El Coronel Pajaro (español)
claudioaguileraf9 de Julio de 2014
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El coronel pájaro
DE H R I S T O B O Y C H E V
Traducción revisada por Carlos Rodríguez
PERSONAJES
EL. CHÓFER EL, DOCTOR
FETISSOV
EL ARTISTA
EL CHICO
EL LADRÓN
EL CABO
LA ADUANERA
PROLOGO
DOCTOR. -Dicen que en psiquiatría no hay médico normal. Tal vez ésa fue la razón por
la que al terminar el instituto me orienté hacia ella: con frecuencia caía en depresiones
persistentes ante los problemas absurdos de la vida, lo que en filo sofía se llama
Exist encialismo. Así es, yo nunca he sido un individuo rectilíneo y seguro de su
opinión. Siempre pensé que en cada conflicto hay muchas verdades, pero nunca he
estado seguro de tras cuál de ellas colocarme. Por cierto, en psiquiatría eso se llama
"Complejo de Hamlet". En el centro psiquiátrico del distrito, donde reinaban la
miseria y el hacinamiento habituales, me dijeron que tenían auténtica necesidad de un
especialista joven y enérgico, como yo. Pero no aquí, sino en la filial de "Los cuarenta
Santos Mártires", el nombre de un antiguo monasterio de la montaña, donde habían
alojado a una decena de casos interesantes, pero inofensivos. Me dijeron que no había
riesgo médico alguno, pero que no había médico. Estaba sólo a unos 43 kilómetros de
aquí. Fue un viaje largo por deteriorados caminos de montaña. La montaña era cada
vez más salvaje y majestuosa, mientras que el camino se hacía cada
vez más agotador y deteriorado. Durante to do el viaje no tropezamos con nadie.
Por fin, al fondo de un desfiladero enorme y siniestro con rocas verticales, surgieron
las ruinas del monas terio. Tuve la sensación de encontrarme en el mismo corazón de
los Balcanes. Noche. Ruido de coche y luces de faros
CHÓFER.-Este es el monasterio. Yo regreso. Está cayendo la niebla y hay lobos por
aquí.
DOCTOR.-¿Cómo lobos?
CHÓFER.-¡Auténticos! Hasta que caiga la nieve se ocultan aquí.
DOCTOR.-¿Y cuándo caiga la nieve?
CHÓFER.-Serán más numerosos.
DOCTOR.-¿Y de qué manera suministran ustedes la comida?
CHÓFER.-De ninguna.
DOCTOR.-No entiendo.
CHÓFER.-Ya lo hará.
DOCTOR.-¿Vive alguien mas aquí, además de los enfermos?
CHÓFER.-¿No le he dicho? Los lobos.
DOCTOR. ¡Canijo!
CHÓFER.-Eso es. Vaya...
Cuadro primero
Habitación de hospital: camas, sillas y un viejo televisor. El Artista está leyendo
ensimismado de espaldas a la puerta. Sentado sobre la cama, junto a la ventana, con
la mirada inex presiva clavada afuera, está Fetissov, inmóvil, con la barba y el
cabello largo y descuidado. Están envueltos con mantas y vestidos con toda clase de
ropas. Entra el Doctor.
DOCTOR.-¡Buenas noches! Ni siquiera le miran.
DOCTOR.-(Más fuerte) ¡Buenas noches! Ninguna reacción.
DOCTOR.-(Gritando) ¡Buenas noches! El mismo resultado.
DOCTOR.-(Gritando) ¿Es que estáis sordos? He dicho tres veces «Buenas noches».
Por la otra puerta se asoma la Aduanera.
ADUANERA.-(Escrutando al Doctor) ¿No nos conocimos en el puente del Danubio?
ARTISTA.-(Viendo al Doctor) ¿Es usted un nuevo paciente?
DOCTOR.-SOY el nuevo medico.
ARTISTA.-(Cortésmente) Encantado. He sido estudiante en la Academia teatral.
¿Quiere que le diga un monólogo?
DOCTOR.-Hace un momento dije «Buenas noches».
ARTISTA.-Disculp e, pero no le había visto.
DOCTOR.-Pero si he gritado...
ARTISTA.-Soy completamente sordo, Doctor. Pero los monólogos los recuerdo. Por
ejemplo, con éste entré en la Academia...
DOCTOR.-(Señala a Fetissov, todavía inmóvil en
la misma postura) Y ése, ¿es también sordo?
ARTISTA.-No sé. Nunca le he visto hablar. Sólo sé
que le llaman el Ruso.
DOCTOR.-¿Dónde está la enfermera?
ARTISTA.-Se marchó. DOCTOR.- ¿Y con qué os calentáis?
ARTISTA.-Con nada. Vivimos en una habitación para calentarnos.
DOCTOR.-Así que, ¿tú eres sordo?
ARTISTA.-Por completo. En el cuartel me estalló un obús en las manos. Y me quedé
sordo por completo.
DOCTOR.-Y ahora, ¿cómo puedes oírme?
ARTISTA.-No puedo. Leo en sus labios. Perdone,
¿qué hora es?
DOCTOR.-Las siete y media.
ARTISTA.-Dentro de media hora empiezan las noticias.
Durante todo ese tiempo la Aduanera ha estado calculando algo en una pila de hojas,
murmurando algunas cifras. Después cae de rodillas.
ADUANERA.-¡Ciento noventa y cinco mil trescientos setenta y cinco!
¡Dios, perdóname! (Continua rezando)
CHICO.-(Desde el exterior) ¡Voy a entrar!
DOCTOR.-Alguien quiere entrar.
ARTISTA.-Puede ser el Chico. (A la puerta) Entra,
entra.
CHICO.-(Abre tímidamente y se queda junto a la
puerta) ¡Entro!
ARTISTA.-Bueno, bueno, entra.
CHICO.-¡Qué nadie se mueva!
ARTISTA.-Bueno, bueno.
CHICO.-Bueno, pero te mueves.
ARTISTA.-Mira, me paro. (Se queda inmóvil) El Chico entra cautelosamente, y
permanece pegado a la pared, siguiendo con mirada asustada a los demás. El Doctor
da un paso y el Chico se queda petrificado, apuntándole con una linterna roja de
bolsillo.
CHICO.-¡No te muevas! Un paso en falso y te cae cadena perpetua.
ARTISTA.-Este es el Doctor.
CHICO.-Qué importa que sea el Doctor. Todos son iguales iguales ante la ley. (Se mete
debajo de la cama más alejada) Y ahora, ¡ya podéis moveros, pero que nadie se
siente sobre mí!
DOCTOR.-¿Qué pasa aquí?
ARTISTA.-Cree que es muy pequeño y teme que alguien pueda pisarle.
CHICO.-Sólo por la noche. De día soy normal, pero al anochecer comienzo a disminuir,
a reducirme y en la oscuridad me hago muy pequeño. Como un gorrió n. Llevo una
linterna roja, para que si alguien me pisa, acabe pudriéndose en la cárcel.
ADUANERA.-(Alza la cabeza de sus cálculos) ¡Trescientos ochenta mil setecientos
cuarenta! ¡Dios, perdóname! Entra el Cabo, agarrándose la entrepierna.
CABO.-Me lo voy a cortar. (Saca un cuchillo)
CHICO.-¡Échate a la derecha! (Ilumina la zona con la linterna)
¡Muévete a la derecha y mira donde pones los pies!
CABO.-¡Asunto resuelto, me lo voy a cortar!
CHICO.-Corta, pero mira donde pisas.
CABO.-(Viendo al Doctor) ¿Tenemos un loco nue vo?
ARTISTA.-Éste es el Doctor.
CABO.-(Temblando) ¿Doctor?
DOCTOR.-Sí, soy médico.
CABO.-(Apretándose aún más la entrepierna) Doctor, ¡estoy muy mal!
DOCTOR. ¿Le duele?
CABO.-¡Peor! ¡Me lo voy a cortar!
ARTISTA.-Córtatelo después. Ahora van a empezar las noticias.
La puerta se abre lentamente con un chirrido arrastrado y en el umbral aparece el
Ladrón, vacilando por entrar. Al fin se sienta junto al Artista.
ARTISTA.-No te sientes a mi lado. Ya no tengo na da. Mira. (Da la vuelta a sus
bolsillos) El Ladrón va hacia el Cabo.
CABO.-Yo tampoco tengo. Mira. (También da la vuelta a sus bolsillos)
El Ladrón se dirige a la cama desocupada en el rincón y se sienta.
CHICO.-(Grita desde abajo) ¡Ooooh! ¡No te pongas encima de mí! Irás a la cárcel.
LADRÓN.-He estado ya. No es peor que esto.
DOCTOR.-(Al Ladrón) Yo soy el nuevo médico. ¿De qué sufre usted?
CHICO.-De nada. Somos nosotros los que sufrimos.
ARTISTA.-Es un alcohólico. Roba y se lo gasta en emborracharse.
LADRÓN.-No es verdad. Robo, pero no me lo gasto en emborracharme.
CABO.- Y ¿dónde está el vino del monasterio?
LADRÓN.-Yo no he robado el vino. Me lo encontré.
CHICO.-¿Y la gasolina del jeep?
DOCTOR.-¿Qué jeep?
CABO.-Uno de desecho. Lo donaron los militares. Dieron media tonelada de gasolina...
y él se la bebió.
ARTISTA.-¡Silencio-o-o-o! ¡Las noticias!
El Artista enciende el televisor, aparece la ca rátula de apertura en blanco y negro de
las noticias, pero sin ningún sonido. Todos fijan la mirada en la pantalla excepto el
Ruso, todavía con la mirada inmóvil en la ventana.
DOCTOR.-(Mirándoles con asombro) ¿No hay sonido?
TODOS.-¡Tsssssst!
DOCTOR.-(En voz baja) ¿Por qué no hay sonido?
CABO.-El sonido no funciona.
En la pantalla aparece el locutor moviendo los labios. Al mismo tiempo el Artista,
con la mirada fija en la boca del locutor, se pone a sonorizar.
ARTISTA.-¡Buenas noches, señoras y señores! Hoy continuaron los combates
encarnizados cerca
...