la dirigencia política no le dio importancia, ni supo interpretar por qué pasaron los hechos, actuando con una ceguera política estimulante del fenómeno de la antipolítica, que favoreció mucho al presidente Chávez”.

- Ahora, ¿cuáles son los factores coincidentes?

- Hay una suerte de incertidumbre, de desconfianza en la gente, incluso entre quienes apoyaron al Presidente, quienes piensan

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