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El Criminologo

josafaty26 de Agosto de 2014

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EL CRIMINÓLOGO

INTRODUCCIÓN

Este libro del autor José Ramón Garmabella describe increíblemente las memorias del Doctor Quiroz Cuarón, y las describe como si realmente estuviéramos ahí presentes, a lo largo de la lectura dichas memorias sorprenden porque describe algunos de los casos de criminología más impactantes pero que tal vez algunos de nosotros desconocíamos.

José Ramón Garmabella, también autor de El grito de Trotsky, hace el retrato de un profesor siempre oloroso a loción, que usaba sacos cruzados y disfrutaba contando sus logros acompañado por un whisky infalible. Quien esté cansado de las malas novelas policiacas agradecerá este libro que permite entrar en contacto con un detective real y escuchar sus mejores casos con el ritmo preciso de su voz: no faltará algún irresponsable que lo use como punto de partida para crear un personaje de ficción.

Uno de los rasgos más notables de estas memorias es el gusto con que el doctor narraba historias magníficas, con personajes originales y giros de la acción insospechados. Esta pulsión por contar es el motor de una buena historia policiaca, y el libro de Garmabella sin duda la tiene. Al igual que los personajes de Chandler o Hammett , el doctor Quiroz que aquí se presenta cuenta sus aventuras de manera entrañable y divertida, como quien tomara un descanso entre un caso y otro. Uno tiene la oportunidad de escuchar a un investigador de tres dimensiones relatar con sus propias palabras grandes casos históricos. .

DESARROLLO

Para comenzar con el desarrollo, y análisis de este libro comenzaré con la biografía del autor de este libro, quien era la voz que representaba al gran criminólogo Alfonso Quiroz Cuarón.

José Ramón Garmabella. Nació en la Ciudad de México en 1945. Egresado de la escuela de periodismo Carlos Septién García , fue fundador del noticiero 24 horas y ha colaborado en un sinnúmero de programas. En radio realizó Rompiendo el silencio, que le valió el Premio Nacional de Periodismo en 2000, otorgado por el Club de Periodistas. Ha publicado La Pasionaria (1977), Doctor Alfonso Quiroz Cuarón. Sus mejores casos de criminología (1980), Renato por Leduc (1981), Reportero de policía (El Güero Téllez) (1982), Pedro Vargas, una vez nada más (1985), Don José, el de los toros (ensayo biográfico de José Alameda) (1990), Joselillo, vida y tragedia de una leyenda (1992). Además, ha escrito para medios nacionales y extranjeros. Actualmente es articulista en la sección editorial de Excélsior.

Ahora bien mencionaré la biografía del personaje principal de este libro que es el criminólogo más importante de México.

Alfonso Quiroz Cuarón, Nació en Chihuahua, 1910, Ciudad de México, 1978 considerado el padre de la criminología mexicana.

A los 15 años de edad pierde a su padre, víctima de un asesinato en las oficinas del ferrocarril en la estación de Tampico. Lejos de cambiar su vida, nace en él el interés del por qué de las conductas homicidas en los hombres.

En 1929 llega a ciudad de México desempeñándose como ayudante del Juzgado IV Correccional, formando parte del Consejo Supremo de Defensa y Prevención Social, al año siguiente ingresa como practicante en el Servicio Médico Forense.

En 1939 se convierte en el primer criminólogo graduado en la Universidad Nacional Autónoma de México, obteniendo la jefatura de la Sección Médico Psicológica del Centro de Observación del Tribunal de Menores. Fue discípulo del gran psiquiatra forense José Gómez Robleda, quien estuvo a cargo del Neuropsiquiátrico General de la Castañeda. Sus informes sobre perfiles criminales tuvieron repercusión en todo el mundo.

En 1932 en la cárcel de Lecumberri junto con los doctores Matilde Carrillo, Benjamín Argüelles y González Enríquez se disponen a realizar los primeros estudios científicos sobre las personalidades atípicas de los reclusos logrando clasificarlas. Quiroz sostiene entonces que la política criminológica debe considerar no solo la reculsión si no también la rehabilitación, haciendo prevención en los aspectos sociales, económicos y psicológicos. Años más tarde no solo logra la búsqueda de recuperación de los presos si no que propone la edificación de diferentes unidades penales en la ciudad de México desapareciendo el reclusorio Lecumberri .

Para él las ciencias Criminalísticas y las Criminológicas al unirse se enriquecen una a la otra complementándose, porque los conocimientos técnicos de la primera perfeccionan el por qué logrando una síntesis para la explicación de las conductas antisociales, lo que ayuda a establecer medidas preventivas.

Uno de los casos más sonados en los que intervino es el de Jacques Mornad, el asesino de León Trotsky, gracias a sus pericias, se logró atrapar al criminal.

Gregorio Cárdenas asesino de mujeres a las enterraba en el patio de su casa fue también parte de su investigación en 1943. Este criminal no llegó a ser sentenciado, ya que durante su reclusión en la cárcel de Lecumberri cursó estudios de Derecho, lo que le valió poder defenderse y asesorar a otros reclusos en sus correspondientes procesos penales. Finalmente Cárdenas fue puesto en libertad.

El famoso falsificador Enrico Samprieto fue finalmente atrapado por la policía gracias a la intervención del Dr. Quiroz Cuarón en el año 1948.

La personalidad de otro asesino de mujeres: Higinio Sobera de la Flor también fue investigada por él.

En 1952 coordina los estudios para establecer la autenticidad de los restos del último emperador Azteca, Cuauhtémoc, encontrados por la arqueóloga Eulalia Guzmán. En 1965 la Organización de la Naciones Unidas (ONU) lo comisiona en República Dominicana para realizar estudios comportamentales de los soldados estadounidenses que habían invadido al país.

No sólo estudió a fondo la psicología del macabro Gregorio Cárdenas, el asesino de mujeres de Tacubaya, que por comodidad enterraba a sus víctimas en el patio trasero de su casa, sino que, como jefe del Departamento de Investigaciones Especiales del Banco de México, detuvo a numerosos falsificadores que llegaron de otros países. Entre ellos el Shelly Hernández, que aún en prisión seguía creando billetes tan verosímiles que circulaban entre los carceleros, y también al famoso Alfredo Héctor Donadieu, mejor conocido en el medio de Al Capone como Enrico Sampietro. Esta última historia es en verdad rocambolesca y digna de entrar en cualquier antología de relato policial: luego de perseguir a su némesis por varios países de Latinoamérica, de estar al borde del infarto por los continuos fracasos, Quiroz Cuarón logró detener a uno de sus ayudantes, el cual confesó que Sampietro se ocultaba en Iztapalapa, en la casa del actor que interpretaría a Cristo en semana santa. Horas después de detenerlo, Quiroz Cuarón fue a visitarlo y advirtió que una vez en prisión Sampietro consiguió falsificarse a sí mismo y escapar de la cárcel dejando a otro preso en su sitio.

Además de estudiar la psicología de asesinos reincidentes, también resolvió otros problemas: descubrió que Jacques Mornard, el asesino de Trotsky, era en realidad Ramón Mercader, y demostró su filiación con Stalin. Luego, para devolverle un favor a Luis Spota, averiguó la verdadera identidad del escritor B. Traven. Tengo la impresión de que ni siquiera Karl Rothke, el biógrafo más acucioso de Traven, conoce lo que cuenta aquí Garmabella sobre cómo Quiroz localizó al genial narrador en Guerrero.

Es indispensable recoger una anécdota que se incluye en el libro: ya jubilado de sus actividades en el Banco de México , el doctor Quiroz Cuarón daba clases de criminología en la UNAM. Una vez aplicó un examen sorpresa y al recoger los trabajos se detuvo en seco. Giró y le reclamó a sus alumnos que hubiera 86 exámenes y tan sólo 83 personas presentes, lo cual significaba que tres de ellos habían respondido en nombre de los ausentes. El criminólogo recoge la voz del detective más famoso de México hasta el momento. Con el currículum y los testimonios exhaustivos que se incluyen uno puede hacerse una idea de quién fue este genial detective. Pero también confirmará, al escuchar sus quejas, qué poco ha evolucionado la impartición de la justicia en México, y cuán lejos estamos de tener una policía profesional.

Este célebre investigador, reconocido en México y en el mundo, cambió las reglas

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